El viaje del héroe. Imágenes en la memoria popular


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Al repasar las mitologías de los pueblos del mundo, puede comprobarse que sus héroes tienen mucho en común entre sí. Es fácil confirmar, que en casi todas hay un viaje de este personaje al final del cual, generalmente de una u otra manera, se produce un regreso triunfal.

Según el acreditado investigador Joseph Campbell, “el viaje del héroe” es patrón repetido una y otra vez. En el transcurso de este, el protagonista, suele pasar a través de ciclos o aventuras similares en todas las culturas. Al iniciar este viaje, por lo regular el héroe es conminado a salir de su ambiente social habitual, para desarrollar su aventura personal. Expuesta por una serie de tareas, para obtener algún preciado bien, luego de lo cual retorna al lugar de origen (1). En medio de este viaje, el héroe debe vencer ciertas etapas. Así lo hemos visto reflejado desde textos tan antiguos como el Mahabharata de la India; el mito sumero-acadio de Gilgamesh; la Odisea de Homero; el Corán; el Iching; o la mismísima Biblia.

El archipiélago cubano, aunque muchos no se han dado cuenta, ha sido testigo en más de una ocasión de estos heroicos viajes. Fue aquí donde culminase la más famosa travesía de Cristóbal Colón, cuyo “retorno del héroe” llevó a los reyes de España, un asombroso mundo nuevo que explotar. Aunque los resultados finales, trajeron a este héroe más penalidades, conflictos y desesperanzas, que riquezas y posición social. Años más tarde, del puerto de San Cristóbal de La Habana, salió el señor Hernando de Soto, a cumplir su mandato como Adelantado de la Florida, a la exploración y conquista de este territorio. Sin duda alguna “viaje del héroe”,  aventura de la que nunca regresó. También nuestras costas fueron testigos del periplo de Diego Velásquez, que fuera Gobernador General de la Isla y fundador de las primeras villas cubanas, quién al final de su vida, murió maldiciendo el día en que se le ocurrió nombrar a Hernán Cortés, Capitán General de la Armada, para llevar a cabo la conquista de México. Mucho después, desde la Plaza de Marte (en el centro de La Habana, aproximadamente donde se encuentra actualmente El Capitolio Nacional), en junio de 1856, Matías Pérez ascendió en su globo “La villa de París”, ante los ojos de centenares de admiradores, en un “viaje del héroe” que tampoco tuvo retorno. Ya en el siglo XX, fue el territorio cubano también destino del viaje de los aviadores españoles, Barberán y Collar, que participaban en el primer vuelo trasatlántico sin escalas, con su aeronave “Four Winds”, aterrizando en el aeropuerto de Camagüey, donde fueron recibidos como héroes por los cubanos. Mas en la segunda parte de su plan de vuelo, que incluía un aterrizaje en Ciudad México, su viaje terminó abruptamente, pues sufrieron un fatal accidente algún tiempo después del despegue de las tierras cubanas. Nunca más se supo de ellos. Así ha sido de peligroso y arriesgado a veces, el “viaje del héroe”.

Pero estos son solo algunos de los viajes heroicos que la historia reconoce. Antes de estos y después, nuestra Isla fue testigo de muchos otros viajes, que pocas veces formaron parte de aquella secuencia de acontecimientos autentificada por sus rasgos de historicidad.

Hoy, en los recortados espacios que nos permite la presente ofrenda, trataremos de brindar algunos de estos viajes poco conocidos; en este caso de héroes cuyos desempeños les llevaron a la condición de personajes legendarios. “Viajes del héroe” reconfigurados y sintetizados en ciertas “versiones”, más o menos extraídas y si se quiere en esta ocasión versionadas, de la memoria popular.

Viajes de héroes míticos aborígenes
 
El viaje mítico de Deminán Caracaracol

Entre los cemíes más reverenciados de los aborígenes arauacos, estuvo siempre Deminán Caracaracol, quien fuera el único nominado de los cuatro gemelos y primero en nacer del vientre de Itiba Cahubaba. De él se contaba, que era inquieto y osado. Temperamento que le llevó (en una de las versiones que existen), a descolgar la güira que contenía los restos de Yayael, lo cual propició su derrame y la conversión de los mismos en mares y peces. Pero es más conocido entre todos, porque se atrevió a hurtar para los hombres, de la guarida de Bayamanaco el iracundo, el secreto de hacer el fuego y el casabe.

