Como era de esperar una vez más la obra del escritor argentino Julio Cortázar volvió a ser noticia en nuestros medios y, en especial, con el anuncio del  otorgamiento de los premios del certamen Premio Iberoamericano de Cuento 2019 que lleva su nombre el próximo miércoles 28 de agosto, en la sede habanera del Centro Cultural Dulce María Loynaz.

Para dicha actividad fue invitado el doctor en Letras Roberto Ferro, escritor argentino y miembro del jurado del citado concurso, quien impartió una conferencia este fin de semana en el capitalino centro cultural.

“Desde su nacimiento en Bélgica, la vida de Cortázar estará signada por una intensa movilidad en extensión y diversidad, y que nunca se atenuará. Para establecer esa periodización he trabajado a partir de la palabra del propio Cortázar en dos registros diferentes: por una parte, los cinco volúmenes de su correspondencia y, por otra, en una selección de las entrevistas que fue concediendo desde mediados de los años sesenta.

“El género entrevista no era tan utilizado o difundido como lo es ahora o como en la etapa en que Cortázar comienza a emerger como escritor. Pero en el momento en que alcanza visualidad ese género en la Literatura latinoamericana, a la vez que la obra de Cortázar, esto llegó a ser una explosión en los lectores, y es cuando Cortázar comienza a ser insistentemente entrevistado”.

Analizó el profesor Ferro que, al analizar perspectivamente la obra de Cortázar, lo hace a través de la correspondencia y de las entrevistas. En el caso de la primera “ésta es fragmentaria y dirigida a uno solo en un tiempo y espacio determinados, mediante un diálogo preciso e íntimo, mientras que en el caso de las entrevistas, siempre habrá un gesto retrospectivo, una mirada hacia el pasado (…) Entre estos dos puntos se va desplegando la diferencia que va de lo privado a lo que no lo es. Las cartas remitidas a un destinatario en particular y con quien establece un diálogo reservado varían en registros diversos que van  desde lo confesional o íntimo hasta las formas retóricas”.

Al profundizar en las primeras lecturas realizadas por Cortázar durante su infancia adolescencia, el también crítico y ensayista literario argentino mencionó El tesoro de la juventud y Los viajes de Julio Verne.

“En el recuerdo de esas lecturas infantiles hay marcas que pretendo recuperar”, dijo, para continuar “que los viajes extraordinarios y las narraciones de Julio Verne abren una serie de connotaciones múltiples en la obra de Cortázar. En ellos se distinguen los conocimientos geográficos, históricos, físicos, biológicos…emanados por la ciencia moderna, una suerte de enciclopedia moderna”.

Cortázar se consagra internacionalmente en 1963 con su novela Rayuela, en la que propone al lector dos modos distintos de lectura, en el que una de ellas es una lectura salteada y no tradicional como afirma uno de sus personajes. En suma, en Cortázar existen muchas contribuciones al ejercicio de la literatura como son, entre otros: comportamientos en la escritura, los géneros, las transgresiones en sus textos políticos, teatrales, periodísticos y ensayísticos.

Quien escribe se atreve a manifestar que las contribuciones literarias mayores de ese intelectual argentino habría que ubicarlas en el cuento fantástico, y si existe algo que lo define es el estar fuera de la realidad o de lo que llamamos realidad. En la mayoría de los cuentos cortazarianos se muestra un universo cotidiano, real, doméstico, ambiental, del cual consigue ir sacando lo fantástico que como él

Decía se aloja en los intersticios de la realidad, hasta ir logrando un relato perfecto que nunca deja de ser fantástico. Son los ejemplos de obras como Casa tomada” y “Cartas de mamá”.

Hay que puntualizar en Cortázar sus valores como ser humano, como político, su lucha contra los poderes dictatoriales en América Latina, su apoyo al socialismo y, en especial, su admiración y cariño hacia Cuba, su Revolución y su constante acercamiento y respaldo solidario a la Casa de las Américas.