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Martí en Cayo Hueso. Desde la historia al imaginario


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La dimensión de la obra que nos legara nuestro Héroe Nacional desborda las aristas de la historia, el arte y la cultura, muestra de que su formación y sensibilidad le permitieron asumir, con postura de vanguardia, las ideas que trajo consigo la ilustración; de ahí que además del regodeo con el idioma —tanto en la prosa como en la poesía—, se mantuviera el escritor estrechamente vinculado al uso de frases claras y transparentes; basta un asomo a sus versos sencillos para entender cuánto de grandeza encontraba el Maestro en las pequeñas cosas, condición que le permitió lidiar con los más grandes conflictos humanos que a su paso encontrara. La elocuencia de José Martí, esa que vibra en sus crónicas y discursos, fue sin dudas una herramienta de encomiable valor en su quehacer político.

Una de las históricas contiendas libradas por José Martí en aras de la independencia de Cuba y en la que fue determinante no solo su madurez política sino también su altruismo, está vinculada a la fundación del Partido Revolucionario Cubano (PRC), y el escenario de ello fue Key West, ciudad popularmente conocida como Cayo Hueso. Recordemos que Nueva York, Tampa y Cayo Hueso, resultaron espacios de elevada significación para la reorganización de los cubanos tras el Pacto del Zanjón; en todos ellos estuvo José Martí, y en cada uno realizó no solo una obra educativa para los compatriotas exiliados, sino también una labor cultural a la que debemos asomarnos una y otra vez. A finales de 1891 la oratoria martiana gozaba de reconocimiento entre los cubanos de Nueva York y Tampa, pero no había estado presente en Cayo Hueso; de ahí el reclamo hecho por los tabacaleros de esta ciudad a sus líderes para contar con su presencia en esa isla.

Para responder a la solicitud de los trabajadores de Cayo Hueso, Martí se embarca desde Nueva York en el vapor Olivetti el 24 de diciembre de 1891 y permanece en esa ciudad hasta el 5 de enero de 1892. De las ansias de escuchar la claridad de sus ideas resulta evidente el programa organizado durante su estancia en esta ciudad, pero fue el diálogo que de manera individual sostuviera con cada uno de los líderes lo que permitió el paso del cabildeo y desunión de las diversas agrupaciones al respaldo a la fraternidad necesaria.

En Cayo Hueso el Apóstol fue recibido junto a Serafín Sánchez en la casa de Teodoro Pérez, una de las espléndidas construcciones de madera de esta ciudad en la segunda mitad del siglo XIX; y el 3 de enero expuso sus ideas en el Club San Carlos, ocasión en que Martí funde los estatutos de los círculos revolucionarios de Nueva York con la resoluciones de los de Tampa para proclamar las bases del PRC. Sin embargo, su paso por la ciudad de Key West dejó una huella que se traduce en el imaginario urbano de la ciudad actual. De modo que no podría un cubano visitar la ciudad sin constatar cuánto de José Martí se respira en ello. Desde tales perspectivas destaquemos dos de esos signos: el conjunto escultórico ubicado en el Parque de la Bahía y el Club San Carlos.

A la entrada al centro histórico de Cayo Hueso, limitando el Parque de la Bahía, se encuentra una calle nombrada José Martí, topónimo cuya significación refuerza la escultura que se erigiera en su honor en 1937, en la intercepción de dicho eje con la calle Virginia. De sus patrocinadores y los hechos que sirvieron de inspiración para esta obra, comentan las inscripciones que les acompañan.  

Estilísticamente, el conjunto escultórico responde al neoclasicismo que trajo consigo la República en toda Latinoamérica. De modo que además de hacer uso del mármol, la figura del adalid cumple con el académico espíritu del retrato, de ahí la marcada serenidad del rostro que destaca el carácter del pensador. En correspondencia a ello, se añade un sistema iconográfico de franca significación conceptual: en la base el símbolo de las logias masónicas, instituciones en cuyos senos se gestaron las primeras ideas independentistas en los diferentes territorios de la isla; en su pedestal, el escudo de la patria en bronce y, acompañando su postura, un libro como símbolo de ilustración.

A diferencia de otras representaciones escultóricas realizadas a Martí, la del Parque de la Bahía en Cayo Hueso está definida por una especie de recinto amurallado, al que el visitante ha de entrar a través de una reja que conduce a dos escaleras diseñadas en forma de óvalos para acceder a una plataforma mayor.  En un primer nivel aparece la inscripción de una de las frases que dedicara Martí a esta ciudad: “CAYO HUESO isla labrada y hermoseada por el esfuerzo cubano. // Y no cargaremos con ella como nuestra alma invencible que ha sido y nos la clavaremos al costado. // Para monumento de sus fundadores y objeto de nuestra justa admiración // José Martí”; en el segundo, la referencia a los promotores de la obra: “El Comité Gestor constituido en La Habana el 20 de noviembre de 1936, presidido por el señor José Manuel Castillo, su propulsor, ofrece este monumento a la ciudad de Key West”.

En relación con el referente que ha inspirado la ejecución de la obra confiesan sus promotores, en la parte frontal: THE CUBAN LIBERTY APOSTLE WISHED TO OFFER TO THE PEOPLE OF KEY WEST WHAT WAS LEFT OF HIS HEART. // THIS MEMORIAL PERPETUATES HIS DESIRE; texto que en español colocan en el reverso: EL APÓSTOL DE LA LIBERTAD CUBANA QUISO OFRECER AL PUEBLO DE KEY WEST LO QUE QUEDABA DE SU CORAZÓN // ESTE MONUMENTO PERPETÚA SU DESEO.

Con fines informativos son utilizados también los laterales del pedestal. En el izquierdo, los versos: “Como dejaré sin decir // La viveza con que anhelo // Una ocasión respetuosa // De poner lo que me queda // De corazón junto al cayo. // José Martí; texto que encuentra eco en las palabras escritas por Martí a José Poyo en correspondencia fechada el 20 de diciembre de 1893: “No puedo echar del corazón, como quería, toda la ternura, y el justo orgullo, y el agradecimiento que, en nombre de nuestra patria, debemos todos a la emigración cubana de Key West”.

La segunda obra a la que haremos referencia es al Club San Carlos, importante centro cultural que creara la comunidad de exiliados cubanos en Cayo Hueso en 1871. La presencia de Martí en esta institución, como se ha comentado, encontró su génesis en la intervención del 3 de enero de 1892. Pero a él regresó el maestro para impartir clases a los tabacaleros y sus familiares en más de una ocasión. En la “Casa de los Cubanos”, como le llamara el Apóstol, encuentra el visitante dos obras de arte que en lenguaje escultórico hacen referencia a Martí. La primera, realizada bajo los cánones del busto que nos acompañó desde nuestros primeros centros de enseñanza; la segunda, una réplica del conjunto colocado en el Parque que lleva su nombre en las inmediaciones del Capitolio.

Acompañan dichas piezas un conjunto de documentos y objetos vinculados a Martí y al proyecto de la lucha por la independencia de Cuba. Entre ellas un mural dedicado a Carlos Manuel de Céspedes, una escultura en la que se evoca la obra educativa del padre Félix Varela, así como un ejemplar de los “Estatutos Secretos del Partido Revolucionario Cubano”, firmada el 1ro de abril de 1896.


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