No hay vara que, por alta, el talento no salte


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Parecía difícil que, en tan breve tiempo, el Centro de Desarrollo de las Artes Visuales (CDAV) presentara un proyecto que saliera bien parado de cualquier comparación con Disonancias, mega exposición inaugurada durante la 14 Bienal de La Habana, dentro de la cual fue una de las más interesantes propuestas.

Y digo proyecto pues, aunque se trata de dos exposiciones personales las que fueron inauguradas allí este jueves, existe un nexo visceral entre ambas, dado por el concepto curatorial desarrollado por Meira Marrero, con tal coherencia, que incluso da continuidad a otras exhibiciones organizadas en dicha institución.

Los artistas: Adrián Socorro y Rolo Fernández, estuvieron entre los participantes en Disonancias, conceptualmente diseñada como un contrapunteo entre el caos y el equilibrio en que se movió el género humano durante la pandemia de Covid-19. Par antagónico que se mantiene al observar por separado cada una de las exposiciones y al analizar en su conjunto las obras de ambos, nacidas también, como las de aquella exposición, en medio de la lucha contra el nuevo coronavirus.

La titulada miserunomismo es la reinterpretación que hace la curadora de la exposición serunomismo, presentada a inicios del actual año por Adrián Socorro en la galería Pedro Esquerré de su natal Matanzas. El autorretrato, fue el género que sirvió como vía de expresión a este polifacético artista, una vez privado de modelos al natural durante la etapa de confinamiento, período cuya dureza existencial le exigía por demás el máximo de sinceridad para consigo mismo y para con los demás.

 

 

De los presentados en la Atenas de Cuba y otros realizados para la exposición con igual explosión de colores y contenido dramatismo, Meira seleccionó aquellos en los que ha visto reflejadas sus propias vivencias durante los momentos más crudos de la pandemia, de ahí el título con que ha sido inaugurada.

En tanto, con un estilo minimalista, en Mi amigo imaginario un Rolo Fernández más centrado desde el punto de vista creativo se desplaza con soltura por el dibujo para presentarnos un personaje que le sirvió de interlocutor durante los meses de aislamiento social, mostrándonos a través de él sus preocupaciones y experiencias de entonces, en lo que también constituyen autorretratos, aunque de otra naturaleza.

 

 

En medio del caos creativo, armónica (o equilibrada) ha sido la resultante de estas dos exposiciones que se exhiben hasta el 30 de junio próximo, una a continuación de otra, en la primera planta del CDAV, donde aún sin proponérselo demuestran que no era Disonancias una vara imposible de saltar, cuando el empeño y el talento se funden con el arte.

Fotos: Cortesía de los artistas


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