Marta Aponte: “La visión latinoamericana del Premio Casa lo distingue” / Por Adalys Pérez Suárez


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Desde la hermana Puerto Rico viajó hasta La Habana la narradora y editora Marta Aponte Alsina (Cayey, 1945), para integrar el jurado de cuento del Premio Casa de las Américas 2018, cuyos resultados se darán a conocer el próximo día 25, en la Sala Che Guevara de esa institución.

Una vez en la capital cubana, y tras la inauguración del certamen el pasado lunes, la escritora se trasladó junto al resto de los jurados hasta la ciudad de Cienfuegos, donde realizan la lectura de las más de doscientas obras recibidas en esta edición.

Por unos minutos, la ganadora en su país del Premio Nacional de Novela 2007 y finalista del Sor Juana Inés de la Cruz 1997, interrumpió su labor para dialogar con el Periódico Cubarte.

¿Qué valoración ha podido hacer hasta el momento de las obras que concursan en este género?

“Hay una cantidad sustancial de obras en el género de cuento, con más de noventa libros y una gran representatividad de autores de Argentina y Cuba.

Siempre es difícil juzgar a un escritor, pues son muchos los criterios. Desde el dominio de la técnica, lo interesante del contenido de los textos, de las ideas y de las propuestas.

Así que es un trabajo bastante tedioso y riguroso. También exige una conciencia de lo que representa un concurso para un escritor o escritora. En general, me parece que vamos a dar con algún texto que sea digno del Premio”.

¿Piensa Ud. que esta voluminosa respuesta es reflejo de la vitalidad que conserva el género en esta parte del mundo?

“Siempre ha sido uno de los géneros mayores, en el sentido de su cultivo. Así que yo pienso que cabía esperar una cantidad significativa de textos”.

Con la aparición de las nuevas tecnologías, mucho se habla en los últimos tiempos de la desaparición del libro impreso. ¿Cree Ud. que, en ese sentido y por su brevedad, el cuento sería un género privilegiado en la web?

“Creo que no, realmente. Depende del país y su tradición lectora. Ud. ve por ahí que, si una novela tiene menos de cuatrocientas páginas, pues a algunos lectores no les gusta. Aparte de la calidad. Puede ser uno de esos grandes ladrillos comerciales que se espera que sean extensos y voluminosos.

Sí hay una especie de auge o de interés en el cuento breve, el microcuento. Al menos en mi país y supongo que aquí también.

Y también se ve en los rasgos de estilo de algunos narradores la concisión, la rapidez de las líneas. Uno a veces piensa que está leyendo un poema porque son oraciones sueltas. Hay también una abundancia del diálogo que prácticamente te muestra como una acción televisada.

De manera que sí. Las tecnologías, las formas actuales de lectura y los soportes electrónicos tienen una influencia. Pero sospecho que la calidad literaria se va deteriorando.

Por ejemplo, la última novela de Roberto Bolaño, que es como una compilación de varias de ellas y tiene más de seiscientas páginas, es una escritura cuidada, muy rigurosa, a pesar de que estaba en ese momento de la transición entre siglos, cuando ya se avizoraba el impacto de las tecnologías. Creo que eso lo distinguió como escritor para toda una generación de autores más jóvenes”.

Con la facilidad que ofrece la Internet para la publicación de cualquier texto, también se ha ido menospreciando la figura del editor.

“Ojalá y tuviéramos más editores de calidad, profesionales, confiables y que se apasionaran con la tarea de editar. Porque tampoco abundan. Hay muchas editoriales que quizás lo que persiguen es el éxito económico, la difusión rápida. Pero ese tipo de editor, con apertura para las nuevas corrientes, buen lector o lectora, es imprescindible.

Yo misma, por impaciencia —y por la edad también— he publicado mis libros por cuenta propia. Sin embargo, lo que quisiera es que personas con una formación sólida en la literatura, en las disciplinas del saber, se apasionaran por darle forma a los libros de otros.

También lo que pasa es que la actividad literaria se ha convertido en una plataforma de lanzamiento a la fama y a los egos. La web te abre una serie de espacios y eso puede ser saludable; pero igual se pueden publicar una serie de textos sin criterio. Y eso va borrando los contornos, no solo de los géneros, sino de la calidad.

Lo ideal sería un país donde se leyera mucho y los libros fueran accesibles en cuanto a precio. Eso no siempre sucede y la gente se inclina cada vez más a publicar sus libros en plataformas como Amazon, con lo que también te eliminas de paso al impresor”.