Si el viaje del héroe Deminán Caracaracol, en su determinación de llegar a la oculta y remota guarida del temible Bayamanaco, no debió estar exento de penurias y dificultades, puesto que su salud estaba afectada (caracaracol, era para los arauacos vocablo para designar a los enfermos de piel). El “retorno del héroe” debió ser un suplicio mayor, puesto que “El Irancundo” le sorprendió en el acto y lanzó un formidable guanguayo (escupitajo mágico, mezcla de saliva semen), que al insertarse en su espalda, durante la travesía de su “retorno del héroe” se transformase en una joroba, la cual se hacía más pesada a cada momento, hasta su llegada con el resto de sus hermanos, quienes tratando de aliviarle tal molestia, extrajeron de esta giba a Caguama, una tortuga hembra, con la que al final, todos copularon para engendrar así al género humano (2).

El viaje mítico de Albeborael Guajayona
Desde el principio de los tiempos, los descendientes de arauacos que poblaron el territorio de La Mayor de las Antillas, contaban en sus areítos como Albeborael, el hijo de Hiauna y medio hermano de Hiaguaili Guanín, hubo de partir enfermo a un lugar lejano, en complicada travesía para encontrarse con la misteriosa y respetada Guabonito. Poderosa en las artes de la sanación y experta conocedora de todos los secretos del monte. Mujer, de la que solo se sabía llegada del mar y poseedora de una sabiduría tan profunda, que podía cambiar los rumbos de las vidas a quienes les consultaban. Le llevó ella aun más lejos, a una guanara (lugar tranquilo y apartado) donde hubo de aplicarle sus procedimientos más secretos. Pero en medio de aquellas pócimas y ungüentos, extraños ejercicios y peculiares baños; estuvieron además el rito y la ceremonia abriendo caminos a curar el alma; también vibró la palabra, ejerciendo su labor entre ayunos y soledades. La curación se produjo y con ella, un cambio le llegó tan hondo al taíno, que hubo de emprender el regreso con otro nombre agregado al suyo.

A su “retorno del héroe”, ya no era el simple Albeborael  hijo de Hiauna, sino Albeborael Guahayona, quien venía preparado para una nueva misión en la vida. Trabajó en función de ello, lo que trajo como consecuencia la introducción de la exogamia entre los suyos. Logrando, mediante trucos y artimañas, separar las parejas incestuosas. Pues había comprendido después de su “encuentro” con Guabonito, que los males de su pueblo estaban asociados a las relaciones sexuales, debido a que toda la descendencia estaba teniendo problemas a causa de la unión entre parejas de la misma familia. Pero también, muchos años después los tequinas (guías del areíto), contaban que a su regreso Albeborael, ya convertido en mítico héroe, enseñó a los taínos el arte de la metalurgia y muchos de los secretos para curar con las plantas del monte.

Por lo cual se comprende a Albeborael Guahayona (también a Deminán Caracaracol) como héroe cultural. Y puede apreciase la sabiduría de la misteriosa Guabonito, al “investir” a nuestro personaje para su regreso, con los “conocimientos necesarios” y los atributos más preciados para el pueblo arauaco: las cuentas de calcita y los ornamentos confeccionados con aleación de oro, plata y cobre (Guanín) (3).

El incesto de Orula
Al orisha Orula (Ifá) de la santería cubana, se le conoce también, como Orunla, Orunla, Orumila y otros. Es el orisha de la adivinación, el señor o dueño del tablero Ifá, e incluso para muchos, el tablero mismo en toda su dimensión adivinatoria, destinado a reconocer el porvenir de los consultantes. Es divinidad tranquila, bondadosa, justa, certera y seria. Se representa como el oráculo de los santeros, a quien se recurre para conocer el futuro o intentar solucionar los problemas y situaciones complicadas. Dentro del panteón de la Regla de Ocha, hay quienes le ven como sabio, viejo y refunfuñón. Dicen que ejerce un poder sin límites en la vida del babalao y de sus clientes. Sus decisiones son drásticas, tiene voluntad de acero. Por lo que ha llegado a ser uno de los orishas más queridos y respetados de la santería cubana (4).

