Guantánamo, una ciudad moderna entre el mar y la montaña (II)


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¿Qué elementos pueden servir de orientación al forastero que decida recorrer la moderna ciudad de Guantánamo? Recientemente publicamos un primer artículo dedicado a esta ciudad del Oriente cubano, en él nos aproximamos a la modernidad con la que ha dialogado a lo largo de su historia desde algunos elementos que definen su imagen como la morfología, el perfil y los principales espacios.

En esta ocasión, intentaremos mostrar la potencialidad de los guantanameros en la recepción de los horizontes culturales que arriban a una ciudad emplazada entre el mar y la montaña, esta vez centrando la atención en su paisaje arquitectónico; elemento que se torna suficiente para ver a Guantánamo como una ciudad cuya modernidad está en el caprichoso modo de crear y recrear técnicas constructivas y lenguajes artísticos internacionales.

A diferencia de otras ciudades, la jerarquía de las calles guantanameras está en función de los ejes cardinales. De modo que si tratamos de encontrar los aires de modernidad que se expresan en ella, un buen comienzo podría ser el recorrido de los ejes orientados de norte a sur, pues son ellos los que desde el siglo XIX, con edificaciones de alto puntal y corredores privados, señorean en la trama urbana. Los Maceos, Calixto García, Pedro A. Pérez, Martí, Máximo Gómez y Carlos Manuel, son solo algunos ejemplos. Claro está, Paseo, Aguilera, Crombet, la Avenida y otras calles orientadas de este a oeste, no están al margen de la novedad arquitectónica, pero su incidencia a escala urbana es menor.

Sin embargo, tomar como punto de mira las calles conllevaría a crear un discurso que por fragmentado no permitirá seguir una evolución en el desarrollo arquitectónico, de modo que utilizaremos el principio cronológico. Las imágenes tomadas entre el 23 y 25 de febrero, tres jornadas en que sesionó el taller de patrimonio cultural ofrecido por el Centro de Estudios de Conservación, Restauración y Museología adscrito a la Universidad de las Artes en Cuba en la Casa Museo Pedro Agustín Pérez, sito en Martí entre Pintó y la Avenida, apoyarán las ideas aquí planteadas. Las fechas de los inmuebles fueron tomadas de la Guía de Arquitectura. Oriente de Cuba, publicado en Andalucía en el 2002.

Los exponentes del patrimonio mueble en Guantánamo son el testimonio de la evolución arquitectónica de la ciudad entre la segunda mitad del siglo XIX hasta nuestros días y en sus técnicas constructivas avalan las matrices socioculturales que contribuyeron a su identidad: la aborigen, la francesa y la hispana. La presencia en este territorio de la Base Naval a inicios de la República Neocolonial, sin dudas marcó no solo el desarrollo cultural de la ciudad sino también el modo de ser de los guantanameros; momento a partir del cual la ciudad experimentó un crecimiento vertiginoso. Otro factor que no debe descuidarse es la subordinación política administrativa de Guantánamo a Santiago de Cuba; centro emisor de normas y estándares que se atemperan bajo las coordenadas locales.

Una mirada fugaz al conjunto revela que la arquitectura local está sustentada sobre los pilares de los inmuebles decimonónicos, quehacer caracterizado por el amplio uso de la madera, la mampostería y el zinc en cubiertas, una producción vernácula de elevada factura. Las casas guantanameras de esta centuria o las que en períodos posteriores siguieron el modelo, ofrecen personalidad a la ciudad actual, aunque en buena parte de ellas aparezca un grupo de elementos decorativos que las hace lucir a tono con un presente histórico.

En las inmediaciones del río Saltadero, actual Parque 24 —revalorizado por la Dirección del Patrimonio Cultural como Plaza 24 de Febrero en honor al 145 aniversario del título de villa el pasado 1ro de diciembre— se encuentra uno de esos exponentes. Se trata del establecimiento esquinero El Bodegón y las viviendas 1080, 1082 y 1084 por la calle Los Maceos, y los números 302, 304, 306 y 308 por Bernabé Varona; pero reitero, se les encuentra por doquier. En el eje de Pedro A. Pérez esquina a Jesús del Sol, poseen los guantanameros una de sus joyas de este período; se trata de la Casa del Dr. Luis Martín de Castro, fechada en 1880, sitio sede de la Escuela Primaria Enrique José Varona; una de las pocas que se encuentra retirada de la línea de fachada para enunciar desde su ubicación una primitiva concepción urbana o un posible desacato a regulaciones de la ciudad neoclásica.

El conjunto de edificaciones que integran el lateral derecho de la calle Pedro A. Pérez, entre Jesús del Sol y Prado, la expone tanto en su vertiente más sencilla como en las que se enriquecieron bajo el eclecticismo. Se ubican entre las primeras los números 756 y 758, mientras entre las segundas resultan ilustrativas los números 752 y 754 en la esquina a Jesús del Sol, particularmente si al mirarla por su lateral se observa con nitidez la desfachatez con que sus propietarios revolucionaron la fachada manteniendo en lo tradicional su cubierta. Un hermoso ejemplar de la modernización de la casa tradicional aparece en la calle Prado no. 503, entre Máximo Gómez y Luz Caballero; obra en la que el proceso deja su huella en la convivencia de la madera y el uso del zinc en un neoclásico pretil.

