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Cuando se acerca el 23 de abril


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Cuando se acerca esta fecha, pensamos en Cervantes y en Shakespeare, en primer lugar, y después, agregamos que otro gran nombre corresponde a un peruano, que falleció el 23 de abril del año 1616, el Inca Garcilaso de la Vega. Algunos investigadores aseguran, que el que realmente falleció  el 23 de abril  fue el Inca y que tanto Cervantes, como el inglés, lo hicieron en otras fechas alrededor de ese día. Pero bueno, el caso es que la UNESCO, escogió el 23 de abril, para conmemorar el Día del Idioma, lo que determina, el rendir siempre merecido homenaje a estos tres gigantes que legaron a la Humanidad, grandes tesoros literarios.

Para nosotros, los nacidos en Nuestra América, como la llamó Martí, sería imperdonable no darle el justo lugar en esta singular celebración, al Inca Garcilaso, un hombre mestizo, bilingüe, con conocimientos de otras lenguas, incluida el latín y además, historiador, lingüista, sociólogo y antropólogo. El primer hombre nacido en una de nuestras tierras y que escribe en España, dando inicio, de esta manera, a la gran literatura hispanoamericana.

Siempre que pienso en él, recuerdo a mis alumnos. Muchos se interesaron de manera muy particular en los Comentarios Reales, esa gran obra del peruano y que escribió a los 70 años de edad. Es un texto monumental, único ejemplar en su especie, no sólo desde el punto de vista del lenguaje, sino por el caudal de historia que atesora, y como explican muchos estudiosos, por el  amplio valor de los mitos, las costumbres, el saber y la cultura popular del imperio inca, una civilización que ha dejado sus huellas y cuyo legado aún se palpa en América latina.

Como antecedente, les hablé a los estudiantes, que el Inca, era hijo del capitán Gómez Suárez de Figueroa, un Conquistador español, que posteriormente adoptó el nombre de Sebastián Garcilaso de la Vega y Vargas.

El padre del Inca, era un extremeño descendiente de una ilustre familia de escritores. Estaba emparentado con el Marqués de Santillana, con Garcilaso de la Vega, el de la Églogas, con Garci Sánchez de Badajoz y con Jorge Manrique.

Al regresar a la península, después de sus acciones en la Conquista, fue acusado de rebelde, por favorecer a Gonzalo Pizarro, al haberle cedido un caballo que le salvó la vida.

Gonzalo Pizarro, fue un conquistador español, hermano menor de Francisco Pizarro, que terminó decapitado.

La autora de los días de su hijo, el Inca, era la Palla («mujer de sangre real») Isabel Chimpu Ocllo, hija del Infante Huallpa Túpac, nieta del Inca Túpac Yupanqui, antepenúltimo gobernante de la dinastía imperial, y sobrina de Huayna Cápac, el último gran emperador del Incario.

Fue en 1539, un 12 de abril, cuando nace  el Inca Garcilaso, en el Cuzco, Gobernación de Nueva Castilla, hace 478 años.     

Cuando su padre, por razones militares, tiene que salir de esta  ciudad, para Lima, el hijo permanece con la familia materna y estrecha de manera muy significativa, las relaciones con sus parientes incas, una oportunidad para lograr un conocimiento mejor de la lengua nativa (quechua) y para su formación personal, en sus dos culturas.

“Yo nací ocho años después que los españoles ganaron mi tierra y, como lo he dicho, me crié en ella hasta los veinte años, y así vi muchas cosas de las que hacían los indios en aquella su gentilidad, las cuales contaré diciendo que las vi.”

Por exigencias de la Corona, el padre abandonó a la familia americana, pero le dejó buena dote al hijo, que le sirvió para que pudiera, algún día, marchar a España. Más o menos, a la edad de veinte años, o un poco más, decidió el peruano viajar a la península española un tiempo después, de la muerte de su progenitor.

En España, ingresa el Inca, en lo militar y alcanza también el grado de capitán. Era un hombre inteligente y amante de las letras y de la religión. Logró a través del conquistador Gonzalo Silvestre, datos importantes para escribir su primera obra: La Florida del Inca.

Sin problemas financieros y con un interés extraordinario por el estudio de la historia y deseo ferviente de lecturas, comienza a frecuentar los círculos humanísticos de las ciudades de Sevilla, Córdoba y otras. Quizás conoció a Luis de Góngora y a Miguel de Cervantes, pero lo que si afirman los investigadores, es que el gran autor de Don Quijote, conocía la traducción que el Inca había realizado de Los Diálogos de amor de León Hebreo, un trabajo que dio a conocer en la ciudad de Madrid, en el año de 1590.

