En vísperas del 170 aniversario de José Martí


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Ilustración:J.Ángel Téllez

Decirle vísperas, a un año de distancia de lo que se pretende conmemorar, se antoja tal vez como una desmesura, pero en Cuba las celebraciones del aniversario 170 de José Martí inician desde 2022 y se extenderán hasta 2023, precisamente por la connotación de una fecha como esta.

Cuando llegue este 28 de enero y comience el ritual de las celebraciones por su natalicio, puede que existan los que se pregunten el porqué de la fascinación que esa figura central de la historia del país encierra para la mayoría de los cubanos. Probablemente, de todas las posibles explicaciones, muchas seguramente, hay una que resulta, al menos para quien escribe, como la más plausible o satisfactoria de todas: por lo inagotable de su vida y obra, por la infinita sustancia ética de su conducta moral e intelectual que provee su pensamiento, y por la indivisible ligazón entre su decir y hacer, sobre todo, en las duras circunstancias que le tocó vivir. Esa triple función de la respuesta que trato de precisar, nos conduce a la certidumbre de un Martí que es un camino de ida y vuelta para sus compatriotas, una encrucijada en la que nos hemos detenido alguna vez en nuestras vidas.

Lezama Lima, un martiano fervoroso dijo del Maestro: “Es cierto que su permanencia indescifrada ocupa todavía memoriales y abundantes mañanas del colibrí. Pero es una generosa ventaja y no la desventaja que alguno pudiera profetizar. Tener un manantial vivo en el patio, en la raíz, al fondo, es una delicia comparable a la de haber bebido sin saciarnos.” En pocas palabras, el gran poeta expresó la esencia de la cuestión: la mañana del colibrí como el símil del día a día, lo indescifrable como signo fundamental martiano, el manantial metafórico para abrevar la sed cada vez que esta surge, disponible en cada hogar, y el placer de la búsqueda en su legado como la sensación de cumplir con lo insaciable, todo en un solo y breve párrafo, resumido y a la vez abierto, como un pequeño gran libro: José Martí.

Foto: Tomada de Internet

Para hablar de Martí es preciso hacerlo desde la honestidad más profunda y, si es posible, desde el arte, sea cual sea este, ya la poesía críptica de la trascendencia o las artes visuales inefables y simbólicas, o el teatro que representa el drama humano, o la música que se asienta en otro tipo de lírica más universal aún que la de las palabras; pero, siempre con arte, pues así fue su mirada de interpretación e indagación de la vida. Como dijo Gabriela Mistral de Martí, “tuvo también el decoro de la cultura” y eso fue dicho porque el autor del Ismaelillo, habló siempre desde lo culto y desde la médula de las cosas. O de nuevo con la palabra lezamiana, “la forja del arte y su utilidad histórica”, en clara referencia la condición de esteta de Martí.

La unidad entre su hacer y su decir es otro de los elementos del embrujo que nimba sobre todo lo relativo a su persona. Hacer, porque fue consecuente con su credo, nunca se desmintió; decir, porque en él su voz fue enunciación de los actos, su prolongación o anticipación. Cuando creyó que había llegado la hora de la acción riesgosa, del peligro de dar la vida por sus ideas, no dudó en bordear la muerte, como tantos miles de mambises en la primera guerra, en la Revolución de su amado y respetado Céspedes. Consiguió, así, alimentar el caudal sacrificial de nuestras luchas independentistas, ese que se inició un 10 de octubre de 1868 en un batey perdido en la geografía del Oriente cubano.

La ética, la virtud y el decoro fueron algunos de sus nortes conductuales y sobre cada uno de ellos reflexionó para explicarse ante sus contemporáneos. La frase suya, “Urge devolver los hombres a sí mismos”, es todo un discurso filosófico y ético que él encarnó como rasero para los demás, pues siempre predicó con el ejemplo, otro de sus nortes. Como poeta elaboró una obra fundada en la identidad vida-poesía, armada en la belleza del lenguaje y en la exaltación de los más altos sentimientos.

Por tales razones, la Biblioteca Nacional de Cuba, institución que lleva su nombre ha gestado un grupo de actividades que tendrán lugar en los doce meses que nos separan de la conmemoración. Entre ellas sobresalen el concurso «Leer a Martí», dirigido a niños y adolescentes; muestras de arte, bibliográficas y documentales con los fondos patrimoniales de la institución,con el coauspicio del Club Martiano de la BNCJM; paneles y conversatorios con invitados que aporten sobre diferentes aspectos de la cultura, las ciencias y la historia cubanas; conciertos en la Sala Teatro Hart y la galería El reino de este mundo, entre los que sobresale, ya en el mes de enero, el del coro Exaudi, y otras actividades que se irán dando a conocer en los distintos medios de comunicación.


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