De cómo Emilio Vega y Pedro Lugo “El Nene” corrieron el riesgo de tentar a la memoria


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¿Qué tienen en común Vicentico Valdés, Emilio Vega y Pedro “El Nene” Lugo?

Sencillo: Un universo musical en el que se encuentran, al menos, tres coincidencias fundamentales y una gran ausencia. Vicentico Valdés, lo mismo que “El Nene”, fue cantante de sones en un septeto; Vicentico en el Nacional y en el Jabón Candado, “El Nene” en Los Jóvenes Clásicos del Son y después con su agrupación Son del Nene. Emilio Vega se suma a esta cadena en su carácter de percusionista. Vicentico proviene de una familia de percusionistas –se dice que al igual que sus hermanos Marcelino y Oscar Valdés dominaba la percusión afrocubana—y “El Nene” conoce y domina el mundo de la rumba y dicen que es un buen quinteador. Los tres siempre han sabido rodearse de talentosos músicos y han manejado un repertorio interesante y ecléctico. Emilio como músico y productor discográfico; mientras que Vicentico y “El Nene” como intérpretes han tenido esa misma inquietud.

La ausencia, antes mencionada, es la no coincidencia en tiempo y espacio.

Vicentico Valdés -a pesar que desde los años cuarenta se radicó en los Estados Unidos- siempre estuvo cerca, al alcance de un giro del dial. La emisora radial COCO le ha mantenido presente por más de cincuenta años. Fue el único de los artistas cubanos radicados en cualquier lugar del mundo que siempre estuvo en la vida musical cubana, aunque muchos de sus discos posteriores a 1960 nunca hayan llegado a nosotros.

Vicentico fue un ídolo de los años cincuenta por su manera de decir la canción y el bolero. Sus giros vocales muy particulares y el valor de las orquestaciones y arreglos que le acompañaron hicieron que sus piezas adquirieran carácter de únicas; bien fuera con su orquesta, con la orquesta de los Hermanos Palmieri acompañándolo o con cualesquiera de las grandes bandas latinas de la ciudad de New York. Su estilo musical y vocal era inimitable y todos los compositores a los que cantó le estuvieron agradecidos. Vicentico grababa, Vicentico pegaba: era un hombre hit.

Emilio Vega, “El Nene” y este servidor crecimos escuchando y, se puede afirmar, amando a Vicentico Valdés. Nos lo inculcaron nuestros mayores. Y pasado un cuarto de siglo de su muerte, cuando parecía que su voz y su estilo estaban condenados a vivir silenciosamente en el abultado libro de la historia; Emilio Vega se atreve a producir junto a la EGREM un disco homenaje a una de las mejores voces de la canción cubana de todos los tiempos y apuesta –como suele siempre hacer el “otro big man”—a lo que menos el público espera: a la voz sonera de Pedro “El Nene” Lugo.

Cómo hacer un disco homenaje a Vicentico sin repetir (algo complicado) los estilos musicales que le caracterizaron, o cómo hacerlo sin generar una caricatura sonora como ha ocurrido con otros proyectos referidos a importantes músicos cubanos de otros tiempos. Sencillo, apelando musicalmente al formato musical cubano menos conocido en la carrera de Vicentico Valdés: el  conjunto sonero y recrear algunos de sus éxitos.

Me faltabas tú, así ha sido titulado el CD; y creo que como título cumple las expectativas que pudieron trazarse los productores; sobre todo Emilio Vega, quien por vía paterna sabe y conoce los secretos de cómo se escribe un buen bolero. Me faltabas… parte del tema homónimo escrito por José Antonio Méndez y recoge temas de Piloto y Vera, Martha Valdés, Humberto Jauma, Rey Díaz Calvet, entre otros importantes compositores cubanos.

Haber apelado al conjunto sonero por parte de los productores tiene también otra intención: homenajear –desde estos tiempos—y rendir tributo a ese formato en su rol de formación capaz de acompañar a cualquier intérprete más allá del son; lo que deja abierta la puerta a la memoria y se puede pensar, de soslayo, en la Sonora Matancera. Entonces el homenaje es por partida doble.

Emilio Vega y los músicos que le acompañan en los atriles demuestran total dominio del oficio; no solo del de ejecutar, sino del de (re)crear sobre estructuras musicales conocidas. Y aquí se hace notar la que considero como la mayor virtud de Emilio como productor: respetar conceptualmente la tradición y saber reinterpretarla desde las dinámicas de su tiempo. Eso también es loable y entra en la categoría de “arte sonoro bien hecho”.

Por su parte “El Nene” hace lo suyo con una honorabilidad a toda prueba. No imita a Vicentico, simplemente lo disfruta; lo canta como cualquier mortal lo ha hecho por más de sesenta años; no le importa que por momentos cruce la delicada raya que separa la autenticidad de la imitación. Él canta cada tema como si quisiera emparentar su voz con la de Vicentico.

Guitarra, trompeta con sordina, marcha de bongoes y tumbadora, piano y un golpe de bajo que cruzan fugazmente por todas las variantes permitidas dentro de la música cubana. Cada instrumento habla cuando debe hablar; gime a tono con el cantante. ¡Puro sentimiento!.

Hay al menos tres generaciones de cubanos que nunca escucharon a Vicentico Valdés; son esas mismas generaciones que sí saben quién es “El Nene” y conocen a Emilio Vega. Esas tres generaciones incluyen a músicos y algunos que otros cantantes que, por ignorancia, desdén o simplemente por un acto de negación barata, no entienden o no entenderán esta propuesta discográfica; tal parece que no les pertenece… ¡qué pena!… el universo parece quedar estrecho a su cosmovisión cultural…

La docencia, en este caso es gratuita… La memoria, merece un espacio, respeto y un disco como este…


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