Electo Silva: de la trocha a Haití


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En mayo de 1935 la goleta Saint Domingue cruza el Caribe buscando la cercana costa de Haití. Había zarpado del puerto de Santiago de Cuba, muy pegado a la popular y cumbanchera calle de La Trova. A bordo iba un niño de ocho años asomado a la barandilla del pequeño barco tratando de adivinar las calles de empinadas lomas del Santiago natal. Era Electo Silva Gainza, nacido el 1 de noviembre de 1928 en Santiago de Cuba, aunque en su partida de nacimiento aparece inscripto en el vecino poblado de El Cristo. En la escuelita haitiana aprendió el idioma popular de los haitianos, el creole y en los libros, el francés. Allí tuvo su primer encuentro con la música cuando se incorporó a la Banda de la escuela tocando la flauta, más tarde tocaba el violín en un cuarteto de cuerdas.

Cuando Electo pasó a estudiar en una escuela religiosa se puso al frente del coro, sin tener nociones de dirección coral. Eso llegaría mucho después. Se identificó tanto con la cultura haitiana que llegó a poner en el coro la misa “Marassa e ieu”, del compositor haitiano Jaeger Hubert, estrenada en 1998, en el Festival del Caribe.

El 8 de septiembre de 1947, Electo vuelve a encontrarse con su amada ciudad, y decide matricular Pedagogía en la recién inaugurada Universidad de Oriente. En septiembre de 1952 gana una beca convocada por la Alianza Francesa y a bordo del vapor Reina del Pacífico llega a París. Ese mismo año se gradúa de profesor de francés y luego cursa un diplomado de Psicología Pedagógica, y al mismo tiempo desempolva su violín para integrarse a la orquesta universitaria. En Paris conoce a Nicolás Guillen que luego formaría parte, con sus poesías, del catálogo de obras para coro. Cuando regresa a Santiago de Cuba lo designan director de la Facultad de Educación, pero su inclinación por la música lo conduce a integrarse como cantante de la Coral Universitaria, desde su fundación en 1950. En 1954, un día el director del coro no puso asistir, y Electo se puso al frente de la coral y allí fundó un cuarteto vocal bautizado como Los Madrigalistas, pero como Electo no era profesor de música, pasó a dirigirlo Miguel García y de allí surgió el Coro Madrigalista. En 1955 Electo organizó un coro masculino denominado “Los cantores polifónicos”. La primera composición que cantó fue una obra del propio Electo basada en los Versos Sencillos, de José Martí.

Cuando la universidad fue cerrada a fines de la década del cincuenta Electo sigue ensayando y montando obras en su casa. Después de 1959, aquel coro fue invitado a presentarse en el palacio de Bellas Artes de La Habana. Luego un director de la ópera de Berlín le dio clases de dirección coral. El 15 de noviembre de 1960, comenzó a dirigir el Orfeón de Santiago y el 17 de diciembre de 1960 fue el debut público en Santiago de Cuba en el teatro Oriente. En 1979 el coro viaja a Hungría, Bulgaria, Unión Soviética y Polonia. El coro se nutre, principalmente de los solistas Eva Griñán, José Armando Garzón y Anselmo Lainati. Un éxito. Aparecen, por primera vez sones de Ignacio Piñeiro como ¨El castigador¨ mientras Eva levantaría al público con su versión de “Gracias a la vida” de Violeta Parra. Federico García Lorca estuvo presente con su poema “Iré a Santiago”.

El Orfeón se convierte en un coro sonero con las obras de Piñeiro “Las cuatro palomas”, “Juramento”, de Miguel Matamoros o “Negro bembón” de Nicolás Guillén. Pero también cantó trova poniendo en sus voces canciones de Jorge Anckerman, Jaime Prats, Sindo Garay y de otros grandes de la trova cubana.

En el Orfeón, dirigido y fundado por Electo Silva, está presente la musicalidad cubana, diremos, santiaguera. Nicolás Guillén siempre fue su inspiración, desde que lo conoció en París en 1953, y elogió su “Elegía a Jesús Menéndez”, desde entonces se le metió en la cabeza la poesía negrista del Poeta Nacional y la llevó más tarde al coro

Búscate una muchacha que toque viola

Y quémala tu mismo con amapola

Electo aplaudía los villancicos de Esteban Salas. Decía que cuando se escucha “Una nave mercantil” uno puede imaginar un barco cargado de provisiones o en “Claras luces” se admira  la fauna y la flora cubana.

Le encantaba trabajar con niños que son como la arcilla que en manos de un orfebre se coinvierte en una pieza de arte.

Con la desaparición física de Electo Silva, la música coral pierde a uno de sus más entusiastas creadores que un lejano día cruzó el mar de las Antillas desde la Trocha santiaguera hasta Puerto Príncipe para dar comienzo a una larga e interminable carrera musical de música coral que prestigia a Cuba.

 

Fuente consultada:

Cedeño Pineda, Reinaldo y Damián Suárez, Miguel: Son de la loma. Editorial musical Andante, 2001.

 


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