El maestro y el discípulo


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Habitualmente, los cubanos repetimos que Fidel ha sido un discípulo de las ideas de José Martí. Aducimos que en el año del centenario del nacimiento de nuestro Apóstol, en plena tiranía batistiana, Fidel fue uno de los organizadores de la marcha de las antorchas que salió desde la escalinata de la Universidad de La Habana hasta la Fragua Martiana, para no dejar morir al Maestro en su centenario. Unos meses después, en el juicio por los asaltos a los cuarteles militares de Santiago de Cuba y Bayamo, al ser preguntado quién había sido el autor intelectual de aquellas acciones respondió: José Martí.

 

Lo cierto es que Fidel recogió toda la tradición de lucha independentista de nuestro país y la hizo suya. Recordemos que en sus palabras por el centenario del alzamiento encabezado por Carlos Manuel de Céspedes el 10 de octubre de 1868, Fidel expresó la idea de que nosotros entonces hubiéramos sido como ellos y ellos hoy hubieran sido como nosotros.

 

En su última comparecencia en nuestra Asamblea Nacional del Poder Popular, Fidel concluyó sus palabras invocando los nombres de Máximo Gómez, Antonio Maceo y José Martí, como continuador de su obra.

 

Hurgando aquí y allá en el copioso legado escrito de Martí, se encuentran definiciones que muestran cuánto hay del ideario martiano en Fidel, tanto en sus ideas políticas, como en su visión ética.

 

Un paralelo entre ambos es obra que quizás alguien realice algún día. Ahora, apenas deseo indicar algunos ejemplos.

 

Todos recordamos la carta que Fidel le escribió a la compañera Celia Sánchez en la que le decía que después de derrotada la tiranía vendría una lucha más difícil. Se refería al enfrentamiento al imperialismo de los EEUU. ¿No es eso acaso lo que Martí le escribió a su amigo mexicano Manuel Mercado, la víspera de su muerte en combate en Dos Ríos, de que cuanto había hecho y haría era para impedir a tiempo con la independencia de Cuba que los EEUU cayeran con esa fuerza más sobre nuestra América?

 

Ese sentimiento de solidaridad con nuestra América lo mostró Fidel en Colombia y en su disposición de combatir a la tiranía de Trujillo en la República Dominicana desde su muy temprana juventud. Y la solidaridad con Puerto Rico la llevó hasta el punto máximo, reiterando que mientras hubiera un solo independentista vivo en Puerto Rico, lo apoyaría. La solidaridad con nuestra América la pudo desplegar al máximo de nuestras posibilidades después del triunfo de la revolución.

 

Ese tema merece un libro al menos.

 

Pero en estas líneas quisiera concentrarme en algunos aspectos éticos martianos sobre la conducta humana y veremos su reflejo en la vida de Fidel.

 

“El hombre vale, no por sus títulos de familia, ni por lo que hereda, sino por lo que por sí propio hace y conquista.” (5-361)

 

Hombre es algo más que ser torpemente vivo: es entender una misión, ennoblecerla y cumplirla.” (6-232)

 

“Hombre es el que le sale al frente al problema, y no deja que otros le ganen el suelo en que ha de vivir y la libertad de que ha de aprovechar. Hombre es quien estudia las raíces de las cosas. Lo otro es rebaño… Se busca el origen del mal: y se va derecho a él, con la fuerza del hombre capaz de morir por el hombre.” (2-378)

 

“¡Somos hombres, además de cubanos, y peleamos por el decoro y la felicidad de los hombres!” (4-243)

 

“Sobre cada un hombre debe pesar la carga toda del universo.” (2-374)

 

“En la mejilla ha de sentir todo hombre verdadero el golpe que reciba cualquier mejilla de hombre.” (4-270)

 

Esas definiciones de profundo contenido humanista caracterizan a Martí y a Fidel. Son las bases del patriotismo y el internacionalismo para los que saben que la patria es sólo la parte de la humanidad en la que nos tocó nacer.

 

Ambos estaban convencidos del valor de las ideas. Un militar negro –Sarría- protegió la vida de Fidel después del Moncada con una afirmación rotunda: las ideas no se matan.

 

Sobre las ideas Martí expresó:

 

“Sombra es el hombre, y su palabra como espuma, y la idea es la única realidad.” (4-387)

 

“Una idea justa que aparece, vence.” (5-105)

 

“Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedra.” (6-15)

 

“Si somos lo que somos, no es por nosotros mismos sino por la idea que encarnamos, que nos da autoridad y prestigio.” (22-13)

 

Esa convicción en la fuerza de las ideas está recogida en el concepto de revolución de Fidel. Tempranamente nos llamó a la batalla de ideas.

 

Pero las ideas han de materializarse en obras. Desde tiempos remotos, la Biblia advierte: por sus obras los conoceréis.

 

Martí indica:

 

“El pensamiento se ha de ver en las obras. El hombre ha de escribir con las obras. El hombre sólo cree en las obras.” (1-424)

 

Recordemos que Martí pensaba que hacer era el mejor modo de decir. Y con sentido práctico afirmaba:

 

“Las cosas no se hacen con lo que se desea, sino con lo que se puede.” (3-438)

 

¿No es acaso ese mismo sentido el que empleó Fidel para venir en el Granma?

