De la africanía en Cuba. Oshe Tura


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Hubo una época en el mundo en que la gente estaba sin hablar; solo hablaban los muertos. Olofin llamó a Orunmila y le preguntó:

- ¿Orunmila qué sucede en la tierra? Me han dicho que duzosori (la cabeza) no habla y que solo lo hacen los orishas a través de Ifá y del Dilogun, que Eledá (1) vive en la sombra y no puede expresarse.

- Banamí (mi señor), ¿quién le dijo eso?

- Me lo dijo Oshe Tura, que como tú sabes es el mensajero de todos los signos; el espíritu vital que se recibe con el soplo de la vida y que se pierde con la muerte, el hijo de Oshún Olarí, Iyá ni Ayé, jefa de las madres ancestrales.

- Mire padre, lo que sucedió fue que cuando Iwori Boshenshe llegó a la tierra rechazó la cabeza de los mortales para hablar.

- Hijo, yo respeto la decisión y el juramento de Iwori Boshenshe, pero además de los ebora (espíritus, egun) también la cabeza debe hablar. En el mundo hay mucho que pensar y que decir. Voy a mandar de nuevo a Oshe Tura a la tierra, prepárale el camino. Él será la boca que hable lo bueno y lo malo. Su palabra ha de ser sentencia que se cumpla.

Ifá le hizo ebó a Oshe Tura y le explicó cómo usar el poder que ahora tenía. Cuando éste llegó a Aiyé (la tierra), convocó a todos los orishas a una reunión y les dijo:

- Ustedes me conocen, soy Oshe Tura, el dueño del ashé de la palabra. Me llamo Ashedá, soy el representante directo de Eshu Elegbara y estoy llamado a darle la palabra a la cabeza. Pero no basta babani por babiní (hablar por hablar).

La palabra para decir algo ha de tener fuerza. Esa fuerza, ese poder será el ashé que yo daré y que me dio nuestro padre Olofin.

Tengan cuidado de no ser víctimas -agregó Oshe Tura- de acechanzas y agresiones, porque su realidad transcurrirá bajo la tensión de los extremos opuestos de la existencia: la vida y la muerte; les advirtió categóricamente sobre el peligro de establecer relaciones con personas de mala conducta y no menospreciar a nadie, ni a grandes ni chicos. Hay que ser imparcial, ah… y no coman malanga, porque cuando buscaban a Oshún para matarla, ella se salvó escondiéndose entre las grandes hojas de un campo de sembrado de ewé kokó y no pudieron encontrarla.

Los 16 meyis de Ifá no estuvieron de acuerdo en aceptar las palabras ni el poder de Oshe Tura, como tampoco lo estuvieron Olokun, Boromu, Brosia, Orishaoko, Oba, Ozain y Ayao, quienes se encontraban ausentes.

Irritados se fueron para a ver a Olofin y expresarle su descontento.

Olofin sin perder la paciencia les dijo:

- Miren hijos míos, cuando yo los convoqué para preguntarles qué querían ser, todos ustedes me pidieron ser reyes, menos Oshe Tura, quien solo me pidió el Ashé. Yo les dije que no yergan castillos en el aire, para que no se les desbaraten, y ustedes no hicieron caso. To iban eshu.

Los meyis insistieron.

Viendo Shangó la arrogancia y la falta de respeto de los meyis hacia Olofin, lanzó desde el cielo un rayo que quemó la casa donde estaban reunidos.

Fue entonces cuando Olofin dijo:

- A partir de hoy todos los awó tendrán que escribir el signo Oshe Tura a la derecha y en la parte más alta del tablero cada vez que vayan a hacer ebó.

Es aquí donde Eledá, con el nombre de Ashedá, está facultado para hablar como orisha por cada humano. Bajan los orishas a la cabeza menos Orunmila y quienes no asistieron a la reunión convocada por Oshe Tura.

Es en este odun donde nace la fuerza de la palabra.

 

Nota:

(1) (Eledá): Cabeza. Ángel de la guarda o santo de cabecera de una persona.

 


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