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Leidy González Amador: La infancia es el tiempo del asombro


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Desde hace muchos años, me fascina descubrir nuevos talentos literarios. Pienso vehementemente que quienes comienzan vienen con un código escritural que en nada se ajusta a la tradición, las modas, la literatura al uso y que solo se compromete con lo que dicta el corazón y si por ventura este corazón late a favor de la infancia entonces ya es un buen paso para ganarme como lector. Eso me sucedió al leer las primeras entregas literarias de la joven Leidy González Amador (1), quien no por su corta edad, deja de asombrarnos por sus arriesgadas propuestas literarias. Además de las obras mencionadas en su ficha, espero muy pronto tener la satisfacción de que en la colección Veintiuno aparezca su inédito Todas las ovejas van al cielo, un libro renovador, anticonvencional y en el cual puede suceder lo humanamente posible (e imposible). Y eso es Leidy, quien hoy se abre para nosotros con sus anhelos e insatisfacciones, una escritora de imposibles, y por la gracia de mi también muy admirado Maikel Ende, una auténtica gestora de fantasías ilimitadas.

 

¿Existe para ti una literatura infantil? ¿Una LITERATURA? o simplemente ¿Literatura para personas?




La literatura como concepto es una sola. Pero, a la hora de comunicar, no es lo mismo dirigirse a un niño que a un adolescente o a un adulto. Los códigos que se establecen con cada uno de estos receptores generan las particularidades que se decantan en una literatura para niños, una para adolescentes y una para adultos.

 

¿Qué piensas de la infancia? ¿Te gustan los niños?

 

Esta debería ser la etapa más plena del ser humano, porque en ella prima lo instintivo. Pero el niño es vulnerable a la dinámica y arquetipos de la sociedad. Y si nos encargamos solamente de moldearlos a nuestra semejanza, nunca daremos espacio a su autenticidad como ser en formación. La infancia es el tiempo del asombro. Justo por eso los prefiero.

 

¿En tu concepto los niñ@s leen hoy día más o menos que antes?

 



Quizás lean menos, pero en la actualidad hay más opciones en las que invertir el tiempo, comparado con veinte o treinta años atrás. No creo que eso sea negativo en su totalidad; leer en todo momento no es imprescindible. Los niños necesitan de otras actividades para conformar su personalidad, para enriquecer su visión del mundo.

 

¿Qué deseas expresar con tu obra literaria?

 

La genialidad de los niños al afrontar diversas situaciones. Su destreza para mirar el lado bueno, siempre que sea posible. Porque le escribo a un público que es, en esencia, desprejuiciado. Y lo hago a través de historias que, sobre todo, puedan estimular su imaginación.

 

¿Qué piensas del tono que deben tener las historias para niñ@s?

 

Conseguir el tono apropiado es proporcional a cuan claro tengas el objetivo de tu historia. Así no corremos el riesgo de escribir un tratado moralizante o que roce la tontería. Creo que no hay fórmulas predeterminadas. Y ese es, en mi opinión, el acertijo de quien escribe para niños.

 

¿Eres tú parecida a alguno de los personajes de tu obra?

 

No, ellos me superan.

 

¿Cómo concibes idealmente a un autor para niñ@s?




Alguien que no se empeñe en educar a ultranza a través de su obra. Ni se proponga ser extremadamente gracioso. Lo concibo como un ser adaptable, y que tenga el poder de la observación.

 

¿Reconoces en tu estilo alguna influencia de autores clásicos o contemporáneos?

 

Aunque leo a los contemporáneos sin la creencia de que lo antiguo es, necesariamente, mejor que lo nuevo, le debo mi decisión de escribir a Michael Ende.

 

¿Cuáles fueron tus lecturas de niña?

 

No tengo títulos definidos. Primero hubo un libro de cuentos de zares y princesas, donde dibujaban a las muchachas con trenzas larguísimas. Luego pasé a Oros Viejos, una y otra vez. Después, mucha poesía. Recuerdo un libro… era algo así como “Curso de Español Literatura para obrero calificado” … jaja… ¡Me encantaba!

 

¿Quién es tu héroe de ficción?

 

Atreyu.

 

¿Quién, tu villano?

 

Lord Voldemort, El-Que-No-Debe-Ser-Nombrado.

 

¿Qué es lo que te enciende emocionalmente-creativamente? ¿Qué es lo que te desanima?

 

La aventura es mi pasión a la hora de escribir. Pero lo que más me entusiasma es que mi historia alcance visualidad. Y hasta ahora no me desanima nada, ni puedo permitírmelo, porque cuando estoy escribiendo logro la mejor versión de mí.

 

¿Qué atributos morales piensas que debe portar consigo un buen libro infantil?

 

Si voy a resaltar alguno sería que ese libro brinde al niño la capacidad de elegir, de formularse un juicio de lo que leyó, pudiendo asumir una postura al respecto. Nunca brindarle lo bueno y lo malo, como si fueran cosas que los adultos tuviésemos tan bien delimitadas.

 

Aparte de tu profesión actual, ¿qué otra cosa te hubiera gustado ejercer?

 

Además de escritora y farmacéutica, las cuales ejerzo a la par, si tuviera que elegir otra, sería veterinaria.

 

¿En qué nuevo proyecto trabajas actualmente?

 

Literariamente, siempre estoy en muchas cosas a la vez…

 

¿Qué profesión nunca ejercerías?

 

Periodismo.

 

¿Podrías opinar de la relación autor-editor?

 

Debe ser una relación flexible y sin jerarquías.

 

Si tuvieras que salvar solamente diez libros de un naufragio, ¿cuáles escogerías? ¿Alguno de los que has escrito?

 

Salvaría solo los dos que me son imprescindibles: La historia interminable, para no olvidar lo peligrosa que puede ser La Nada. Orlando, porque uno nunca conoce en qué pueda llegar a transformarse.

 

 

 

Nota:

(1) (Santa Clara, 1988). Escritora para niños. Ha publicado: Con la cabeza en las nubes (Sed de belleza, 2013). Hoy es martes (Loynaz, 2014). Brizna (Gente Nueva, 2015). El perro que le tenía miedo a la noche (Sed de belleza, 2015). Premio Hermanos Loynaz, 2013 y Fundación de la Ciudad de Santa Clara, 2015, con la novela El acuario de Onfard.


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