Uno de los grandes aciertos del programa de la vigésima edición de la Feria de la Cultura Cubana Arte en La Rampa es el de haber previsto, a modo de homenajes, la presentación de dos exposiciones de carteles de sendas instituciones emblemáticas las cuales, además de arribar al aniversario 60 de su fundación, han sentado cátedra en esta expresión de las artes visuales: Casa de las Américas y el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos, Icaic.

La primera puesta a la consideración del muy numeroso y heterogéneo público que transita por El Túnel del Pabellón Cuba es la correspondiente a Casa de las Américas, con una treintena de obras que ofrecen una panorámica del devenir de su cartelística, desde que en los años 60 del pasado siglo la convirtiera en un eficaz y hermoso instrumento para la promoción de los eventos que allí se organizan.

Desde Raúl Martínez y Umberto Peña, hasta la joven diseñadora Lyly Díaz; pasando por Nelson Ponce y Pepe Menéndez, la muestra da fe de un sostenido y brillante quehacer al que, entre otros, han contribuido también con su talento Jorge Gómez Fresquet (Frémez), Antonio Reboiro y Alfredo Rostgaard, este último autor del icónico cartel diseñado para el Festival de la Canción Protesta 1967.

En el conjunto ahora expuesto, a modo de apretada antología, se aprecia el interés que persiste en el Departamento de Diseño de Casa de las Américas por mantener una tradición, sin dejar de atemperarse a los nuevos códigos que, para la comunicación visual, impone la contemporaneidad.

Carteles concebidos para los premios literario, de musicología y composición; el desaparecido La Joven Estampa, el Festival Carifesta o el Mayo Teatral, se exhiben en el Pabellón Cuba, ratificando la intención de los organizadores de Arte en La Rampa de hacer de este un evento cultural que trascienda la simple comercialización de artesanías.

A la mencionada exposición habrá de dar continuidad la que, con obras destinadas a la promoción cinematográfica, pondrá en contacto con otro internacionalmente reconocido segmento del diseño cubano a quienes no acostumbran a frecuentar las galerías. Un verdadero regalo, de esos que no se deprecian ni con el uso, ni con el paso del tiempo.