Orula, al principio de los tiempos también tuvo su “viaje del héroe”. Pero fue este un viaje totalmente distinto y alejado de aquellas travesías habituales. Acusado de incesto por su padre, Orula fue castigado a pasar varios años enterrado frente a una Ceiba hasta la cintura (otros creen fue hasta el cuello), para luego retornar entre los suyos con el don de la adivinación. El mito del incesto contiene, para un grupo de estudiosos e investigadores (entre los cuales se encuentra Claude Lévi-Strauss) un contenido diferente, que porta en sí mismo una metáfora proverbial. En la cual, la mencionada acción sobrepasa la simple prohibición de relaciones de parentesco y es percibida como propiedad de un sistema de excesos, con otro tipo de actuación y significaciones míticas. Para estos analistas, el mito del incesto representa, exceso de un desequilibrio del orden social, que busca autoequilibrarse (5).

Otros aficionados al conocimiento del simbolismo mitológico, ven como significativo en el caso del Orula de la Santería cubana, que el personaje deba soportar esta prueba sepultado junto a una Ceiba, de cuya madera, se fabrica el primer tablero de Ifá. Lo que le convierte en “árbol del conocimiento”.  Estableciendo así un extraordinario paralelismo, con el caso del Odin de los vikingos, quien debió pender colgado del árbol Yggdrasil durante nueve días y nueve noches, para después efectuar su “regreso del héroe” con el conocimiento de la interpretación de las runas (piedras para la adivinación) y sus secretos. De donde se denota que, tanto Odín, como Orula, alcanzan la revelación del poder de la oracular, después de una acción que contiene muchos rasgos iniciáticos, bajo el “Árbol del conocimiento”. Curioso caso el de Orula, que nos entrega en una sola narración mítica, involucrados a la vez, dos mitologemas: el incesto y el árbol del conocimiento.

Los viajes de héroes convertidos en leyendas

Los “viajes” de Diego Grillo
Personaje de existencia real. Es sin duda, uno de los primeros y más conocidos piratas cubanos. Aunque los historiadores difieren en las versiones sobre su iniciación y azarosa vida, todo parece indicar que fue hijo de español y negra, nacido y criado en La Habana. Hablaba español e inglés. La historia narra que estando al servicio del gobernador de Campeche, era de continuo maltratado por este, por lo que se arriesgó, enrolándose en algún buque y se hizo a la mar. Se cuenta que por el año 1570, Francis Drake lo apresó al asaltar un galeón español y tomándole aprecio, le enseñó todo sobre el “oficio”. Designado Drake, almirante de la corona inglesa, se dedica Grillo a ejercer la piratería por las costas de Cuba.

Cuentan que el famoso mestizo cubano, por una época perteneció a las fuerzas del temido filibustero “Pata de Palo”, junto al cual desembarcó en agosto de 1633 en las costas de Campeche, arrasando la protección de la villa y sorprendiendo a unos trescientos defensores. Muchos afirman que el mismo Grillo, dio muerte al capitán Domingo Galbán Romero, que comandaba la defensa y del cual se llegó a comentar, que era padrino del mulato aventurero. En el año 1636, la viuda del entonces recientemente fallecido gobernador de Campeche, embarcó para Veracruz y su nave fue asaltada por Grillo. El pirata cubano, lejos de ultrajar a la que fuera esposa de su mayor enemigo, le ofreció fuerte escolta y la desembarcó intacta en las cercanías de Campeche  (6). Acciones y aventuras como estas, le llevaron a la categoría del “héroe aventurero”, para algunos “temerario y justiciero”, manteniendo su fama por toda una época.

El “viaje” de Andrés Petit
Andrés Facundo Cristo de los Dolores Petit (1829-1878), miembro prominente de la sociedad secreta abakuá; palero, terciario de la orden de Santo Domingo de Guzmán y fundador de la línea de pensamiento religioso cubana, Santo Cristo del Buen Viaje; zahorí, vidente, célibe y místico. Fue uno de los personajes populares más carismáticos y al mismo tiempo, poco conocidos del segundo tercio del siglo XIX en la capital de todos los cubanos. Su convicción de cambiar las rígidas posturas de los abakúas, permitiendo la entrada de hombres blancos a la Sociedad secreta, además de limpiar aquella imagen de congregación delictiva, que por aquel entonces tenía la mencionada organización, le llevó a un enfrentamiento total con la mayoría ortodoxa de la más oculta de todas las instituciones de Cuba.

Se cree que fuera en servicio de estos ideales, el pretendido “viaje del héroe”, que según muchos cuentan le llevó a “Tierra Santa”. Aseguran los que esta opinión sustentan, que hubo de intentar la travesía en dos oportunidades; en la primera el barco en el cual viajaba naufragó, logrando salvar la vida milagrosamente.

