Cuando la música no es hiriente para el oído sino intensa para los sentidos del corazón


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Concierto The Rolling Stones en Cuba. Foto: Juan Carlos Borjas

 Yander Zamora

“En mi vida yo he asistido a unos cuantos conciertos de los Rolling Stones y en este de La Habana, comprobé que a estas alturas, todavía pueden ser extraordinarios músicos. Sentí que pusieron un  extra de energía que no habían sacado antes”, nos confirmó Jill Furmanovsky, la famosa fotógrafa británica de rock mientras para Amy Baldyga, natural de California quien se ha movido por estos tipos de eventos desde los míticos años sesenta del pasado siglo, mostró su admiración por el sorprendente show del pasado viernes en la Ciudad Deportiva, en particular no solo por la nitidez de las imágenes de todo lo que sucedía sobre el escenario reflejadas en las pantallas gigantes, distribuidas por todo el amplio terreno sino sobretodo por la calidad de un sonido que no había escuchado nunca antes. Sin embargo, fue Chrissie Hynde, la vocalista de The Pretenders, quien momentos antes de tomar el avión la Furmanovsky  desde Londres hacia nuestro país, le expresara su opinión acerca de este acontecimiento próximo a suceder, un criterio decisivo para comprender el origen de lo que pasó en aquella inolvidable noche: “Ninguno de los otros conciertos ofrecidos durante esta gira por Latinoamérica, tendrá el privilegio de las grandes expectativas que animan a los Stones con lo que esperan hacer en La Habana. Ellos saben que ese, ese será el concierto”. Y así fue.

Rodeados literalmente por cientos de miles de personas, por una cantidad de gente tal que supera ampliamente la conservadora cifra que se calculaba de 500 mil personas(1), los Rolling Stones se esforzaron por entregarle a los cubanos, su mejor concierto. Ya lo sabíamos desde que comenzaron a montar el escenario semanas antes. No pudo haber sido de otra forma cuando se anunció que su presentación en nuestro país sería gratuita, decisión que se extiende hasta el infinito de nuestros sentimientos agradecidos cuando nos enteramos que para entrar al concierto previo al nuestro, el de México, había que pagar hasta $ 600.00 dólares para no hablar de los $150.00 y $1520.00 que costaban las entradas de sus dos actuaciones en el Reino Unido y las tres en los Estados Unidos con motivo de la celebración en el 2012 de sus 50 años continuos como el grupo más antiguo en la escena del rock en activo. Pero nuestra sorpresa no dejaba de crecer, pues ese inmenso escenario junto con todo lo demás equipos que trajeron, estaba valorado en una suma de cerca de 20 millones de dólares, megaestructura que el propio Mick Jagger no quiso estrenar en otra parte que no fuera aquí, en La Habana, significativa cortesía que tuvo su máxima expresión cuando en la despedida del concierto nuestro, tanto Mick como Keith Richards, desbordaron la más pura satisfacción por sus ojos enrojecidos.

Mick Jagger, The Rolling Stones. Foto: Yander Zamora Keith Richards, The Rolling Stones. Foto: Yander Zamora Charlie Watts, The Rolling Stones

Si entre canción y canción, Mick no dejaba de tratar de compenetrarse todavía más con nosotros, por medio del empleo de simpáticas frases populares tomadas de nuestro diálogo cotidiano, también buscó la oportunidad para agradecerle al pueblo cubano por toda la buena música que le ha regalado al mundo durante su historia como nación. Pero semejante voluntad de entrega, no fue el banal intento de hacerse el gracioso ni mucho menos sino que estuvo motivada por la tremenda respuesta que ellos recibían de parte de quienes estábamos allí en el terreno. No puedo negar que desde los primeros acordes de la pieza que abre el concierto, Jumpin Jack Flash, quedé paralizado por esos guitarrazos de Keith que para nada eran hirientes a los oídos sino más bien intensos para los sentidos del corazón. Por primera vez, los cubanos sentimos, en vivo y en directo, la esencia vital que define al sello sonoro del rock en su código más auténtico. Por eso no soy  capaz de circunscribir esta euforia compartida nada más que al círculo de los roqueros de nuestro país como tampoco puedo llamar a la inmensa multitud allí reunida como la fanaticada. Los Rolling Stones actuaron para el pueblo cubano en su conjunto, que con toda esa enriquecedora diversidad que nos singulariza, fuimos testigos del rango artístico capaz de ser alcanzado por uno de los principales exponentes del género desde hace más de medio siglo con un espectáculo insólito en nuestro país.

