La crítica en José Martí


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En ocasiones algunos autores rehúsan atribuir capacidad crítica a nuestro José Martí escritor, pues es innegable que en muchos de sus trabajos  plantea cualidades y méritos que le caracterizaban más bien a sí mismo que a los elogiados.

Nada más lejano de esas atribuciones u observaciones. Realmente y, como indiscutible político y organizador de una Revolución, el Héroe de Dos Ríos escribe en muchísimas ocasiones no sólo movido por la amistad sino también por objetivos o circunstancias patrióticas bien definidas, que por todo lo relacionado con el contexto de análisis literario.

En esta valoración hay que reseñar la obra Temas Martianos de los siempre imprescindibles autores cubanos Cintio Vitier y Fina García Marruz.

Acerca de dicho tema García Marruz posesiona al lector de su inagotable fuente de saberes para manifestar que “no se puede escribir una obra como la de Martí sin poseer un prodigioso don autocrítico. Pero aún en sus artículos más elogiosos si bien se observa, deja caer en cláusulas casi siempre incidentales –es importante la cláusula incidental en Martí--, juicios en que advertimos que no se le han escapado ninguna de las fallas reales del elogiado”. Y a continuación trae como ejemplo “su desmesurado elogio de José Joaquín Palma, quien a duras penas lo consideramos poeta en Cuba (…) mas lo primero que explica es la causa de su acogida en los medios cubanos del extranjero: Gustan los pobres peregrinos de oír cerca de sí en la larguísima jornada, rumor del árbol lejano.

Por otra parte, cuando le asegura que hubiera sido “aeda en Grecia, scalder en Escocia, trovador en España, rimador de amores en Italia”, lo compara con los poetas juglares, más inspirados y románticos que cultos, y muy ligados al romancero popular y humilde. Y así destaca: “Aquí un consonante, allí un pie largo: la fragua no está templada a igual calor. Pero estas cosas, que te las diga un crítico. Yo soy tu amigo. Cuando tengo que decir bien, hablo. Cuando mal, callo. Este es el modo mío de censurar”.

No obstante su sentimiento de amistad por Palma, Martí no deja de apreciar en él a un rimador sencillo que “canta como el rocío brilla o el ámbar perfuma”, como “un rimador de amores o poeta del hogar y de la patria”.

Como bien plantea la Autora, en Martí las cualidades positivas eran lo fundamental y, a partir de ellas se disponía a “preconizar toda una teoría literaria con lo cual logra a un tiempo hacer un elogio no del todo infundado, formular una velada crítica y enseñar una estética. A este último tipo corresponden sus páginas sobre Bonalde, Sellén y Palma”, sin dejar de advertir que “estas apostasías literarias preparaban el ánimo para las verdaderas y originales luchas por la patria”.

Sobre una auténtica figura de la poesía cubana como fue José María Heredia, errados están muchos críticos en sostener que Martí pasó por alto o no supo distinguir algunos aspectos que consideró inconsecuentes en relación con los versos del bardo:

“Suele ser verboso. Tiene versos rellenos de adjetivos. Cae en los defectos propios de aquellos tiempos en que el sentimiento se decía sensibilidad; hay en casi todas sus páginas versos débiles, desinencias cercanas, asonantes seguidos, expresiones descuidadas, acentos mal dispuestos, diptongos ásperos, alteraciones duras (…) Su prosa tiene galicismos frecuentes, como su época, y muchos versos pudieran ser mejores de lo que son”.

Pese a tales observaciones críticas, en su enjundioso análisis García Marruz no desestima la valoración que, sobre la personalidad de Heredia, Martí realiza luego de la carta que aquel, en su calidad de deportado y con evidente nostalgia, le escribiese al capitán general de la Isla (Tacón) implorándole su retorno, y que expone en una sola línea:

“(…) El poeta que había tenido valor para todos, menos para morir sin volver a ver a su madre y a sus palmas”.

Sin lugar a dudas y con pesar Martí piensa en los que abandonaron a Heredia, los mismos que luego convivieron con el representante de la colonia, mientras que el “hielo afinador del destierro consumía al bardo (…) ¡Mucho han de perdonar los que en ella (Cuba) pueden vivir a los que saben morir sin ella!”.

Muy lejos de hacerle Heredia “daño a Cuba” --como tantos afirmaron tras el hecho de la misiva--, en él despierta en su época como escribió el Apóstol, “la pasión inextinguible de la libertad”.

Asimismo, García Marruz concluye con una situación comparativa que se da en ambas  personalidades que llegan a sufrir el destierro siendo muy jóvenes:

“Fue cortedad visual creer que esa falla disculpable y al cabo accidental de la carta pudiera tener más peso real que todo el dolor cubano de Heredia y sus enormes sueños. El contraste entre su carácter apasionado y la moderación que dejó en su espíritu el influjo de la educación paterna, no se resolvió, como en Martí, en un equilibrio armonioso sino en una contradicción dolorosa. Su excesivo apasionamiento lo conducía a estos contrates bruscos de ilusión-desilusión, careciendo en absoluto del gran sentido realista martiano. Pero su chispa, al prender en una naturaleza mejor dotada, hizo posible que la pasión inextinguible de la libertad se aliara a las necesarias dotes para enfrentarse a las circunstancias. No se repara bastante en el alcance de esta confesión de Martí. Su deuda con Heredia, acaso igualable con la de Mendive, es mayor de lo que parece, pues la afinidad fue también mayor”. 

Temas Martianos, obra fundamental de dos eminentes investigadores y estudiosos de la obra del Apóstol, Fina García Marruz (La Habana, 1923) y Cintio Vitier (Cayo Hueso, Florida, 1921—La Habana, 2009). Material bibliográfico que no puede faltar, en lo esencial, en nuestra enseñanza superior ni en la biblioteca personal de cada joven cubano y de nuestra América, como legado moral, patriótico, filosófico o estético del más universal de los cubanos; de aquel que, como bien planteó Vitier, siempre tuvo como “su agónica preocupación, la libertad de Cuba; abrirle vías decorosas a su futuro, situarla justicieramente en el equilibrio del mundo”. Equilibrio que él vislumbraba cada vez más inestable y amenazador; todo lo cual se resumía en una toma de conciencia histórica, íntima y trascendente del país en su contexto americano.

Temas Martianos. Cintio Vitier. Fina García Marruz. Centro de Estudios Martianos, 2011.


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