Algunas fuentes aseveran, que al segundo intento logró llegar a tierras palestinas, para asistir a un congreso ecuménico en los “santos territorios” y luego emprendió un periplo que culminó en el “Monte de los Olivos”, de allí recogió una rama que más tarde le serviría para confeccionar su famoso báculo (7). Después se dice que fue a Roma, donde el Papa lo recibió en audiencia privada.

A su “retorno del héroe”, algunos han llegado a afirmar que en el puerto de La Habana esperaba al peregrino un grupo de abakuás muy descontentos, porque sus reformas amenazaban invadir el terreno, hasta entonces reservado para negros y mulatos. Se le acusaba además, de haber consumado esta acción por 30 onzas de oro (las cuales en realidad usó Petit, para comprar la libertad de los ekobios del Bakokó Efor). Cuentan que en respuesta al amenazante grupo, alzó el Caballero de Color su báculo desde la cubierta del barco, con la dignidad que eleva un obispo su cayado y dicen que en breve apaciguaron ánimos los complotados, para retirarse de inmediato. A su “regreso del héroe” Andrés Kimbisa trajo a Cuba, la llamada Orden Santo Cristo del Buen Viaje, la cual muchos creen que él logro, con la indulgencia del Santo pontífice y fuera bautizada en 1863 por sus padrinos de la corporación de color, Bacocó Efór. Ya en sus funciones, introdujo el crucifijo en el culto ñánigo y creó la plaza de Abasí, que simbolizaba al Dios cristiano, según aseguran algunos, para cumplir el acuerdo con el Papa (8).

La historia más constante del mundo
Pero ya habíamos visto mil veces al héroe en sus viajes: cuando disfrutábamos en la infancia, aquellos espacios televisivos de aventuras; o al leer venturas de “Sandokan” de Emilio Salgari; o las novelas de Julio Verne. Los escritores y guionistas no han cesado de utilizarlo: desde La Biblia, relatando los peregrinajes de Pablo de Tarso (quien también embarcó y naufragó varias veces), en su misión de internacionalizar el cristianismo; y Abraham, guiando a las doce tribus semitas por el desierto; hasta en el guión de La guerra de las Galaxias, de J. Lucas. Actualmente, el mismo esquema del viaje del héroe, es la base de casi todos las tramas en los video-juegos. Sucede, porque los ejemplos heroicos inspiran nuestra acción y en no pocos casos, la motivan y  posibilitan. Pues muchos de nosotros, cuando desarrollamos cualquier proyecto de vida, casi siempre adoptamos sin darnos cuenta, en cierto modo el punto de vista del héroe que afronta todas las dificultades y al final, las vence.

Así ha sido el viaje del héroe, una historia constante en el desarrollo cultural de la humanidad. De esta travesía, unas veces nos atrae la emoción de la aventura y en otras, enseñanzas vivenciales, morales o filosóficas, pues han existido ocasiones en las cuales, el “viaje del héroe” se convierte en recorrido iniciático. Todo depende de los símbolos visitados en la trayectoria y la capacidad para interpretarlos. Pues como dijera el ya citado Lévi-Strauss: “Donde reina el símbolo, nada es lo que aparenta, sino más bien lo que oculta; y todo es lo que señala.”

Notas
(1)  Mircea Eliade: El mito del eterno retorno. 1ra Ed. Emecé. Buenos Aires, 2001, p. 56.
(2)  M. R. Glean y Gerardo E. Chávez Spínola: Catauro de seres míticos y legendarios en Cuba. Ed. por Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello. La Habana, 2005, pp. 174-175.
(3) Ibídem., pp. 38-39.
(4) Ibídem., pp.  277-278.
(5) Teresa P. Mirá: Mitología: La Ética De La Tripolaridad. El incesto y el paso de naturaleza a cultura según Lévi-Strauss. Primeras Jornadas Internacionales de Ética  “No matarás”. Facultad de Filosofía, Historia y Letras, Universidad del Salvador. Buenos Aires, 17, 18 y 19 de mayo del 2000.
(6) M. R. Glean y Gerardo E. Chávez Spínola: Ob. cit., pp. 184-185.
(7) Gerardo E. Chávez Spínola: Andrés Kimbisa, su báculo y leyenda. Columna Imaginario Popular. Mitología cubana. Periódico CUBARTE.
(8) M. R. Glean y Gerardo E. Chávez Spínola: Ob. cit., pp. 45-51.

 


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