Desde la ley y el Arte rememoramos a Caturla

Hace unos días, en un recorrido de la Prensa cubana, por las escuelas de Arte de la ciudad de la Habana, visitamos la escuela elemental de música Alejandro García Caturla, Centro de referencia en la enseñanza de la manifestación en todo el país cuyo nombre se debe al destacado compositor cubano, pionero de la música sinfónica en Cuba.

“Muerto este compositor inusual, incorruptible en las sanciones por las leyes,
nos deja en un desamparo musical del que mucho tiempo tardaremos
en reponer por su universalidad sinfónica”

Nicolás Guillén

Sin embargo, lo más sorprenderte para nosotros fue reconocer en este centro el tesón, el talento, la responsabilidad y el compromiso que sostienen maestros y estudiantes con el legado del compositor cubano, antes abogado y más tarde juez, actividad que se vio obligado a sostener por sus necesidades económicas y por la cual sería asesinado el 12 de noviembre de 1940 con solo 34 años de edad, por un joven que debía juzgar ese mismo día.

Pierde así, físicamente, la música cubana, a uno de sus grandes creadores.

Alejandro García Caturla fue, junto a Amadeo Roldán uno de los grandes cultores de la música contemporánea cubana.

Desde los quince años comenzó a crear y fue tan furtivo su talento que, al año siguiente en 1922, ya ocupaba una plaza entre los violines segundos de la nueva Orquesta Sinfónica de la Habana.

Aun cuando estudió en París, como alumno de Nadia Boulanger, compositora, pianista, organista, directora de orquesta, intelectual y directora francesa, los ritmos afrocubanos son marcados en su música, visibles desde que funda, en 1932, la Sociedad de Conciertos de Caibarién dando a conocer obras de Falla, Ravel, y Debussy, compositores clásicos en la historia de la Música Universal.

Mientras mostraba, a partir de su batuta el amplio panorama de la música internacional, posicionaba las obras escritas por él, incluso en gran parte del mundo, de esta manera puso a consideración del público español Tres danzas cubanas para orquesta sinfónica, Bembé, en La Habana y Obertura cubana, la cual ganó un Premio Nacional en 1938.

Entre sus creaciones más famosas se encuentran No quiero juego con tu marido, La viciosa, y Tres danzas cubanas.

A Caturla no solo se le recuerda desde su obra musical y en el quehacer de niños y jóvenes que estudian la música teniendo al importante compositor como uno de los autores más auténticos dentro del arte musical en Cuba. Un volumen con 42 cartas manuscritas por él demuestran la capacidad amatoria, la responsabilidad social, y paterna del músico jurista, en momentos en los cuales se desarrollaba en labores legales, entre los años 1930 y 1938, cuando desde los juzgados cubanos de Ranchuelo, Palma Soriano, Quemado de Güines y Santa Clara figuró como juez Municipal enfrentando la corrupción político administrativa y las contravenciones sociales y ciudadanas mientras, al mismo tiempo, se pronunciaba como promotor cultural, compositor afrocubano y crítico artístico.

Este privilegio de conocer particularidades intimas, en 42 cartas inéditas de interés familiar dirigidas a Catalina Rodríguez, quien fuera la segunda esposa del universal músico asesinado en 1940, se convierten en un privilegio que conserva pasajes de su vida y obra desde la entrañable relación del compromiso y la sensibilidad, ambos permeados de un temperamento irresistible, de gran coraje e independencia, de quien se enfrentó a las limitaciones reaccionarias de su país desde la ley y el Arte.

Presente siempre su obra académica, impresionista, poli rítmica y cubana, defensora de lo negro, desde la temática, como elemento de especulación artística, de manera profunda y personal.

Desde la poesía también se recuerda a este artista adelantado a su tiempo, capaz de dar un perfil propio a la música latinoamericana.

Regresando, otra vez en el tiempo, a las palabras del poeta nacional Nicolás Guillén expresadas a propósito de su muerte rememoramos a Alejandro García Caturla: “En un molde oscuro depositó su semilla de hombre”