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Los pinellis, el “cubatón” o lo último que trajo el barco


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Tony Pinelli.

¡Quién lo hubiese imaginado, el mismísimo Tony Pinelli, disertando sobre el reguetón cubano! Nada, que allí en Miami, ahí sí –como ya debe haberlo comprobado y le pudieron adelantar sus hijos–, “todo tiene su precio” [1 ¡Y su costo!

Resulta que en unos de sus primeros artículos del año [2], recurre a una rapidita historia del cubatón, reguetón, o “lo que sea” y termina “colgándole” a “lo que sea”, valores y justificaciones que desde esta orilla no le veía o al menos no destacaba públicamente. Pero no queda ahí, para asegurarse “la papa” de verdad, entre col y col, inserta los repetitivos estribillos que, tal viene aprendiendo, no pueden faltar cuando de “cantarle” a Cuba (Socialista) y a sus instituciones (gubernamentales) se trata.

Un historia tan rapidita y tan mal contada que obvia asuntos tan claves como que el término cubatón no es tan nuevo y fue más bien una etiqueta comercial con que ciertos productores suecos vendieron por allá, por el 2003, el recopilatorio discográfico donde se agrupaban entre otros a Cubanito 20-02, Candyman y El Médico. O que los raperos “le piden la cabeza” a los reguetoneros y desde el 2004 hubo una “Repartición de bienes”: “reguetón pa’ mover c… / o rap pa’ poner madura la mente del inmaduro” [3]. De modo que no creo que ningún rapero de verdad creería en la etiqueta de “contestatarios por naturaleza” que le otorga Pinelli al reguetón; a no ser que su manera de protestar sea –como alguna vez dijera uno de los protagonistas del Concierto de las 100 fulas en El Capri–pasearse por La Habana “en un Mercedes Benz, con los últimos Nike del mercado y una cadena de más de 15 mil dólares en el cuello”. [4]

Niega por más, el párrafo que presenta su texto, huella clara de su tal vez renegada formación marxista: “La música es un reflejo del medioambiente en que se desarrolla o desenvuelve el ser humano (…)”. En tanto resulta –por lo menos– infeliz, transferir de un sistema a otro el producto cultural sin su correspondiente contexto, achacar el éxito del reguetón a la decisión de un Ministro de Turismo o justificar el “esquema rítmico repetitivo” de este ritmo o las “letras muy crudas y consideradas de mal gusto en muchas ocasiones” con “la complejidad y velocidad que exige el mundo en que vivimos” que “no deja mucho tiempo a la reflexión y la poesía”.

Será que como me dijo cierto amigo, “en Miami hay que comer” y disertar sobre cómo surgió el reggaetón [5] o sobre la "tiradera" entre reguetoneros cubanos, se paga mejor que contarles a los consumidores del cubatón, sobre el ámbito musical y las tradiciones de Cuba, que tanto desconocen. Ese es el Pinelli que “está de moda”, el más visto de todos en América TeVé, para y por eso va (¿le pagan?), al programa televisivo Happy Hour y también porque “tira” cosas como que “el éxito del reguetón en Cuba es una causa del fracaso de la educación en la Isla” [6]. Tan burdo como otorgarle a Obama el título de “tercer descubridor de Cuba”.

Hacer otra cosa, es decir, “tirarle” al cubatón, más que una mala operación de marketing, sería meterse “en camisa de once varas” o en un conflicto de intereses con su propia familia, los integrantes de la banda Los 3 de La Habana. Una agrupación cuyo devenir estadounidense es la clara evidencia de cuán aplastante para la libertad creativa resulta el mercado y la competencia “capitalística”, bajo la etiqueta eufemística de “trabajar para los fans”; obviando que los gustos del público se construyen y reproducen por las industrias culturales hegemónicas y todo lo que se aleja a logo-céntrico queda fuera.

Penosamente, las cualidades más reconocidas de lo que fue un trío vocal, su apego con aires renovadores a lo mejor de la tradición musical cubana y su intención de recuperar el quehacer de este tipo de agrupación, han ido quedando en el camino. Disco tras disco, desde LLEGÓ EL MOMENTO –cuyo tema más conocido fue precisamente un cubatón, “La pérdida” –; pasando por TRANSFER y 3MENDO.

El líder de la agrupación, a raíz de la presentación de su primer disco en los EE. UU. confesó: “Creo que, aunque en nuestro primer disco tenemos más enfoque en la música seria, en este disco nos vamos más por la música pop, por los sonidos más comerciales del momento” [7]. Tiempo después, –“poniendo el parche” ante la posible desilusión de sus más fieles seguidores–, defendió: “No existe género musical malo para nosotros” [8]. Solo que lo “bien hecho”, termina siendo lo que más se vende, con un buen empaquetado que incluye una buena etiqueta, comercial, política, o “lo que sea”.

Los 3…, que nunca fueron en la Isla “contestatarios”, ni perseguidos, no solo recurrieron al llegar allá a la etiqueta de refugiados políticos y construyeron en consecuencia una narrativa de perseguidos, sino también se “prestaron” en el verano del 2015 como oferta estelar en el espectáculo Risas y Música para Cuba [9], dedicado a recaudar fondos para el US Cuba Democracy PAC (Comité de Acción Política) promotora –como se sabe– de la eliminación del derecho a viajar a la Isla, entre otras propuestas en contra de los que vivimos en la tierra que los vio nacer.


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