Homenaje póstumo a Natalia Revuelta


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En el espacio Memoria de la Guerra, que el tercer jueves de cada mes tiene lugar en el Centro Cultural Dulce María Loynaz, tuvo ocasión el homenaje póstumo  a Natalia Revuelta, ofrecido por un nutrido grupo de historiadores, investigadores y amistades de la entrañable Naty como cariñosamente era conocida.

En medio de aquel ambiente cargado de emoción y respeto, René González Barrios, presidente del Instituto de Historia de Cuba, pronunció el discurso homenaje iniciado con el calificativo: Naty Revuelta: la patria en el alma, y enfatizó:

La noticia me consternó la noche de aquel domingo primero de marzo, cuando mi amigo el general de brigada Enrique Acevedo me comunicó la triste nueva.  El día antes había fallecido la amiga querida, la noble heroína.  Después de su accidente doméstico, la visite varias veces y sólo vi en ella ánimo, esperanza y deseos de vivir.  Como siempre, derrochaba fe y optimismo.  A su lado el ambiente se tornaba positivo e irradiaba energía.

En sus sentidas palabras, el Presidente del Instituto de Historia recordó que la pasión de Naty por Cuba era proverbial: Quizás porque llevaba en su venas la sangre mambisa del abuelo inglés, el teniente coronel del Ejército Libertador Herbert Acton Clews, combatiente de la Guerra Necesaria y por las enseñanzas de lo mucho que leyó de José Martí.

González Barrio resaltó la honradez reinante en el hogar donde ella creció, alejada de la política, en el cual los valores morales se elevaban como la sabia misma de la esencia humana y de ahí que viviera con honra y altruismo.

 Tras denominarla digna cubana revolucionaria, se refirió a la identificación de Naty con las ideas de Eduardo Chivás y su concepto de Vergüenza contra dinero y de cómo hizo amistad con militantes del Partido Ortodoxo, entre quienes se hallaron Pelayo Cuervo y el joven Fidel Castro, y de su valiosa ayuda en los días cruciales en que los hombres y mujeres de la generación del centenario organizaron el asalto al cuartel Moncada.

Al respecto, subrayó: De hecho ella fue una valiosa exponente de aquella generación de heroínas, junto a Melba y Haydee.  Para la insurrección que se preparaba prestó su hogar, recaudó dinero, escondió armas, confeccionó uniformes y cumplió disímiles misiones.  Conoció a Abel, Raúl Gómez García, Luis Tasende, Oscar Alcalde, Pedro Marrero, y decenas de otros mártires de la revolución que inspirada en el Apóstol, se emprendería el 26 de julio de 1953.

Y, añadió: Tiempo después, en función de la amnistía de los prisiones del Moncada, movilizó opiniones, recogió firmas, y distribuyó planillas.  Un día un historiador le preguntó la impresión que guardaba de aquellos momentos y Naty contestó:

“Lo que más guardo es la certeza de la confianza que ponían en nosotros.  Quiero decir que si hicimos uniformes era porque había confianza en nuestra discreción, en nuestra capacidad de trabajo, y en la integridad (…) así como la misión que me dieron de distribuir el manifiesto, sola, en La Habana, desconectada de todo el mundo, lo cual muestra la confianza absoluta, no solo en mi discreción, sino en mi capacidad de llevar a cabo la tarea”.

Aquella revolucionaria decidida y discreta -resaltó González Barrios- fue consecuente toda su vida a la confianza depositada en ella por la dirección de la Revolución.  En otro momento de su discurso de homenaje, esbozó la personalidad de la valiosa revolucionaria:

Ella llevaba un ángel en el alma y un volcán en sus delatores ojos verdes que irradiaban luz y fuego.  Su fino trato, su dulce voz, su perenne sonrisa, revelaban la dimensión de su carácter,  Modesta y sencilla en exceso, jamás la escuché reclamar ningún merecimiento.  Más bien evitaba hablar de méritos, como si no los tuviese (…) Esa mujer amantísima e inspiradora, tuvo un solo defecto, derrochar amor: amor a la vida, a la familia, a la patria, al prójimo.

Explicó el orador que  Memorias de la Guerra -donde tuvo lugar el homenaje póstumo-, debía el título al libro del general Enrique Loynaz del Castillo con sus recuerdos sobre la guerra del 95, y fue  por ello que Naty propuso llamar así al espacio de reflexión y Patria donde cada mes nos reunimos en un baño de espíritu y aliento de plena cubanía. 

En esta sala y este espacio, estará siempre Naty, jovial, emprendedora, positiva y bella, encandilándonos con su dulce mirada verde, para llevarnos de su mano por los caminos del honor, la lealtad y el amor fecundo. Gracias Naty por tu vida de revolucionaría ejemplar.

 


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