William Roblejo es una joven figura que ha tenido un constante ascenso en la música cubana. Aunque transita por todos  los géneros musicales, es en el jazz, en el que encontró su propio camino, de la mano del  violín, un instrumento que defiende a capa y espada. A propósito de la celebración de la 36 edición del Festival Jazz Plaza, conversó con el Periódico Cubarte.

Presencia necesaria del violín en el Jazz

Ha sido importante en este festival la concatenación de las redes sociales, con la televisión cubana, para que más personas puedan ver este importante evento.

¿Por qué no hay más violines en el jazz? Pienso que se puede hacer un mejor trabajo para incluirlo. Muchas personas que desconocen, me preguntan, ¿pero con el violín, se hace jazz?

El jazz, no es solo saxofón, trompeta, trombón y piano. Está el violín, el clarinete, el fagot, la flauta, entre otros instrumentos, pero mi inquietud es por el violín. Estoy dispuesto a hacer lo que me digan, a darlo todo.

Ha habido violinistas que han hecho un trabajo importante dentro de la música popular cubana, como es el caso de Dagoberto González, entre otros.

Hay jóvenes que vienen con buenas intenciones o con buena música, por eso siempre que puedo, lo hablo en todos los espacios. Yo soy profesor, todo el tiempo estoy tratando de ayudar a los alumnos, de la manera que pueda. A mis alumnos les doy discos, información sobre violinistas que existen y existieron.

Violinista que hace jazz

Soy un violinista que utiliza las armonías del jazz, como parte principal de mi trabajo. Considero, que es un instrumento, al que hay que darle más valor en la música cubana, mezclada con el jazz, no se le da la importancia que de verdad puede tener.

Es un instrumento con mucha dulzura, cuando aprendes a escucharlo, logras llegar a otros sitios en tu mente y en tu corazón.

Tenemos una tradición de grandes violinistas, pero de toda una vida, la presencia del violín, en la música cubana, ha estado asociada a la Charanga, a la música popular, a la sinfónica, donde no puede faltar, porque es el alma de la sinfónica, y me parece que muchas personas, lo han dejado ahí. Se ha enmarcado el violín en eso.

Necesitamos más apoyo, en general, para este instrumento, siempre le pido a las personas que no lo enmarquen, con el violín se puede hacer maravillas. Yo escogí, no quedarme tocando en una sinfónica, no quiero tampoco tocar en una charanga y quedarme ahí, aunque esto también es importante, por supuesto. Decidí hacer mi carrera como solista, hacer mi música.

Se pueden hacer cosas novedosas en el jazz, hay que tomarlo en cuenta en los eventos. Tiene una sonoridad exquisita, se puede hacer un buen trabajo, fusionarlo con más cosas.

Necesitamos que los violinistas salgan, que toquen, que crezcan, que pasen trabajo. Es un llamado que hago, hay que esforzarse y ser constante en el trabajo.

Música cubana y jazz

La música cubana se mezcla perfectamente con el jazz,  se está haciendo un trabajo muy cuidadoso en este sentido.

Está el Latin Jazz, pero están surgiendo otras corrientes,  que también permiten mezclar  diferentes géneros de la música cubana con nuevas armonías, por esa parte, vamos bastante bien.

Hay jóvenes con un talento increíble que están llevando la música a un nivel bastante alto y las veces que he estado en festivales fuera de Cuba, hay un prestigio impresionante cuando saben que va a tocar alguien de Cuba, capta de inmediato, la atención.

Nos caracteriza el ritmo, la síncopa, la clave. El público del mundo recibe muy bien la música de nuestro país. Ya en el caso, de la mezcla con el jazz de verdad, que es algo impresionante, que vende visual y musicalmente.

Carrera

Mi carrera comenzó en el año 2010, después de ganar el concurso JoJazz, a partir de ahí, tuve la posibilidad de hacer mi primer disco que se llama Dreaming, el cual quiero mucho y que me abrió muchos campos, conocí personas y pude hacer lo que tenía en mente, en ese momento.

Último CD  Capitalia

Capitalia es mi segundo disco, lo grabé siete u ocho años después. Pienso que necesitaba madurar un poco, ver la música desde otro punto de vista, no solo en el plano jazzístico, como tal. Me apoyé en los músicos que prácticamente tocaron conmigo desde el principio que son Julio César González,  en el bajo, y Roberto Gómez, en la guitarra. Estos músicos me ayudaron a ver la música diferente, me abrieron el espectro.

Logramos hacer un disco más maduro, más concentrado. Es una música más para el mundo,  para todas las personas. Es más tranquilo, más específico y limpio. Tuve la suerte de contar con el sello discográfico EGREM que desde el primer momento me apoyó, por lo cual estoy muy agradecido.

Conté con invitados como Ronny Barreto, baterista, Edgar Martínez, en la percusión, Damián Campos, en la guitarra flamenca, Leandro Cobas, en el cajón flamenco, y por supuesto, nuevamente, con Julio César González,  en el bajo,  y Roberto Gómez, en la guitarra.

Hay muchas más corrientes y géneros vinculados al jazz, la música está más mezclada, como por ejemplo, la Bossa nova, la música Celta, la Trova Tradicional Cubana, el Danzón y el flamenco, todo sobre la base de las armonías del jazz. También hay un poco de balada. Consta de 9 temas.

Salió a la luz en diciembre de 2019, se hizo toda una campaña  para el lanzamiento en vivo que se vio paralizada por la pandemia COVID-19. No obstante, tuvimos la oportunidad de colocarlo en las plataformas digitales que existen para la música, gracias a esto muchas más personas pudieron conocer el disco, en Cuba y otros países.

El diseño estuvo a cargo Edel Rodríguez Mora, la producción Ejecutiva es del Abel Ponce y el apoyo incondicional de Gabriela Prado, productora. Logramos un trabajo bastante amplio en cuanto a música se refiere.