Diana Balboa: “Me busco y me encuentro en el grabado”


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Para el primer semestre del próximo año la reconocida grabadora y pintora Diana Balboa prepara una exposición personal a disfrutarse en la Casa Carmen Montilla, de la Oficina del Historiador, que incluirá tres versiones de una misma obra, algo sui generis porque “será el soporte el que marca la diferencia”.

La Balboa (Cienfuegos, 4 de agosto de 1945), en dialogo exclusivo con el Periódico Cubarte, reveló que la muestra es “una manera de apreciar cómo las técnicas varían, sustancialmente, lo que uno pretende” porque la obra “que se concibe a partir del grabado cuando se reinterpreta desde la pintura el resultado es otro”, dijo.

Esta exposición incluye una técnica no muy vista en Cuba…

Hace un tiempo visité España y estuve trabajando en un taller de la ciudad de Valladolid. Allí aprendí una técnica, muy de ese lugar, que se realiza a partir de la pulpa de papel; es una labor artesanal y hermosa que implica un largo proceso para crear, con tus propias manos, el soporte.  Me fascinó el resultado porque ofrece unas posibilidades tremendas en cuanto a texturas. Luego, llevé esa obra a la pintura y lo obtenido fue completamente diferente, es decir, que la pintura te va dando otro tipo de emociones, de sentimientos y de pasiones.

Inicialmente concibes el grabado, que luego deriva en otra obra sobre pulpa y, después, pasa a la tela empleando el acrílico…

Así mismo, y cada soporte demanda lo suyo. No quiero decir con esto que la pintura es más explícita que el grabado sino que es otro enfoque, otra manera de hacer. Por ejemplo, tengo una litografía realizada hace algún tiempo atrás que tiene una guitarra con elementos vegetales, quizás, asumiendo el espíritu de Amelia Peláez por el empleo de las plantas y la fuerza de la naturaleza. Esa litografía derivó en una xilografía y, luego me fui a la pulpa, y cuando creía que tenía todo resuelto me desvié hacia la pintura. Otra de las obras nació al fallecer el trovador Santiago Feliú, que tocaba la guitarra a la zurda con las cuerdas a la derecha: era algo extraordinariamente raro. Además Santy es una expresión de lo que se es o no: soy zurdo o soy derecho; soy trovador o soy poeta.

Pero, ¿todas las obras que conformarán la muestra parten del grabado?

A veces nace de una litografía y otras de la xilografía, es decir, siempre de la estampación hacia la pintura. Me busco y me encuentro en el grabado y, luego, lo llevo a la pintura.

Tienes una parte del trabajo adelantado.

A mí no me gusta trabajar para una exposición: creo que me he ganado el derecho de hacer lo que quiera. Estoy produciendo bastante obra y luego —de conjunto con la curadora—seleccionaré cuál se incluye y cuál no.

Algunos, erróneamente, aun consideran que el grabado es un arte menor y para mí ¡es mayúsculo! Me siento, sustancialmente, una grabadora a pesar de que pinto, hago cerámica y diseño gráfico. Desde el año 1969, mi aliento, mi razón de crear está en el Taller Experimental de Gráfica de La Habana; allí aprendí todo lo que sé gracias a  maestros tan relevantes como Pepe Contino, José Luis Posada —el gallego Posada—Armando Posse y Roger Aguilar, entre otros. Ellos me enseñaron el mundo del grabado y en ese taller surgió la pasión de lo que implica la impronta del resultado grabado: la emoción de levantar una cartulina y ver qué quisiste hacer y qué fue lo que te dijo el grabado que tenías que hacer. El grabado es un oficio de gran entrega y de grandes sorpresas.

He seguido tu obra desde hace muchos años y he visto tu desarrollo. Hubo una serie muy objetual que agrupaste en una exposición titulada Formato roto y ahora con el empleo de la pulpa percibo que la tridimensionalidad es algo que se asoma otra vez. ¿Es un criterio subjetivo?

No te equivocas. Incluso, en estos momentos tengo un bajo de madera, antiguo, que voy a incluir en la muestra. Con ello quiero decir que no me voy a apartar de ninguna de las técnicas en las que he incursionado. Ese bajo, por ejemplo, lo voy a vestir de grabado y tendrá su presencia pictórica. Los lenguajes contemporáneos no tienen límites y sería un error apartar lo objetual de lo planimétrico. La separación entre el grabado, la pintura o la escultura, no existe porque las fronteras tienden a disolverse.

Hace dos años sorprendiste al utilizar mapas a manera de soporte. Sin embargo, ahora han desaparecido completamente, ¿quedaron atrás o es una ventana aun abierta?

Los mapas tuvieron su momento y fue precioso: se vieron en la oriental provincia de Guantánamo, en La Habana y, también, en Madrid. Fueron apuntes de viaje que realicé en un momento específico. No hay que olvidar que la cartografía antigua incluía dibujos —monstruos, ciclones, neblinas— porque en ese entonces no todo el mundo sabía leer y había la necesidad de interpretar lo plasmado. Me apoyé en la idea de la imagen gráfica sobre el mapa. Esa serie surgió durante un viaje a Europa y como no tenía donde dibujar, lo más cercano que había eran los mapas que te ofrecen por todos lados. Fue un momento específico de mi vida y creo que no lo voy a retomar.

En la propuesta expositiva en la que estás trabajando me percato que la paleta ha variado, es decir, de los carmelitas y sienas has “emigrado” al amarillo, al rojo, al azul, ¿qué ha pasado?

Tal vez es que como ya cumplí los setenta años, quiero verlo todo en colores: con optimismo, alegría, luz, feliz de lo que he vivido y lo que tengo a mi alrededor. Quiero ver la vida con hermosura.

En los últimos años en más de una ocasión has intervenido obra de otras creadoras que se expresan a través de la fotografía, ¿por qué te interesa esa forma de crear?

Quizás porque mi mayor escuela ha sido el Taller de Gráfica y allí el trabajo es colectivo. En el Taller estás sometida al constante opinar de los colegas, al acercamiento físico e intelectual, al sudor del otro, en definitiva, al contacto humano que para mí es vital. Quizás por eso siempre necesito confrontar lo que hago y el trabajar sobre la obra de otra artista es como sumergirse en un mar ajeno, pero tentador.

¿Te consideras, entonces, una mujer de taller?

Definitivamente. Me gusta la soledad, pero esos momentos de intimidad parten de una anticipación que es mi reencuentro con mis colegas, con la calle, con la gente, con la Cuba de hoy.

¿Otros planes para el año próximo?

Tengo el honor de haber sido invitada a participar en una muestra colectiva que se inaugurará el 28 de enero y que rendirá tributo a los 500 años de la fundación de La Habana y los 20 de Habana Radio, emisora adscripta a la Oficina del Historiador. El tema es Martí en La Habana o La Habana de Martí. Es un reto y una responsabilidad que asumo con gran placer y compromiso.


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