Nicolás Espadero… el más alto de los Reyes


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Hasta el apóstol José Martí, en su condición de espectador perspicaz y actor en la sociedad habanera de la segunda mitad del siglo XIX conocería de la obra y de las ideas de Espadero.

Su admiración y respeto por Espadero están presentes en múltiples artículos y cartas que escribió: “Un hombre que se cultiva y se levanta por sí propio, es el más alto de los reyes, y puede mirar como a inferiores a todos esos vanos encopetados que no hayan vencido tanto como él”

El siglo XIX en Cuba trae consigo músicos que enarbolan lo más lírico, romántico y selecto del Arte musical. De esta etapa, uno de los más relevantes compositores pianistas cubanos del siglo XIX, el más representativo del pianismo romántico de su tiempo, creador de obras que exponen y hacen visible interesantes rasgos y cualidades de un Arte nacional emergente es Nicolás Espadero.

Faustino de Jesús Nicolás Ruiz Espadero nació en la Habana en 1832, y se inició en la música a partir de las enseñanzas de su madre Dolores Espadero, notable pianista que dominaba el repertorio clásico en especial las obras de Bethoven, más tarde continuó sus estudios con el pianista José Miró y en su estancia por París tuvo la posibilidad de interactuar con importantes pianistas como Federico Chopan y simultáneamente con el pianista polaco Julio Fontana, quien lo inicia en la composición.

Espadero fue un pianista de primer orden, por su talento pudo abordar todos los estilos con igual éxito y uno de sus rasgos más distintivos fue como ejecutante. Aun cuando no quiso ser pianista fue un compositor excepcional.

En el desarrollo artístico de este artista, su estrecha amistad con el pianista y compositor norteamericano Louis Moreau Gottschalk, quien viajó a Cuba muchas veces para ofrecer conciertos, de esta entrañable amistad nacen puntos de contacto estéticos entre estos creadores. Según Cecilio Tieles, pianista y compositor cubano, quien fuera su discípulo Nicolás Espadero vive un período importante en la sociedad cubana.

“Es un artista maduro, con convicciones claras y profundas sobre el Arte musical y su responsabilidad como artista. Desde cualquier ángulo que se le contemple constatamos que su labor está avalada por la crítica y el público nacional e internacional, como interprete se le considera sobresaliente, sus obras obtienen buena acogida y se editan en Cuba y en el extranjero, como profesor sus resultados son excelentes. Sus alumnos fueron todos brillantes Natalia Broch de Calvo, Gaspar Villate, Ignacio Cervantes, y Angelina Sicouret.

Dentro de su música destacan las contradanzas donde empleó distintos motivos rítmicos que en diversa proporción aparecen en las escritas, más tarde, por Samuel y Cervantes. Por sus contradanzas, los títulos no pueden ser más sugerentes ¡Ay! Un poquito más, Un chubasco a tiempo, Espadero entró en el panteón de los compositores nacionalistas del siglo XIX cubano.

De sus más relevantes composiciones recordamos el estreno en Cuba, en el año 1861, de una sinfonía de Gottsschalk (la tercera) titulada Una noche en el trópico en el escenario del emblemático teatro Tacón.

Según cuentan los historiadores musicales a falta de orquesta, se convocaron cuarenta pianistas (entre ellos Manuel Saumnel, Desvernine, Edelman, Laureano Fuentes, e Ignacio Cervantes, (el más famoso de sus discípulos, quien por esa fecha tenía catorce años), además se invitó a un nutrido grupo de percusión de Santiago de Cuba, presidido por el rey del Cabildo de los negros franceses, hecho inusitado en la época, para que ejecutara auténticos ritmos criollos.

Cuentan que nada parecido se vio y se escuchó jamás en la escena musical cubana hasta la llegada de Amadeo Roldán, muchos años después.

Entre las obras compuestas por Nicolás Espadero se encuentran La reina de Chipre, La Erminia, La Sacerdotisa, Gran fantasía cubana, y El canto del guajiro, muchas de ellas recogidas e interpretadas por Cecilio Tieles en el fonograma Espadero. Obras para Piano, un Cd que junto otras publicaciones inauguraron formalmente el sello editorial Ediciones Museo de la Música.

Por polémicas razones en las cuales esta periodista prefiere no abundar, y que tienen que ver con el mercantilismo y la sociedad burguesa industrial que con su codicia impedía al verdadero arte desplegar sus alas, y en aras de que perdure la magistralidad del artista más allá de todo, el compositor del cual hoy hablamos vivió años de rotundo aislamiento antes de su desaparición física un 30 de agosto de 1890.

Regresando al apóstol, quien conoció su aislamiento, su homenaje póstumo, estas palabras que enaltecen la memoria del destacado músico: “¿Cómo habría de vivir, siendo sincero aquel peregrino que, al pasar por la tierra, como todo artista que de veras lo sea, con la ira y el desdén de quien ve luces, que no ven los que le rodean, y entreoye acentos que la zahúrda vulgar no le deja oír y se revuelve áspero, contra los que no le dan tiempo, con el bufido de los fuelles y el martillo de las forjas, a levantar, en el encanto de la luna, su torre de aspas, de estrellas y de cristales?”


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