 

Con respecto a la visión de la lucha revolucionaria en Cuba y su importancia fuera de ella Martí dejó claramente expresado lo que pensaba:

 

“En el fiel de América están las Antillas, que serían, si esclavas, mero pontón de la guerra de una república imperial …, y si libres serían en el continente la garantía del equilibrio, la de la independencia para la América española aún amenazada y la del honor para la gran república del Norte…”

 

Sobre la guerra de liberación contra el colonialismo español Martí dijo cosas que podrían parecer escritas para la revolución dirigida por Fidel.

 

“Mi patria escribe con sangre su resolución irrevocable. Sobre los cadáveres de sus hijos se alza para decir que desea firmemente su independencia.” (1-91)

 

“Y Cuba se levanta así. Su plebiscito es su martirologio. Su sufragio es la revolución. ¿Cuándo expresa más firmemente un pueblo sus deseos que cuando se alza en armas para conseguirlos?” (9-92)

 

Y frente a los anexionistas y los descreídos, timoratos y serviles, Martí precisaba:

 

“Cuba reclama la independencia a que tiene derecho por la vida propia que sabe que posee, por la enérgica constancia de sus hijos, por la riqueza de su territorio, por la natural independencia de este, y, más que por todo, y esta razón está sobre todas las razones, porque así es la voluntad firme y unánime del pueblo cubano”. (1-95)

 

Fidel compartió la siguiente visión martiana:

 

“Fundar en Cuba… una nación capaz de asegurar la dicha durable de sus hijos y de cumplir, en la vida histórica del continente, los deberes difíciles que su situación geográfica le señala.” (1-279)

 

A lo interno se pueden hallar estas coincidencias:

 

 Queremos la isla sana y trabajadora. Queremos la confianza y el respeto entre todos los que hemos de vivir juntos.” (1-395)

 

“Aquí vivimos con el corazón abierto a todos los derechos, y a todos los méritos, y a todas las glorias, de nuestro país.” (1-480)

 

Para los artistas y escritores, a quienes Fidel tanto atendió y procuró alentar y apoyar por primera vez en nuestra historia, Martí dijo algo que no debe olvidarse:

 

“Nuestra tierra tiene su color y su poesía, y nada ayuda tanto a la libertad como el conocimiento de que se es persona en sí, con raíces en el país en que se vive.” (5-350)

 

Son palabras dentro del espíritu de la obra de Fidel.

 

La siguiente valoración hecha por Martí parece escrita para los tiempos heroicos y difíciles que hemos enfrentado con éxito bajo la dirección de Fidel:

 

Un error en Cuba, es un error en América, es un error en la humanidad moderna. Quien se levanta hoy con Cuba se levanta para todos los tiempos. Ella, la santa patria, impone singular reflexión; y su servicio, en hora tan gloriosa y difícil, llena de dignidad y majestad. Este deber insigne, con fuerza de corazón nos fortalece, como perenne astro nos guía, y como luz de permanente aviso saldrá de nuestras tumbas.” (3-143)

 

Hoy los restos del mejor discípulo descansan cerca del maestro bajo la custodia permanente de la Patria. De sus tumbas brota esa luz permanente. El propio Martí ya había señalado:

 

“No es que los hombres hacen los pueblos, sino que los pueblos, en su hora de génesis, suelen ponerse, vibrantes y triunfantes, en un hombre.” (8-251)

 

“Nada es un hombre en sí, y lo que es, lo pone en él su pueblo. En vano concede la Naturaleza a algunos de sus hijos cualidades privilegiadas; porque serán polvo y azote si no se hacen carne de su pueblo, mientras que si van con él, y le sirven de brazo y de voz, por él se verán encumbrados, como las flores que lleva en su cima una montaña.” (13-34)

 

“Así se es hombre: vertido en todo un pueblo.” (6-314)

 

“Escasos, como los montes, son los hombres que saben mirar desde ellos, y sienten con entrañas de nación, o de humanidad.” (4-110)

 

Estos dos grandes de Cuba sintieron con entrañas de nación y de humanidad. Por eso la nación y la humanidad los respetan y admiran y honran.

 

Supimos por Raúl un encargo de Fidel para después del fin de su vida física. A esa decisión puede aplicársele este pensamiento martiano:

 

“En hombres como en pueblos, la mayor humildad es corona.” (4-381)

 

Durante nueve días hemos realizado las honras de la nación a Fidel en todo el país. Martí advertía que:

 

“Honrar a los que cumplieron con su deber es el modo más eficaz que se conoce hasta hoy de estimular a los demás a que lo cumplan. Honrar a los muertos es vigorizar a los vivos.” (15-109)

 

Nos queda por delante seguir la obra, perfeccionarla, hacerla mejor cada día por respeto a los que nos han traído hasta aquí y porque entendemos que es nuestra misión a ennoblecer.

 

Como nos enseñaron Martí y Fidel

 

“Se ha de tener fe en lo mejor del hombre y desconfiar de lo peor de él. Hay que dar ocasión a lo mejor para que se revele y prevalezca sobre lo peor. Si no, lo peor prevalece.” (6-22)

 

Somos los herederos y guardianes de la grandeza patria y los continuadores de la obra. No tenemos otro derecho que no sea trabajar con inteligencia y tesón para la patria de felicidad compartida, próspera y buena, generosa y solidaria, la patria que soñaron y pusieron en nuestras manos Martí y Fidel, la patria soñada por muchas generaciones de cubanos dignos.

 

 

 

Nota: Las citas de José Martí están tomadas de las Obras Completas publicadas por la Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975. Al final de cada cita se indican, entre paréntesis, los números del tomo y la página correspondiente.


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