La ciudad de La Habana ¿es o no caribeña?


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La pregunta que he reflejado en el título de este breve artículo, se ha repetido últimamente en más de una ocasión, de forma pública, a través de los medios de comunicación nacionales. Me parece interesante establecer al respecto ciertas reflexiones dirigidas a elaborar una respuesta esclarecedora y desprejuiciada. El ámbito donde se puede ubicar la cuestión es de vocación múltiple: histórica, geográfica y política.  

Desde lo histórico, debemos remontarnos a la primera fundación u origen en 1514 de esta Villa, eminentemente hispana y colonial, posicionada entre las siete primeras creadas en la Isla de Cuba por orden del Adelantado Diego Velázquez; responde a la estrategia de conquista, ocupación y expansión del imperio español en el “Nuevo Continente”, casi recién denominado América; más específicamente en las Antillas Mayores.

La ubicación precisa de la primera villa de San Cristóbal, a la que me he referido, documentada en un mapa o plano del lugar, no se tiene aun. Debido a las evidencias arqueológicas, principalmente, se supone cercana a la costa suroccidental de la isla de Cuba; posiblemente se encontraba en un punto sobre alguna de las márgenes del río Mayabeque, relativamente próxima al Golfo y Surgidero de Batabanó, entrada natural desde el sur a las tierras habaneras. Tal posición estuvo determinada por la navegación hispana, preferentemente por las aguas del sur de nuestro archipiélago, desde la isla La Española, asentamiento primigenio de los invasores en el Mar de las Antillas. (1)

Si se tiene en cuenta que el límite septentrional de la Cuenca del Mar de las Antillas lo constituye la costa sur de la isla de Cuba, podemos afirmar que en el momento más antiguo de su fundación la primera villa de San Cristóbal de La Habana fue un asentamiento poblacional caribeño. Sin embargo, el traslado casi inmediato hacia el norte, primero en la dirección del río Casiguaguas  (Chorrera o Almendares sucesivamente) y poco después, en noviembre de 1519, su refundación en el litoral oeste del emboque del puerto de Carenas o La Habana, es posible que esto le hubiera restado importancia a los “pueblos viejos” por donde transitó, hacia su norteño destino final, el pequeño núcleo de población de las “tres Habanas”, llamadas así por el historiador cubano Julio Le Riverend.

Desde el ángulo geográfico, la Villa San Cristóbal de La Habana —denominación mitad española y mitad aruaca (Habana proviene del nombre del cacique Habaguanex)— cuyo 500 aniversario conmemoraremos en el 2019, es la que se encuentra junto a la Bahía y Puerto de Carenas o La Habana, en la costa norte. Cuba solamente tiene dos costas: la del norte bañada por las aguas del Golfo de México hasta el Estrecho de la Florida y de ahí hasta la Punta de Maisí está rodeada por las del Océano Atlantico; la costa sur tiene su límite acuático en el Mar de las Antillas o Caribe. 

De modo que tanto la geografía como la historia apuntan a que la villa habanera, donde la fijaron definitivamente los intereses imperiales españoles del siglo XVI, se encuentra frente al límite sur de las aguas del Golfo o Seno Mexicano que nos separa y, al propio tiempo, nos une con dos prominentes países de América del Norte, los actuales Estados Unidos de América y los Estados Unidos de México.

Por la importancia de la ruta comercial y cultural marítima que corre entre los puertos y ciudades del Golfo de México, de la cual formó parte la Villa de San Cristóbal, desde mucho antes de 1561, año de la inauguración oficial del derrotero de la Flota del Oro y la Plata; también fue reconocida en el siglo XVIII como la “Llave del Golfo” y ese hecho económico y político no solo se instituyó simbólicamente en el escudo provincial de La Habana, sino que consta entre los elementos que distinguen nuestro escudo nacional. 

Así las cosas, se puede afirmar que si bien La Habana tuvo en su origen una filiación histórico geográfica antillana o caribeña, muy pronto evolucionó hacia otra norteña más vinculada al Golfo mexicano, que se mantiene hasta hoy.

Cuando sentados en el muro del malecón habanero, fuera de los limites de la Bahía, contemplamos esa gigantesca masa de agua que nos parece infinita, más allá del horizonte, es obvio que estamos frente una pequeña parte del majestuoso Golfo mexicano.

No obstante, este es un asunto dialéctico desde la política y su administración. Si hablamos de la jurisdicción de la ciudad de La Habana hacia su territorio interior sureño, veremos que abarcó gran parte de la región occidental de la Isla de Cuba después de 1607. Después, durante los siglos XVII y fines del XVIII fue desprendiéndose de los territorios de Matanzas y Pinar del Rio respectivamente, hasta conformar oficialmente la provincia de La Habana en la división política administrativa colonial de 1878. Esta última permaneció intacta hasta la Constitución de 1976. A partir de esta, y con posterioridad, La Habana como provincia se ha reducido territorialmente, concentrándose en la urbe ampliada del siglo XX hacia el noroeste y noreste y sus municipios menos urbanizados, al sur. En la actualidad, el límite sur de la ciudad capital perdió contacto con el Mar Caribe.

Aquí no cuestionamos la definición histórica de nuestro archipiélago como parte de las Antillas Mayores y de las colonias hispano antillanas hasta 1899, y más contemporaneamente, su pertenencia como país libre a Latinoamerica, Centroamérica insular y la región del Caribe.

Las reflexiones expuestas tienen como propósito llamar la atención sobre aspectos que, en mi modesta opinión, son definitorios para la construcción de una respuesta acertada a la pregunta que encabeza este trabajo.  Cuba, como país, se integra en la actualidad al Caribe por razones históricas, geopolíticas y voluntad soberana, pero ello no tiene que excluir nuestra muy reiterada diversidad, geográfica, histórica y cultural. Al contrario, las “diferencias” agregan valores a nuestra identidad nacional, la fortalecen. 

Ciudades y puertos cubanos se abren al Caribe, al Golfo y al Océano Atlántico, y se relacionan con sus pares, obteniendo de ello ricos intercambios de toda índole. Intereses muy variados funcionan así a modo de vasos comunicantes que aportan mayor vigor y visibilidad a nuestra Patria en el concierto internacional de estados independientes.

NOTA:

(1) Recordemos que la denominación Caribe para este Mar y la región fue posterior a la de Antillas, esta última encontrada en mapas muy antiguos.


1 comentarios

ARGELIO SANTIESTEBAN
26 de Enero de 2019 a las 21:39

ME PARECE UN MUY SENSATO COMENTARIO. NO ALBERGO DUDAS EN CUANTO A LA PRESENCIA CARIBEÑA EN EL ALMA CULTURAL HABANERA. PERO, COMO DICE EL PUEBLO, EN SU FRONDOSA JERGA: "HASTA AHÍ LAS CLASES". SÍ, PORQUE OTRA COSA, MUY DIFERENTE, OCURRE CUANDO ALGUNOS DE NUESTROS COLEGAS, AYUNOS DE CONOCIMIENTOS GEOGRÁFICOS, NOS DICEN QUE "LA BAHÍA HABANERA SE ENFRENTA AL MAR CARIBE". bUENO ES LO BUENO, MAS NO LO DEMASIADO. CON SALUDOS CORDIALES, ARGELIO SANTIESTEBAN

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