No puede dejar de mencionarse entre estas casonas aquellas cuyo valor agregado la ubican en signos del patrimonio local o nacional, como el caso de la ya referida casa de Pedro Agustín Pérez en la calle Martí y la casa de Regino Eladio Boti —de 1873—, en la calle Bernabé Varona no. 403 y 405, una especie de casa gemela que tiene la particularidad de mirar al norte y poseer un portal corrido. La casa natal de Regino Boti fue declarada Monumento Nacional por resolución 05 del 2010.

Pero el siglo XIX trajo a esta ciudad algo más. Oficialmente representó el Neoclásico la antigua cárcel de la ciudad, que data de 1862 y está emplazada en la calle Martí no. 802, esquina a Prado, inmueble que luego de una rehabilitación a cargo del arquitecto Jorge Callicó Porro en 1892, pasó a ser sede del Museo Provincial, Monumento Local mediante resolución 47 de 1985. De manera auténtica, bajo el patrocinio de los catalanes, emergió el Centro Benéfico de Dependientes del Comercio a cargo del doctor Joaquín Batey, que se inauguró el 5 de diciembre de 1886, la fachada del bloque ubicado en Carlos Manuel esquina a la calle Aguilera otorga al paisaje arquitectónico de la ciudad un toque de originalidad que habrá de tener repercusión en el siglo XX.

¿Qué exponentes del siglo XX representan la modernidad guantanamera?  Cronológicamente alcanza primacía el repertorio religioso, y dentro de ello la Iglesia Episcopal de Todos los Santos (1908), emplazada en la calle Martí no. 852, hermosa combinación de una decorada fachada y un sistema de signos que mucho después serán clasificados en el estilo del neocolonial cubano como la combinación de óculo, colgadizo de madera y arco de medio punto. Próxima a ella, de una singularidad especial, la Iglesia Metodista enclavada en Máximo Gómez no. 817, esquina a la calle Aguilera —con la casa del pastor en Aguilera no. 460— y, un poco más al oeste, la Iglesia Bautista proyectada por jamaicanos en 1915, y ubicada en la esquina de Carlos Manuel y Crombet, lo que le hace disfrutar de una interesante visualidad; por sus torres, ambos edificios se revelan como hitos arquitectónicos de la ciudad.

Genuina expresión del eclecticismo republicano son los bancos emplazados en la calle Calixto García. El Banco Núñez, de 1912; y The Royal Bank of Canada, de1914; son obras que encuentran paralelos en las principales ciudades de la Isla; aunque es preciso aclarar que en Guantánamo, por la anchura de sus calles y el perfil de la ciudad gozan de encantadoras perspectivas. Y junto a este repertorio la persistencia y enriquecimiento del modernismo catalán en el repertorio doméstico como es el caso de la vivienda de Pedro A. Pérez no. 1062 y 1064, entre Donato Mármol y Bernabé Varona, de 1915; o el espíritu morisco que emana de la Casa del Alcalde Salas (1925) en Pedro A. Pérez no. 1074, del arquitecto Alberto Brauet, actual sede del Archivo Histórico Provincial, y alcanza su máximo esplendor en el Edificio de la Familia Martínez (1930) en Calixto García no. 656 y 658, entre Paseo y Narciso López, obra que los vecinos vinculan a la familia Pila.

El decó y el racionalismo dieron a Guantánamo un nuevo aire de renovación a partir de los años 30. La Estación Ferroviaria Norte (1931), obra del ingeniero Rafael Genó emplazada en Pedro A Pérez entre Paseo y 2 Norte, destaca dentro del decó en diáfana conversación con obras de menor envergadura pero indudablemente válidas dentro del lenguaje, como las casas de Carlos Manuel no. 861, entre Aguilera y Crombet y la no. 964, entre Emilio Giró y Carretera; o la de la familia Vermes-Brauet (1940), en Los Maceos entre Donato Mármol y Bernabé Varona.

Para los guantanameros, el signo arquitectónico de mayor modernidad lo ofrece la obra del arquitecto José Lecticio Salcines Morlote. Cronológicamente entre las obras que distinguen a Salcines se encuentran la fachada principal de la Escuela Sagrado Corazón de los Hermanos La Salle (1920), en Carlos Manuel entre Prado y Jesús del Sol; La Plaza de Mercado (1921), en Los Maceos entre Jesús del Sol y Prado, Monumento Local por resolución 6 del 2011; la Casa Parroquial (1930), en Pedro A. Pérez no. 962, entre Emilio Giró y Carretera y el antiguo Ayuntamiento de la ciudad (1951), hoy Biblioteca Provincial Policarpo Pineda. Sin embargo, la obra de mayor connotación simbólica es el Palacio de Salcines (1919).

En el presente trabajo solo una de las cinco maravillas de la arquitectura guantanamera  ha estado ausente: la Iglesia La Milagrosa, sita en Paseo no. 812, esquina a Cuartel. La Milagrosa, obra del arquitecto Joaquín Sebares, fue erigida en 1955 bajo los cánones del racionalismo y fue inaugurada el 30 de septiembre de 1956 como segunda iglesia parroquial del territorio.


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