Diseños que visten lo cubano y… caribeño


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Fotos: Ariel Cecilio Lemus.

La 4ta. Semana de la Moda en La Habana, bajo el lema “Artesanía e Identidad”, volvió a poner en evidencia, en los desfiles realizados entre el 20 y 24 de noviembre, en esta ocasión en el Pabellón Cuba de La Rampa habanera, el rico caudal existente aquí, donde se cruzan creadores llegados desde las artes visuales, diseñadores, bailarines/coreógrafos, estilistas, orfebres, artesanos en una palabra, quienes en una manera mancomunada “visten” los trabajos con sus sueños, talento, creatividad íntima, para construir, desde lo más profundo de su ser, otra realidad sobre los más disímiles materiales.

El vestir es un arte. Con el paso de los años, el concepto de moda varía, como ente vivo que cambia con el tiempo, se desarrolla, para estar al ritmo de la vida. Cada país incorpora en ella sus tradiciones y cultura específica, al compás de la región geográfica, clima, anhelos, realidades y cuantos adjetivos puedan diseñarla a sus formas. Es, nadie lo duda, parte de la nacionalidad e idiosincrasia.

En los últimos tiempos, dado el auge tecnológico, las comunicaciones, globalización y migraciones, se entremezclan las culturas y los gustos. Amén que la actividad es realizada por más artistas que llegan desde otras latitudes creativas que la han enriquecido. Hay  modos y modas nuevos en cada región porque todo está entremezclado. Y Cuba no es una excepción.

Hay que agradecer a los organizadores, en primer lugar al Fondo Cubano de Bienes Culturales, la Asociación Cubana de Artesanos Artistas,  al grupo de la Semana de la Moda, y los coauspiciadores, entre los que se cuentan la Oficina Regional de la Unesco, la embajada de Francia, el Jardín Angélica, la cadena Iberostar, y otros, la realización de este encuentro, con mucho esfuerzo, que viene a llenar un vacío en esta importante área de las artes, siguiendo el camino de los desfiles de moda de Fiart, y Arte Moda, predecesores, que resultan aportes esenciales a este menester en Cuba.

Para nadie es un secreto que, con el tiempo, la manera del vestir cotidiano cubano ha ido en franca decadencia. La otrora conocida elegancia de la mujer cubana, y por qué no, del hombre también, en muchos casos ha cedido, por causas muy diversas, a una manera de vestir diríamos descuidada y, en algunos casos, lindando con lo chabacano —que cada día más “envenena” nuestro ambiente—, condicionada por “gustos” importados que nada tienen que ver con nuestra idiosincrasia, cultura y clima. Algo que, desgraciadamente, se ha ido  pasando —en gran parte de la población— como los genes, de padres a hijos, y vemos entonces a los pequeños vistiendo a la “manera adulta”, sobrepasando etapas y creando estereotipos alejados de su edad y de nuestra realidad educativa/cultural.

De ahí la importancia de dedicar en este encuentro, el sábado por la mañana, a las colecciones infantiles, que en esta edición ocuparon, con tino y gracia, los diseñadores José Luis y Aimée González; Lariza Blanco y el proyecto Fresko. Hubo interesantes creaciones en lino, algodón, algunos elementos artesanales, donde se rescatan en nuestro presente, trajes idóneos y acordes con los infantes.

LO BUENO HAY QUE IMITARLO

La 4ta. Semana de la Moda de La Habana (SMH), enfocó un conjunto de creaciones que pudieran ser imitadas, o al menos constituir un patrón por el cual modelar la manera de vestir cubana y caribeña —en esta ocasión llegaron artistas de tres islas de esta área geográfica: Martinica, Guadalupe y Guyana Francesa—, sin olvidar lo mejor que pueda adecuarse a lo nuestro del exterior.

