Fondo Cubano de Bienes Culturales: industrias para el sostén de la espiritualidad insular (II)


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Aun con disímiles dificultades en su funcionamiento, la creación por parte del Fondo Cubano de Bienes Culturales (FCBC) de los grupos de Nuevos Negocios, con sede en todas las provincias, propicia la solución de múltiples problemas en la relación artista-comercio, ante todo porque se trata de una figura de dirección y organización del trabajo que se encarga de tramitar las operaciones de exportación e importación mediante formas de gestión no estatal, con la participación directa de los creadores.

Esa  facultad que fue establecida en la Resolución 315 del Ministerio de Comercio Exterior y la Inversión Extranjera,  incluyó al FCBC  entre las 37 empresas acreditadas en Cuba para ejercer este programa que ha despertado interés entre los artífices, quienes pueden importar materias primas e  igualmente comercializar sus productos en el exterior, gestión que ya registra alentadores resultados.

Estas diligencias posibilitan el aseguramiento de las materias primas y el fortalecimiento del equipamiento para la creación artística y el abaratamiento de los costos de los productos, a la vez que coadyuvan a un mayor y mejor suministro de productos y servicios en las tiendas que operan con moneda libremente convertible, tales como  muebles y diversidad de útiles para el hogar y oficinas, así como juguetes artesanales de corte didáctico, entre otros muchos.

Liderada por un hombre extraordinariamente sencillo y sensible, con muchas y largas luces, enteramente abierto a la crítica, e interesado en cuantas propuestas y proyectos emanen de los artistas asociados al FCBC, Arturo Valdés Curbeira, en sus recurrentes visitas a los talleres, estudios y galerías, así como a los más apartados rincones de la nación donde existen trabajadores y artífices que laboran en diferentes dependencias, estimula  el fortalecimiento de un sistema empresarial que funcione como mediador entre artesanos, artistas y mercado, con el fin de generar ingresos que posteriormente se reviertan en el desarrollo de la cultura nacional

Aunque evade estos reconocimientos, Valdés Curbeira es, igualmente, emprendedor cuadro del Mincult que apoya sin reparos diversas ideas en beneficio del enriquecimiento espiritual de las comunidades, aún de aquellas que son ajenas a su institución. Él se ha propuesto convertir, como una de las premisas fundamentales del FCBC, la creación y sostenimiento del cierre de ciclos productivos y el encadenamientos de la producción en las industrias del calzado, el textil y la mueblería, entre otras manifestaciones, novedoso empeño que ya ha generado otras loables propuestas que posibiliten la solución de diferentes contrariedades.

En tal dirección, el eficiente cuadro y su equipo de dirección ha permeado a los trabajadores y artistas de un espíritu renovador que incluye la concientización e importancia de los encadenamientos productivos con otros sectores de la economía, amparados en la descentralización de los organismos del Estado, medida que permite a los creadores realizar gestiones en función de sus intereses directos.

El propio director general del FCBC ha reiterado que en el contexto deficitario en que vive hoy la nación, la meta de esta entidad es la de tener siempre qué ofrecer, sobre todo al pueblo. “Hemos aprendido a innovar ante la ausencia de algunos recursos necesarios para garantizar la calidad. Por eso defendemos la idea del encadenamiento”, ha dicho.

Por su parte, el Mincult ha depositado en esta empresa sus esperanzas y la seguridad de poder contar  con el aporte sostenido de  sus artistas y creadores, así como de sus trabajadores y directivos para fomentar el desarrollo de la industria cultural en apoyo al Programa de Desarrollo de la Cultura Cubana.

Otra noble arista de este desempeño que potencia el  aprovechamiento de todas las oportunidades que impliquen generar ingresos, es la de mitigar el efecto de la devaluación del peso cubano y el interés  por no dejar desprotegidos a los trabajadores del FCBC; así como engrosar la cuenta de Tesorería del Mincult que se utiliza para satisfacer las demandas en moneda libremente convertible (MLC) y en moneda nacional (CUP) de los planes de desarrollo que tienen las provincias y las diferentes instituciones del sector.

Esas ganancias, tal vez muchos desconocen, benefician, por ejemplo, a la enseñanza artística, en gestiones tan necesarias como las compras de útiles para el ballet —zapatillas, leotards, mallas y otros—, los instrumentos musicales para las escuelas de arte y los sistemas de audio y de luces para las salas de teatro; compras que se efectúan a través de un presupuesto que no hay que pedírselo al Estado, sino que se atesora mediante la gestión económica de las empresas del Mincult, entre las que se destaca el FCBC.

Por supuesto, tales propósitos avanzan en medio de dificultades y tropiezos, la mayoría de estos motivados por subjetividades e incomprensiones, como las relacionadas con la preparación de los directivos y funcionarios que lideran estos proyectos, que aún es insuficiente; como igualmente lo es el suministro eficiente y recurrente a las tiendas que comercializan en divisas, gestión que en tanto contribuye a engrosar los fondos de la economía nacional, deviene importante vía para que los bienes utilitarios y artísticos queden en el país.

Otro asunto que demanda mejor atención está relacionado con las limitaciones para la publicidad de estos propósitos desde una perspectiva crítica; amén de una más sólida evaluación y promoción de la artesanía cubana. A pesar de que el FCBC cuenta con un eficiente, culto y dinámico equipo de prensa y divulgación, encabezado por la experimentada directora de Comunicación, Marlene Sánchez Márquez,  en los medios no trasciende el inmenso trabajo de esta empresa, visto además desde una dimensión económica, ideológica, social y cultural.

De igual forma queda mucho por decir, analizar y opinar sobre el desarrollo registrado en esta institución en el funcionamiento de las industrias culturales en función del avance de la cultura nacional sin desvirtuar la política trazada por la Revolución y por el Mincult en el sector. En tal sentido, la prensa podría reflexionar y trasmitir a la población que  la economía de la cultura en este Ministerio funciona con un esquema cerrado, es decir, que se puede gastar lo que sus instituciones sean capaces de ingresar; aporte que, por otra parte, igualmente beneficia al país a través de significativos aportes monetarios, en divisas y en pesos cubanos, a la Caja Central del Estado, la cual determina en dónde lo va a emplear.

Bien sabido, aunque poco reflejado en nuestros medios, es que la cultura necesita de una base económica —propia y sostenida— para mantenerse y lograr su desarrollo; asunto en el que el FCBC es abanderado en ideas y proyectos que consoliden este empeño, motivo por el cual centra su interés en —más que demostrar sus logros—, estudiar y solucionar las deficiencias y emprender con objetividad y buen tino las tareas que quedan para sentar logros ejemplarizantes dentro del sector, los cuales únicamente se pueden alcanzar mediante la definición de las prioridades de trabajo en las diferentes dependencias de la empresa, algunas de las cuales, dicho sea de paso, reclaman mejores ambientes culturales en correspondencia con su gran misión como generadora de espiritualidad y buen gusto entre los cubanos.

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