En esta edición del concurso coincide que también se otorga el Premio de Estudios sobre la Mujer, temática a la que Ud. ha estado vinculada. ¿Qué opinión le merece que Casa de las Américas estimule este tipo de investigaciones?

“Me parece importantísimo. Sobre todo, en nuestros países, con ese lastre machista tan fuerte, tan resistente. Incluso para las mujeres, cómo nos concebimos a nosotras mismas.

Las personas que están en el jurado son de una calidad extraordinaria, así que ojalá se repitiera con mayor frecuencia”.

Supongo que entre los tantos desastres que se registraron en Puerto Rico con el paso del huracán María, estén las afectaciones a las instituciones culturales, a las bibliotecas. Pienso que, al igual que en otros sectores de mayor prioridad, haya faltado por parte de los Estados Unidos el apoyo para su recuperación.

“Puerto Rico es una colonia infame y total. Es decir, no tiene ni un ápice de gobierno propio. Esa es la verdad.

En 1952 se adoptó una Constitución, con el aval del Congreso de los Estados Unidos, la cual dio pie a que se comenzara a difundir que habíamos alcanzado un grado de autonomía y una forma de gobierno que era invención de nosotros, los geniales puertorriqueños, en colaboración con nuestros socios del Norte. Pero, bueno…

Al principio funcionó como un modelo económico demostrativo para América Latina, que desarrolló la importación de capital extranjero. Eso colapsó a partir de los años 70 y 80, endeudándose cada vez más el país en el sostenimiento de las instituciones públicas de bienestar y educación que se crearon.Además, de un grado de corrupción bastante imbécil y evidente.

Ahora con esto del huracán colapsa totalmente hasta la apariencia de que tenemos algún tipo de control de nuestro país, de nuestros destinos. Se ha evidenciado tanta incompetencia. Nada estaba preparado. Ni los hospitales, ni las escuelas, ni el gobierno. Más se prepararon algunas personas, en calidad individual.

Además, hubo muchas pérdidas materiales, de casas y no ha habido asistencia. Hay historias de horror a granel.

En el caso de Estados Unidos hay que ver que ellos también se están alejando de lo poco que les quedaba de un Estado de Bienestar. Entonces, con estos recortes y este señor que está ahora ahí, regalándole más millones a los multimillonarios, pues se ha tardado mucho más en llegar la ayuda y está mucho más condicionada.

Hay que presentar todo tipo de documentos para que a través del seguro te den algún dinero para tú reparar una ventana, por ejemplo. Pero las personas más pobres…

A la postre, creo que es también una lección de independencia. Pienso que la balanza se incline del lado de generar en las personas más deseos de autosostenibilidad, como familias, comunidades y país, porque hay como una enajenación ideológica. Un país que es dependiente para todo. Todas las decisiones se toman fuera de Puerto Rico, prácticamente. Todo depende de alguna ayuda de Estados Unidos”.

En ese panorama, supongo que las bibliotecas, por ejemplo, estén totalmente desamparadas.

“Esas están desmanteladas hace tiempo. Yo digo que en mi país no hay bibliotecas públicas, lo cual es una cosa disparatada. Hay tanta ignorancia en los políticos que ellos piensan que los libros hay que sustituirlos por tablets.

El libro no tiene prestigio más que entre ciertas minorías y ahora, además, se está hablando de privatizar la Universidad del Estado, reducir muchísimo el presupuesto de las instituciones culturales. No obstante, hay muchos grupos de calidad en teatro, danza…”

¿Es su primera vez como miembro del jurado de Casa de las Américas?

“Sí, es mi primera vez y estoy muy contenta. Nos han tratado con mucha cordialidad y cariño, que es lo más importante. En el caso nuestro, somos vecinos y tenemos una cultura compartida, además.

Hemos tenido total libertad a la hora de leer las obras, sin ningún criterio que te quiera orientar. Pienso que es también el concurso más grande que tenemos en América Latina, pues pueden participar escritores noveles, con la expectativa de que se les vea en las mismas condiciones que los ya reconocidos y se les mida con los mismos parámetros.

La misma visión latinoamericana que tiene el Premio lo distingue. Yo sé que es difícil mantener algo así, con todas las dificultades que puedan tener y los felicito. Es como una base de país también. Cuando uno tiene un país, tiene un país”.


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