Yo tenía una abuela que me contaba muchas cosas de Oshún y me decía  de cómo había que defenderla, porque la gente hablaba boberías sin conocerla y siempre la ponían como una santa puta cuando en verdad era una virgen santa, según mi abuela.

Mi abuela me contaba muchas cosas de Oshún, de sus virtudes y defectos que eran menos que los primeros, de sus sacrificios y dolores, de cómo quiere y defiende a sus hijos.

Una vez mi abuela a mí me dijo que Oshún nació de una lágrima que cayó en un río.

Que un día Olofin bajó del cielo y se puso a andar por la tierra en busca de lo qué había creado. Olofin todo lo recorrió y todo lo que encontró no fue más que maravillas: los árboles, las frutas, las plantas, las aves, los animales, el río, el mar, los peces, las flores, las montañas, el tiempo y un tremendo olor a humanidad por venir. Todo era felicidad.

Dice mi abuela que Olofin vio pasar una bandada de palomas y les gritó: “Adiós palomas mías que felices vuelan”. “Así es, señor del otro mundo, aquí todos somos felices, pero nuestra única preocupación es la humanidad que está por llegar”, respondieron las palomas.

Dice mi abuela que Olofin siguió su ruta, y al llegar a la orilla de un río se sentó a llorar por lo que había escuchado. Tanto lloró el viejo Olofin que el río creció y así nació la Venus lukumí.

De cuando Oshún bajó a la tierra

Mi abuela me contaba cosas que a veces no tenían ni pie ni cabeza. De las cosas que me contó mi abuela yo me recuerdo que un día Obatalá, después de haberle dado forma a los seres humanos, le preguntó a Olofin:

—Padre, ¿cuál será el destino de los hombres en la tierra?

—La esclavitud, le respondió Olofin

Obatalá, muy preocupado por la respuesta del padre, fue inmediatamente a ver a Orula, el dios de la adivinación.

Orula, papá dice que el destino de los humanos será la esclavitud, y yo no hice al hombre para eso.

“Qué el destino sea la esclavitud no quiere decir que no se pueda cambiar”, dice mi abuela que respondió Orula muy preocupado por la intranquilidad de Obatalá.

Embargado por la duda, Orula entonces decidió consultar el tablero de adivinación y salió el odu, “OshéMeyi”  donde dice que nació la esclavitud.

Obatalá se horrorizó.

Oshún, que lo observaba todo, al ver aquello salió corriendo donde su padre y le dijo muy afligida: “Padre, si la esclavitud es el destino de los hombres en la Tierra yo no me quedo en Orun (el cielo), me voy con ellos”.

Fue así que entonces todos los Orishas quisieron acompañarla y bajaron con ella. Por eso dicen que Oshún llegó con los esclavos a la tierra.