Y eso ya lo sabían los actores norteamericanos Richard Gere y Leonardo DiCaprio y la modelo Naomi Campbell, quienes al igual que miles de ciudadanos del mundo, no querían perderse la oportunidad de lo que significaría esa explosiva mezcla de los Stones con la cultura cubana. Si bien es cierto que la música cubana realmente no se hace con una lata y un palo, como si afirma una desacertada y antigua frase popular, los Rolling Stones nos demostraron que el rock, tampoco se puede hacer de esa forma tan elemental y simple. Cada pieza interpretada, representó una cascada de rigor profesional, virtuosismo y de tan buen gusto, que nos dejamos bañar por esta, gratamente impresionados. Quienes quizás temían ser agredidos por una escandalosa sonoridad, se enfrentaron a la escena donde una música divertida era la dueña absoluta del entorno convocado por los cuatro músicos legendarios y sus acompañantes. Charlie Watts cuya imagen del elegante y circunspecto británico, nunca extravió durante su precisa ejecución de la batería, era la contrapartida del inquieto Ronnie Wood y del monumental Keith Richards quienes nos mostraron lo que ellos llaman entretejer en cada una de sus canciones: no dejar espacio vacío posible al apoyarse el sonido de la guitarra de uno con el de la guitarra del otro.

Pero por supuesto, que la sensación de la noche fue el dinámico e incansable Mick Jagger, moviéndose continuamente por todo el escenario con un sorprendente arsenal de pasos bailables sin dejar de apuntar como conserva intacta esa inconfundible voz, todo un símbolo viviente para las generaciones que hemos estado al tanto de su trayectoria.

  

   

  

Por lo tanto, no importa que para los cubanos, la pieza más conocida de los Rolling sea Satisfaction o que no todos manejemos que la canción Gimme Shelter fuera escrita por el binomio de Jagger/Richards en 1969 como protesta por la guerra en Viet Nam del mismo modo que tampoco no todos dominemos el hecho de que You can´t get always what you want sea la única obra dentro de su extenso repertorio que graban con la presencia de un coro como invitado hacia finales de los años sesenta y que desde entonces, cuando la interpretan en vivo no solicitan habitualmente del apoyo de ese tipo de agrupación vocal, por lo que salta a la vista que han hecho una honrosa excepción con la participación del coro Entrevoces, dirigido sabiamente por la maestra Digna Guerra. En definitiva, cada uno de los que estábamos allí y cada cual a su manera, disfrutó del fabuloso espectáculo de un grupo musical liderado por personas de la llamada tercera edad, pero que lo han sabido concebir como una vigorosa propuesta juvenil.

 

Finalmente, en la recepción ofrecida por el Embajador británico con motivo de la presencia del famoso grupo en La Habana, tanto un director de programas radiales, locutor y profundo conocedor del rock como Juanito Camacho al igual que el prestigioso periodista Joaquín Borges Triana y un servidor entre tantos otros, tuvimos la oportunidad de dialogar brevemente con los integrantes de los Rolling Stones. Con mi inglés, para nada académico, pero que me hago entender, en un aparte que tuve con Keith le expresé esto que al tenerlo tan cerca, me salió del alma: “Hace unos 40 años que ponemos sus videos por la televisión y sus canciones por la radio, por lo tanto hemos envejecido juntos y francamente los siento como si fuéramos familia”. Y seguidamente, concluí este inédito, pero emotivo diálogo, diciéndole: “¿Pudiera darle un abrazo?”. A lo que él me respondió: “¡Claro, hermano!”. Espero que en este fraternal encuentro, Keith Richards haya sentido el calor humano de cada uno de los muchos cubanos y cubanas que sentimos admiración y respeto por esta insigne agrupación de la música contemporánea.

Nota:

1. Nos llamó mucho la atención, que al día siguiente del concierto, la televisora CNN, en su edición en inglés, haya dado la noticia que el concierto de los Rolling Stones en La Habana tuvo lugar ante una multitud de 10 mil personas, cuando en realidad, según los propios organizadores británicos, se logró reunir un millón 300 mil personas, la misma cifra que participó en el Festival Rock en Río, Brasil. Lástima que tan prestigioso canal de noticias, se haya ido, como decimos nosotros, con la bola de trapo. El concierto cubano de los Stones fue todo un éxito.


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