La realizadora Lourdes de los Santos, en sus documentales, ha evidenciado una fina y delicada sensibilidad al abordar diferentes manifestaciones de la cultura: música, cultos sincréticos, artes plásticas. Ahora, en su más reciente audiovisual, le ha correspondido al mundo de las letras, a través de una de sus más altas figuras, Dulce María Loynaz (La Habana, 1903 - La Habana, 1997), Premio Miguel de Cervantes 1992.

Últimos días de una casa (2015) (catorce minutos), con fotografía de Iván Nápoles, música de Lucía Huergo y edición de Miriam Talavera —equipo estelar en sus respectivas especialidades—, centra su atención en la casa y toda su atmósfera, situada en Línea y 14, en el Vedado, en la cual transcurrieron los primeros años de Dulce María y sus hermanos Flor, Enrique y Carlos Manuel. Ellos con formaban una familia atípica.

A aquella casa, donde había cajas llenas de obras de arte traídas de Europa, así como plantas y animales exóticos, pocos tenían acceso. Los Loynaz vivían encerrados en su mundo particular y tenían poco contacto con el exterior. Sin embargo, grandes personalidades de la literatura como Federico García Lorca —en el jardín, él escribió, para Flor, el poema Yerma—, Gabriela Mistral y Alejo Carpentier, sí fueron admitidos e invitados por ellos. De todo esto y mucho más, en escasos minutos muy bien aprovechados, da cuenta el documental Últimos días de una casa, el cual se nutre de imágenes y testimonios de la propia Dulce María Loynaz y Alejo Carpentier, de las entrevistas realizadas a Eusebio Leal, Historiador de la Ciudad, al arquitecto Orlando Inclán, así como a un vecino actual de la casa: Diofresne Llano. Asimismo, la voz en off de la actriz Verónica Lynn, diciendo uno de los poemas de Dulce María Loynaz, enriquece la banda sonora del documental.

Creo que, con la realización de esta hermosa obra de excelente factura, Lourdes de los Santos se propuso dos objetivos: motivar al espectador en el conocimiento de la obra literaria de Dulce María Loynaz, la cual, tal vez, no esté tan presente en los planes de estudio y, por otra parte, que esta casa, de singular historia y trayectoria, sea debidamente remozada y sin que esto afecte a sus vecinos actuales, se convierta en una institución al servicio de la cultura, en taller que contribuya a desarrollar la sensibilidad de nuestros jóvenes.