Con la misma determinación que su padre abandonó su nombre, así lo hizo el peruano. Se llamaría para siempre, el Inca Garcilaso de la Vega.

Es interesante señalar, que en Cuba se conmemoró el 400 Aniversario de  su fallecimiento y se presentaron en el Centro Cultural Dulce María Loynaz de la Habana, dos textos: el llamado Encontrando a un Inca, de José Antonio Mazzotti y una Antología, conteniendo estudios sobre Garcilaso, publicada también por este excelente crítico y por Eduardo González Viaña, Mazzotti, este estudioso de la obra y vida del Inca, había presentado en Casa de América, en la capital española, un ciclo de conferencias que fueron muy apreciadas por la intelectualidad que abarrotó el salón.

Es importante decir, que nunca el Inca, regresó al Perú, un país que siempre veneró cuando dijo haber escrito los Comentarios Reales. Forzado del amor natural de la patria”.

Los Comentarios Reales, ese clásico de nuestra lengua, se publicó en Lisboa, en 1609 dedicado el texto, a la princesa Doña Catalina de Portugal.

Menéndez y Pelayo y otros reconocidos críticos, han alabado la maestría y dominio del idioma castellano por parte de Garcilaso, sobre todo, en esta obra, que contribuye a enriquecer y profundizar los estudios históricos y literarios, en el universo de América española.

Garcilaso, siempre será una fuente de inspiración y descubrimiento. Para mis más jóvenes lectores o para los que se inicien en estos estudios, acercarse a los “Comentarios Reales”, siempre será  un deleite de conocimientos.

“Muchas leyes y costumbres verá que parecen a las de nuestro siglo, otras muchas oirá en todo contrarias. De mi parte he hecho lo que he podido, no habiendo podido lo que he deseado. Al discreto lector suplico reciba mi ánimo, que es de darle gusto y contento, aunque las fuerzas ni el habilidad de un indio nacido entre los indios y criado entre armas y caballos no puedan llegar allá”.

No por gusto, estas Crónicas, que recogen la historia, cultura y costumbres de los Incas y otros pueblos del antiguo Perú,  luego del levantamiento de Túpac Amaru II, en 1780, fueron prohibidas por la Corona española en todas sus colonias de América, por  considerarlas, materiales de carácter subversivo  que comprometían sus intereses y alentaban el recuerdo del Imperio Inca. Hay quien opina que estos Comentarios constituyen, la Biblia secreta de la Revolución. 

Para los que deseen internarse en este legado, no solo en el primer volumen que conforman los Comentarios, sino en el que se refiere a la Historia del Perú, publicado póstumamente en 1617, en la Ciudad de Córdoba, va dirigido este breve acercamiento a esta figura emblemática.

Debo apuntar, que exactamente en La Catedral de Córdoba, el Inca compró en 1612, la Capilla de las Ánimas. Allí su hijo fue sacristán. Cuatro años después, falleció este hombre excepcional y en ese lugar, fue enterrado y allí situaron una lápida que tiene grabada las siguientes palabras:

“El Inca Garcilaso de la Vega, varón insigne, digno de perpetua memoria. Ilustre en sangre. Perito en letras. Valiente en armas. Hijo de Garcilaso de la Vega. De las Casas de los duques de Feria e Infantado y de Elisabeth Mundo», Palla, hermana de Huayna Capac, último emperador de las Indias. Comentó La Florida. Tradujo a León Hebreo y compuso los Comentarios Reales. Vivió en Córdoba con mucha religión. Murió ejemplar: dotó esta capilla. Enterróse en ella. Vinculó sus bienes al sufragio de las ánimas del purgatorio. Son patronos perpetuos los señores Deán y Cabildo de esta santa iglesia. Falleció a 23 de abril de 1616”.

Fue en 1978, del Siglo pasado, que el rey Juan Carlos I de España, hizo entrega al Perú, de una arqueta, una especie de pequeña arca, con parte de las cenizas del Inca. Desde esa fecha, parte de  sus restos reposan en la Catedral del Cuzco.

Esta ciudad, Cuzco o Cusco (en quechua sureñoQusqu o Qosqo) donde, como ya hemos dicho, es el lugar del nacimiento de este cronista, es una ciudad del sureste del Perú, ubicada en la vertiente oriental de la cordillera de los Andes. Debe conocerse que el Cuzco, que fue la capital del Imperio Inca, es considerada la capital histórica del país. Fue declarada en 1983, Patrimonio de la Humanidad, conocida como “La Roma de América” y un lugar interesantísimo, visitado por turistas de distintas partes del Mundo.

El Inca Garcilaso de la Vega, considerado “el príncipe de los escritores del Nuevo Mundo” integra  esta trilogía de grandes clásicos, para orgullo de la cultura de América y del Mundo.



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