El concepto de trabajo en la colección de fotografías de Fidel Castro


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El archivo histórico del Instituto de Historia de Cuba (IHC) atesora la colección número 12 que lleva por nombre Fidel Castro Ruz, tiene su origen en fotografías de Fidel que se encontraban dispersas sin procesar y tenían como procedencia común al antiguo Centro de Estudios Militares que radicaba en el Museo de la Revolución, el cual en el año 1987 se unificó con el IHC. La colección consta de agrupaciones fotográficas dividas en seis secciones: la sección número uno nombrada Actividad política revolucionaria antes de 1959, concentrada en las luchas estudiantiles, el asalto al cuartel Moncada, la estancia en la prisión de Isla de Pinos y el exilio en México y en Estados Unidos; la sección dos La actividad política entre 1959 y la década del ochenta, la cual tiene tres series - la serie 1 Actividades del año 1959, la serie 2 Década del 60 y la serie 3 Actividades en la década del 70 y el 80; la sección tres Relaciones internacionales, que también se divide en  tres series - serie 1 1959, serie 2 1960-1964, serie 3 1965-1986; la sección cuatro Niñez y  juventud, subdivida en las series 1 Familia y en la serie 2 Escuela; la sección cinco Fotos personales (donde aparece Fidel en el plano close up) y la sección número 6 Fotos de Fidel sin identificar, pertenecientes al período revolucionario; esta sección se encuentra abierta a nuevas descripciones cuando se conozcan los datos correspondientes, los cuales serían escritos en la planilla de la norma ISADG que es la norma universal de descripción archivística.  

Aunque la colección es un diálogo constante de unas secciones con otras y cada agrupación tiene valor al mostrarnos la trayectoria de un líder –no se puede explicar la vida de Fidel sin su niñez y juventud, sin las luchas universitarias, el asalto al cuartel Moncada y el exilio-, en el momento que procesamos la colección nos encontramos que la misma  posee dos características: la primera es que su aspecto más novedoso consiste en que el valor documental de mayor importancia se encuentran en las secciones 2, 3, 5 y 6 que representan la narrativa de la actividad política de Fidel después del triunfo de la Revolución, las cuales fueron tomadas por fotógrafos de estéticas muy diferentes (Osvaldo Salas, Korda, Jorge Oller…); la segunda es que puede ofrecer al usuario una visualidad revalorizada del líder de la revolución cubana, figura que pareciera agotada en imágenes que nos llegan a través de la prensa escrita y los medios de comunicación audiovisual, y que suele perpetuarse en la fotografía épica de inicios del proceso revolucionario olvidándose fotografías de otras etapas de nuestra historia después de 1959, incluso, muchas del periodo de la épica que no han salido a la luz.

En este artículo se insistiría en ver la colección desde el punto de vista de las huellas trazadas por el contexto sociopolítico del ambiente fotografiado y no como un estudio “anatómico-forense” o “taxidermista”, que se limita a describir con frialdad y distancia la materialidad de la imagen, obviando la significación de la misma. En este sentido podemos decir que las secciones de la colección están atravesadas por una lectura fundamental y es que, analizadas íntegramente, en ellas está presente el concepto de trabajo debido a que el mismo está representado denotativa y connotativamente. Dicho concepto según el diccionario Larousse en su versión digital del año 2014, se define como:  

La acción y resultado de trabajar, actividad desarrollada de forma habitual… por una persona en especial a cambio de dinero… cualquier actividad que requiere un esfuerzo síquico mental… lugar donde una persona desarrolla su actividad habitual… Producto de una actividad intelectual o artística.

Basándonos en lo aquí expuesto vemos a Fidel en las fotografías relacionándose   con diferentes grupos de trabajadores que abarcan las esferas productivas, de los servicios y de los sindicatos obreros; la educación, la cultura artística, el deporte, las relaciones internacionales, con las organizaciones políticas y de masas, religiosas, con las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) en los discursos televisivos, en conversaciones con líderes de la Revolución, con personas del pueblo y en plazas públicas, lugares donde se estaba dirigiendo a los trabajadores y cuyo contenido fundamental de esos discursos era la aplicación de las leyes revolucionarias para el beneficio popular.

Observamos que un aspecto está subordinado a otro porque no se puede hablar de cada uno de ellos en su estado puro. Debido a los radicales cambios anticapitalistas en la estructura productiva, a partir de 1959 tuvieron lugar transformaciones en la subjetividad lo que inevitablemente produjo una nueva institución cultural y educativa. Nos encontramos con organizaciones políticas de nuevo tipo y un grado de participación masiva nunca visto con anterioridad a 1959 canalizado a través de Federación de Mujeres Cubanas, los Comités de Defensa de la Revolución, la Unión de Pioneros de Cuba, la Asociación de Jóvenes Rebeldes, etcétera. Las relaciones internacionales a partir de 1959 se proyectaron hacia una nueva relación con el mundo no solamente a nivel de estados y gobiernos, sino que se atendió a los movimientos de izquierda, sindicales, a los partidos comunistas y a diferentes sectores de la sociedad civil interesados en la solidaridad con nuestro país. También una televisión empleada con fines educativos; los discursos de Fidel a través de este medio fueron ejemplo de un trabajo basado en una verdadera batalla de ideas. Las transformaciones efectuadas en los cuerpos armados, teniendo como actor político al Ejército Rebelde, fueron decisivas para un nuevo trabajo en el campo de la defensa nacional que tuvo su corpus administrativo a partir del 16 de octubre de 1959 en el Ministerio de las Fueras Armadas Revolucionarias (MINFAR), sustituto del antiguo Ministerio de Defensa Nacional.

El planteamiento anterior es la huella sociopolítica presente en la colección que deja una práctica discursiva de reafirmación de una institucionalidad, resultado de un proceso revolucionario que significó un cambio cualitativo, incluyente y participativo de la praxis laboral. Esto es una manera de ir más allá del estrecho marco en que entendemos y visualizamos el mundo del trabajo, ceñido a las fotografías vida sindical, a los congresos obreros, a los desfiles del primero de mayo y a las áreas productivas, obviando los múltiples y ricos significados que tiene el universo laboral aun cuando este no es del todo evidente en la imagen mostrada.

El análisis de las colecciones fotográficas de los archivos es una oportunidad para seguir articulando la conformación compleja de nuestra memoria histórica. Acercarse a la fotografía desde la Historia y las demás ciencias sociales, leerlas como textos que transmiten información en sí mismas, que tienen la misma importancia que los documentos escritos y no utilizarlas solamente como simple anexo a los libros investigativos o ensayísticos (tratamiento que también es válido), continúa siendo una tarea pendiente para el mejoramiento de las investigaciones donde la sociedad es el eje principal.

Vivimos en un mundo en el cual la imagen ocupa un lugar esencial y ellas son utilizadas de muchas maneras por los centros de dominación cultural capitalista, sistema que encuentra en la industria del entretenimiento su legitimación; también, lamentablemente, en nuestro contexto cubano a veces nos encontramos las imágenes de la revolución, entre las que se encuentran una gran cantidad tomadas a Fidel, utilizadas de una forma turística y superficial. Le corresponde al socialismo una educación visual sistemática, profunda y descolonizada como uno de los tantos caminos que ayudan a la constante construcción de un pensamiento crítico.


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