Entre los más de 70 diseñadores presentes, llegados de La Habana, Matanzas, Cienfuegos, Villa Clara, Sancti Spíritus, Ciego de Ávila, Granma y Santiago de Cuba, se pudo observar la combinación, en el vestuario, con trabajos de orfebrería, accesorios, joyería de valor artístico, y la utilización, en buena parte de lo mostrado, de tejidos nacionales acordes a nuestro clima como lienzo, gasa y algodón, sin olvidar las tradiciones con técnicas artesanales —que realza y distinguen el tema de la SMH— como el crochet o patchwork.

Hubo de todo, y también ciertos desbalances entre colecciones. Pero hay que resaltar el trabajo del jurado de admisión para lograr un buen equilibrio. Esto es algo en lo que no debemos fallar, pues la selección siempre debe ser lo más rigurosa posible, para dejar lo que verdaderamente se adecue al propósito fundamental de este evento: dar pautas claves al vestir nuestro, y tratar de mejorarlo.

Hubo muchas piezas imaginativas, elegantes, provistas de esa fantasía que no puede obviarse en este tipo de encuentros de la moda, pues exhalan creatividad e ingenio, surgido del mundo interno de los artistas que es siempre el alma y la magia de esta hermosa labor.

Llamó mucho la atención en estas pasarelas la originalidad del creador Evidio Perdomo, quien nos regaló y deleitó con su colección Divertimentos.

DIVERTIMENTOS

El destacado diseñador y artista regaló en la última jornada, cerrando la 4ta. edición, imágenes para el recuerdo con sus Divertimentos. Reutilizando el término, más allá de la música, enfocando su faceta alegre o de juego placentero en la creatividad, reunió el aniversario 120 de la presencia japonesa en Cuba (y en La Habana), con el Aniversario 500 de la Ciudad, para entregar una suerte de conexión extrasensorial que fue ampliamente ovacionada.

Son diseños que nacieron con marcada influencia japonesa y asiática, y donde aparecieron también interpretaciones de la Mulata de Rumbo y de la Giraldilla, así como un homenaje al estilo Dior, dibujado en su diseño perDIOR.

En sus piezas destacaban las apropiaciones del bordado Richelieu, el reciclaje de piezas de mezclilla, la fusión de diferentes piezas de vestir en una, el juego con los tonos y su reconocido estilo que tantos lauros le ha otorgado: el ensamblaje textil donde crea maravillas.

Es menester referirse aquí que Evidio se entrega a la moda desde una visión pictórica. Y cada pieza funciona para él como una pintura o una escultura. Detrás están las clases de “collage” recibidas de la maestra Antonia Eiriz, en la Escuela Nacional de Arte. Mientras que el dominio del color se lo agradece a la “escuela” que tuvo como ayudante de Servando Cabrera Moreno en sus años universitarios. “A estas dos personas, mi eterno agradecimiento”.

Por el camino, cada noche aparecieron trabajos dignos de mencionar, en unos se hacían eco nuestras mejores tradiciones, coloridos, adecuados tejidos que subrayan el lema del encuentro “Artesanía e Identidad”, en las labores de los creadores José Luis y Aimée González trabajando el lienzo con aplicaciones artesanales. También en este rubro es importante señalar la importancia del tejido y dentro de él, la permanencia/utilización de las técnicas tradicionales (crochet y bolillo) —casi desaparecidas en el mundo— que afloraron de manera actual con conceptos contemporáneos en algunas colecciones como las de Maya Sierra, Rosa Xiomara Valdés y Alexander Rodríguez, que ponen en primer plano lo nuestro, sin olvidar las destacadas camisas para hombres de Analú (lino e hilo), como recuerdos de una distinción al vestir del cubano que no se debe perder ni olvidar.

Elegancia y sencillez con diseños depurados acercó el artista Mario Freixas con su colección femenina Evocación de mi Habana, cuyas protagonistas fueron piezas de chaqueta/pantalón en lino, donde combinaba/recordaba el tiempo pasado y el presente que respiramos con aires de renovación.

