Cuba y el Partido Revolucionario Cubano: (1895-1898) II Parte


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Un hecho de nuestra historia, poco recordado a pesar de su trascendencia política: la disolución del Partido Revolucionario Cubano (PRC, fundado por José Martí) el 30 de diciembre de 1898, por decisión de su Delegado Tomás Estrada Palma y el acatamiento y acuerdo de la misma por el Cuerpo de Consejo de Cayo Hueso del 2 de enero de 1899, que reflejó en el acta de ese día lo convenido previamente en la asamblea del día 30.

José Martí y Pérez había ideado y creado el PRC en 1892 contando con el apoyo de la emigración cubana revolucionaria radicada principalmente en los Estados Unidos de América. El propósito fundamental del primer partido político de los independentistas fue la organización y el apoyo a la guerra necesaria,[i] lograrla liberación de la Isla de la metrópoli española. También respondía al diseño e instauración futura de un proyecto moderno de república totalmente independiente y democrática, “con todos y para el bien de todos”, había explicitado Martí.

Por tanto, este partido independentista tenía objetivos políticos ideológicos que irían más allá del final de la contienda bélica y del reconocimiento de la misma  por sus vecinos americanos. En particular, alertaba sobre la potencia imperialista en pleno desarrollo, los Estados Unidos de América, de sus intereses hegemónicos sobre Latinoamérica y el Caribe.

Ahora bien, la temprana muerte del Delegado y líder del Partido Revolucionario Cubano José Martí, en el combate de Dos Ríos, el 19 de mayo de 1895, cambióel curso de la historia.  A partir de ser confirmada públicamente la grave noticia, el 17 de junio de aquel año, fue evidente el vacío del liderazgo martiano.Tomás Estrada Palma, una personalidad de la emigración cubana, no designada expresamente por Martí para sustituirlo en su cargo, fue electo con la aprobación de los clubes de emigrados que formaban la estructura del PRC en esos momentos.[ii]

Estrada Palma, nacido en Bayamo, de origen socioclasista terrateniente, contaba con algunos méritos muy significativos: “Era visto como la personificación del vínculo de la Guerra del 68 y la que convocara Martí, no sólo en una consideración generacional, sino también en un plano institucional, pues había sido presidente de la República en Armas, no había claudicado ante el enemigo ni aceptado en ningún momento los términos del Pacto del Zanjón…” (Hidalgo;7)

Por otro lado: “No eran desconocidas su simpatía por las instituciones y características de la política de los Estados Unidos, ni la adopción de la  ciudadanía de este país…” y “su anexionismo, en cuanto a expresión pública, se había atenuado considerablemente, hasta dar la apariencia de ser un criterio personal que supeditaba a las aspiraciones mayoritarias del pueblo cubano”. (Hidalgo; 7)

Además, otros rasgos negativos de su personalidad: autoritario, centralizador del poder del partido en sí mismo, lo alejaron de las concepciones democráticas que le fueran impartidas por su creador y fundador, disminuyendo notablemente, la participación de las bases populares organizadas a través de los clubes revolucionarios. Igualmente, unificó  en sí funciones representativas del gobierno en armas, una vez fundado este: “En ninguna ocasión Martí consideró que el Delegado ocupara, a la vez, la representación del gobierno… sino por el contrario, reitera el papel subordinado de la organización de los emigrados a la de los cubanos en armas”. (Hidalgo:8)

De los dos candidatos propuestos a la emigración revolucionaria para el cargo de Delegado, Gonzalo de Quesada y Tomás Estrada Palma, este último fue votado mayoritariamente el 10 de julio de 1895.

El historiador cubano Francisco Pérez Guzmán nos dice sobre su participación en el primer Consejo de Gobierno:[iii] “Estrada Palma, que en Nueva York había ascendido al cargo de delegado del Partido Revolucionario Cubano tras la muerte de José Martí, fue designado agente general del gobierno en el exterior. Ello produjo una situación… mediante la cual fue subvertido el Partido Revolucionario Cubano”. (Instituto: 454)

Desde luego, a la dirección políticamente inapropiada de Estrada Palma, se unieron otros elementos y circunstancias históricas que posibilitaron el debilitamiento institucional del PRC, que no alcanzó a lograr la unidad de las diferentes corrientes ideológicas que existían en el movimiento independentista, ni permitieron su necesaria hegemonía sobre ellas.  

Las contradicciones evidentes entre el Delegado, el Consejo de Gobierno y el Ejército Libertador, se añaden… Una consolidación de la emigración cubana revolucionaria dentro de los Estados Unidos de América, que tuviera peso significativo en las decisiones domésticas del país anfitrión, capaz de neutralizar, al menos, las aspiraciones anexionistas del gobierno yanqui y de los grupos de cubanos afines a esa tendencia imperialista; amén de la intervención militar estadounidense en la guerra contra España, por motivos “humanitarios” y “pacificadores”…

Finalmente, deseo subrayar el mayor efecto de la disolución del Partido Revolucionario Cubano, fue el punto de partida de las que le seguirían en breve: las del Consejo de Gobierno, el Ejército Libertador y la Asamblea de Representantes -la más alta autoridad política en Cuba-. Así: “Descabezado y disperso, el movimiento independentista no participaría como una fuerza organizada en la modelación del futuro de Cuba”. [iv] La desunión como factor político predominante, determinó, una vez más durante las luchas anticolonialistas, el fracaso del objetivo revolucionario principal: la independencia y soberanía total del Estado Nación. Una lección amarga que no podemos ignorar hasta hoy día; un acertijo crucial con una sola respuesta: la unidad consciente de los cubanos y cubanas.

 

 

Nota:

[i] La Autora de este trabajo ha destacado en letras cursivas aquellas palabras que consideró claves en el artículo.

[ii]Ibrahim Hidalgo de Paz aclara este aspecto del proceso en su minucioso estudio del proceso que se inició en aquella fecha de junio y culminó con la disolución del partido  casi 3 años después: el estudio cuidadosamente documentado, rescata un tema delicado, pero de gran hondura, alrededor del cual no se había pronunciado suficientemente la historiografía cubana. Ibrahim Hidalgo Paz, Cuba 1895-1898 Contradicciones y disoluciones, Centro de Estudios Martianos y Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana, La Habana, 1999, (361 pp.) Premio anual de investigaciones 1998 del Ministerio de Cultura.  En 2020 este autor recibió el Premio de Ciencias Sociales.

[iii] Francisco Pérez Guzmán, “La Revolución del 95. De los alzamientos a la Campaña de la Invasión”, en: Instituto de Historia de Cuba, Las Luchas por la independencia nacional y las transformaciones estructurales 1868-1968, Editora Política, La Habana, 1996, p. 454.

[iv]Conclusión a la que llega el historiador cubano Oscar Zanetti Lecuona en su artículo “Nación y modernización, significado del 98 cubano”, del mismo autor en: La República: notas sobre economía y sociedad, p.25.


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