Las efemérides, por lo general, contribuyen al debate reflexivo ..."/> Las efemérides, por lo general, contribuyen al debate reflexivo ..."/> Portal Cubarte  -  Más allá del bicentenario de Mariana Grajales Cuello

Más allá del bicentenario de Mariana Grajales Cuello


mas-alla-del-bicentenario-de-mariana-grajales-cuello

Las efemérides, por lo general, contribuyen al debate reflexivo o a la emisión de nuevos conocimientos. Se utilizan como pretextos para agilizar las ideas acumuladas en torno a un tema, una figura o sucesos necesitados de “refrescamientos” por su naturaleza o impronta en la cultura histórica, sea del país o universal.

No siempre, por supuesto, las conmemoraciones cumplen con el objetivo de brindar entendimientos sobre los grandes problemas del pasado y el presente. Muy a menudo, por cierto, aparecen como “metas” o “tareas a cumplimentar” para llenar los “obligatorios espacios” de los órganos de difusión masivos. En la forma en que se muestran no hay lugar para la emoción, y mucho menos se incita a cualquier tipo de disquisición investigativa.

Lo mismo sucede con los “homenajes” cargados de deshumanizaciones, epítetos vacíos de inteligencia e imaginación literaria. Los sueños conforman verdades porque están implícitos en las múltiples razones de la existencia humana. Lo que no pudo realizarse —en los empeños libertarios y emancipadores, o en el simple mejoramiento cotidiano de cada hombre o mujer— es también parte de los alientos sociales. Y la historia, como narración y escritura, no puede ni debe soslayarlos.

La conmemoración del bicentenario de Mariana Grajales ha devenido en convocatoria de pensamientos renovables. Diferentes especialistas de la historia, la literatura, el arte, la politología y otras ramas de las ciencias sociales se han sentido convocados por la insigne patriota no solo para construir y develar el pasado, sino también para analizar las grandes tragedias de la contemporaneidad cubana tales como la discriminación racial, de género, clasista, geográfica o regional, entre muchas otras.

Ciertamente, con demasiada frecuencia la historia es manipulada por quienes desean fundamentar los aciertos y fracasos del presente. Hay, a veces, carencia de análisis científico y culto sobre las incidencias de los procesos históricos en los aconteceres de la sociedad actual, cuestión frecuente en algunos discursos políticos cuya pretensión radica en la creación o fortalecimiento de valores morales. La proeza, la acción militar, el altruismo, la ideología, el desinterés y la entrega total hacia una causa justa y patriótica de alguien en particular, o de muchos en un tiempo histórico determinado, constituyen referentes obligatorios para demandar a las nuevas generaciones renovados sacrificios y conductas apropiadas a las exigencias del proyecto socialista cubano. Pero el problema se presenta cuando se intenta trasladar mecánicamente el ayer al hoy sin medir, o desconociendo, las diferencias entre ambos tiempos. Aparece, de forma devastadora, el sentimiento de frustración por lo inalcanzable, o peor aún, el rechazo hacia lo imposible e inútil del empeño dada su inadaptación a los requerimientos de una vida próspera y moderna.

Si el discurso político continúa insistiendo en la supuesta vigencia de los ideales generadores de los otrora movimientos emancipadores sin una adecuada sustentación crítica, tanto de sus esencias como de los reales fenómenos que nos dañan, el joven común no sentirá la historia como parte inseparable de su cultura y, muchos menos, intentará conocerla para su conformación espiritual. Lamentable será que semejante rechazo lo conduzca a la enajenación identitaria.

Hoy se debate constantemente sobre la nación, la nacionalidad, el patriotismo, la patria, las identidades culturales y demás cuestiones sumamente sensibles al sentido de pertenencia espiritual de quienes sobreviven a las grandes hecatombes sociales y ecológicas. Tal parece que la prisa de los tiempos actuales responde a las trágicas posibilidades de triunfo de las finitudes físicas y morales del mundo. Prevalece en muchos el pesimismo y la terrible convicción de que lo único viable es la bisutería física y mental y el banal entretenimiento porque, según ellos, prima “el sálvese quien pueda” en tanto el universo fenece con todos sus sueños nobles y justos acumulados durante siglos.

El debate inteligente y culto, sustentado en resultados sólidos, junto al perfeccionamiento de los proyectos sociales viables y con frutos efectivos, deviene en el mejor de los enfrentamientos a los detractores de la ideología humanista y bienhechora.

Como una centella de esperanzas y de adecuado quehacer intelectual, emerge a la luz pública el libro Mariana Grajales Cuello. Doscientos años en la historia y la memoria (Ediciones Santiago, 2015), de un colectivo integrado por treinta autores, casi todos profesores de la Universidad de Oriente o especialistas de diferentes centros investigativos. La coordinación estuvo a cargo de los doctores Damaris Torres Elers e Israel Escalona Chávez, ambos miembros del ejecutivo nacional de la Unión de Historiadores de Cuba (Unhic), y el prólogo es de la autoría del doctor Roberto Pérez Rivero, presidente de la mencionada organización.

La obra es fruto de una amplia convocatoria auspiciada por la filial provincial de la Unhic de Santiago de Cuba dirigida a todos los profesionales de la investigación y la docencia.

Mariana Grajales pertenece a la totalidad de los cubanos, y su vida y obra es de obligatoria referencia para quienes necesitan y desean aprehender de la sabiduría eterna de la historia.

Los concurrentes a la cita, cuyos quehaceres denotan profesionalismo y conocimientos polisémicos sobre el proceso histórico nacional, brindan al lector el resultado de investigaciones especializadas en diferentes esferas de la sociedad cubana. De tal forma que la cultura artística y literaria, los imaginarios, las gestas militares, el sistema político, la gobernabilidad, las contradicciones clasistas e ideológicas de las fuerzas contendientes, la problemática del género como disciplina científica y los no menos complicados universos del racismo y la racialidad, entre otros aspectos, se expresan de forma coherente y altamente dotados de cientificidad a favor de la relevancia histórica de un símbolo legítimamente cubano.

Existen, por el contrario, continuas incitaciones al descubrimiento de realidades soslayadas por la historiografía y variados retos hacia la conformación de una historia cada vez más convincente por sus esencias humanas.

Cuando se estudia el texto, se desvanecen las consignas sobre una Mariana Grajales “madre de los Maceo, o de la patria, o de los cubanos”, para ser ella en su legítima dignidad como mujer y madre patriota, irredenta, vencedora de su tiempo y conquistadora de la eternidad.

Los expositores, con celeridad y hondura investigativa, muestran a la mujer que se empinó por encima de sus propias circunstancias destruyendo prejuicios y ataduras seudomorales, para hablarnos de la preservación de la familia en su dimensión celular primaria, y como principio y fin de todos los destinos; de la patria como categoría universal; de la ideología en su real significado espiritual y de defensa de los principios emancipadores, y de la honra de vivir sembrando virtudes.

 


0 comentarios

Deje un comentario



v5.1 ©2019
Desarrollado por Cubarte