Siguiendo esta línea es oportuno subrayar los trabajos del maestro Oscar de la Portilla siempre acompañados de un atractivo y garbo singular que alumbra las pasarelas, así como los de las diseñadoras Salomé y Laura Lis. Ismael de la Caridad se une a este grupo, pero siempre con una imaginación que “borda” en sus labores con una gracia particular para atrapar las miradas.

CREATIVIDAD, TEXTURAS, CUBANÍA

Por estos días, en el camino de las pasarelas encontramos momentos de admiración desde lo más profundo, unas veces por la originalidad de las propuestas, la manera de presentarlas, la diversidad de los enfoques que llegan desde nuestra hermosa cubanía que paseó también en los desfiles.

Abriendo la noche del jueves, el destacado orfebre Alberto Valladares desbordó creatividad, rescatando desde su imaginación un conjunto de joyas y objetos “surgidos” de un baúl sumergido en un galeón antiguo.

Con piezas que llevaban grabados los siglos de existencia de la capital surgió la colección Reflejos habaneros, en homenaje a los 500 años de La Habana. La añeja ciudad apareció en gestos impresos en formas/tonalidades en sus creaciones sobre plata, bronce y piedras preciosas, donde también deambulaban fantasmas, recuerdos oníricos que alcanzaron dimensión artística. Fragmentos de la ciudad de las columnas, máscaras y muchas otras aristas de la época colonial escapadas de la arquitectura, el paisaje, la danza, la cotidianeidad en todas sus dimensiones, trajeron sus labores de orfebrería cubana.

La luz del Caribe anidó, cual destellos metálicos, sobre las pieles de los modelos, de manera original, al ritmo de la música singular de Habana Compás —haciendo honor también desde el ritmo a la Ciudad Maravilla—, que dirige el maestro Eduardo Córdoba y algunos bailarines, que se transformaron en duendes recordando los primeros tiempos/habitantes fascinados por los metales… vistiendo el “ropaje” del arte.

En este acápite es menester referirse a otras colecciones que acercaron orfebres de la talla de Pauyet con sus imaginativas piezas, y el joven Oliva con esas filigranas que convocan tantos misterios de creación.

Fresko atrapó al auditorio con su propuesta de graficar en las ropas las memorias de otros épocas con objetos que constituyeron “íconos” para los cubanos que vivimos ese tiempo, mientras que el proyecto Manos acercó una selección de las organzas y los cortes de tendencias muy actuales incorporando, acertadamente, la pintura textil que es su sello.

Excelente idea de los organizadores traer al “ruedo” el desfile colectivo de Trusas, en el que se observó una combinación en los creativos trajes de baño, muy poco producidos en nuestro mercado a pesar de ser una Isla rodeada de mar. Vale la pena referirse a la interesante y diversa estética que trajeron a las pasarelas los artistas Joel Lujo, Alain Marzán y Michel Guevara en las diferentes maneras de vestir al hombre de estos tiempos…

Importante fue en esta edición la participación de artistas de Guadalupe, Martinica y Guyana Francesa, de nuestra área geográfica, el Caribe que, sin duda, enriquecieron los desfiles con muestras internacionales donde pudimos encontrar puntos en común y otros “regalos” visuales que pueden aportar ideas, conceptos para este trabajo de la Moda.

Y el evento teórico que refuerza, después de pasar los desfiles, el trabajo práctico, con la finalidad de desarrollar este campo de la moda en nuestro país que exhibe todas las condiciones, en talento, creatividad, historia, cultura, artistas…, para ser también centro de las miradas del mundo.

Pero sobre todo la Semana de la Moda de La Habana es una importante iniciativa que busca, no solamente enseñar las líneas actuales y las raíces del quehacer de los diseñadores, artistas/artesanos hoy, si no también reflejar la verdadera y tradicional cubanía en ese potente espejo donde todos debemos mirarnos.


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