Notas para entender el viaje de La Dimensión Latina a Cuba


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La Dimensión Latina, la orquesta líder del movimiento salsa en Venezuela en los años setenta

La Dimensión Latina, la orquesta líder del movimiento salsa en Venezuela en los años setenta, por fin pudo actuar en La Habana. Han pasado treinta y seis años y dos meses desde que visitara la Isla por vez primera. Actuaron un 25 de julio del año 1979 en los carnavales de la ciudad de Santiago de Cuba. Se presentaron en el cruce que forman las carreteras del Morro y de la Trocha; en lo que ha sido siempre la plaza más importante de baile de aquella ciudad, y tuvieron de contraparte a la orquesta del cubano Adalberto Álvarez, la más popular en la Cuba de aquellos años.

En treinta y seis años la música y la vida han cambiado en los dos países; pero se impone una pregunta necesaria: aporta algo a la música cubana hoy este viaje y esta visita. Trataremos de responder acudiendo a los argumentos más loables.

En los años setenta, sobre todo posterior a 1977 el centro de la música salsa se movió de la ciudad de Nueva York al centro sur del Caribe, es decir el Caribe colombiano y a Venezuela; tal vez por las favorables condiciones económicas que se estaban desarrollando en esa zona geográfica, o simplemente motivado por la aceptación que tuvo en esos dos países el sonido generado en la Gran Manzana. Entonces la salsa como movimiento vivía lo que una vez se llamó “salsa dura o brava”; donde el centro de las historias estaba en las vivencias del barrio, lo apremiante de la realidad y sobre todo el poder superar la ascendencia de la música cubana de los años cincuenta, fundamentalmente, que marcaba la corriente “matancerizante” de una parte de las orquestas involucradas en aquellos acontecimientos. Tanta fue la influencia de lo cubano en aquellos primeros años que cierto músico importante llegó a decir que “… no debemos avergonzarnos de tocar como los cubanos… pero debemos dejar atrás ese complejo…”.

Tal argumento fue el primer paso de una ruptura con lo cubano de aquellos años y la asimilación de nuevas influencias sonoras que no correspondían ni a Puerto Rico ni a la comunidad latina neoyorkina; y aquí me permito una salvedad y es que en ese romper con lo cubano nunca se pretendió dejar atrás la influencia de Mario Bauza y los Afrocubanos de Machito; la orquesta más importante e influyente de música cubana de aquella ciudad en todos los tiempos. Superar lo cubano como punto de partida fundamental era el primer paso para que la salsa ganara autenticidad y reforzara su prestigio.

El sonido que se había generado tenía, además del son cubano, la influencia de la bomba y la plena puertorriqueña, el jazz y algún que otro componente dominicano; y la mayoría de los músicos que integraban las orquestas de vanguardia eran nacido en Estados Unidos, mientras que unos eran emigrados como los casos de Johnny Pacheco, Rubén Blades, y algunos cubanos como eran los casos de la cantante Celia Cruz, los flautistas “Pupy” Legarreta y José Antonio Fajardo, entre otros.

El mito de las Estrellas de Fania comenzó a recorrer el continente en los años setenta y en ese mismo período de tiempo fuera de norteamérica se estaban produciendo otras fusiones musicales que involucraban la música de países como Colombia y Venezuela, con lo cubano. Así llegan los nombres del colombiano Fruko y sus Tesos, y los venezolanos de La Dimensión Latina y del grupo Guaco. La hora del vallenato y de la gaita zuliana había sonado para la música del continente, lo que enriquecerá la salsa en los años setenta y parte de los ochenta. Al merengue dominicano y a su papel dentro de la música salsa dedicaremos otros trabajos.

Así van las cosas hasta que la ciudad de Caracas se convierte en el centro de la salsa y en esa ciudad se construye el Poliedro como la sala de conciertos más grande del continente en esos años; y como había una sala de conciertos esta debía ser alimentada y lo que el público pedía era salsa y la música de los venezolanos sobre todo las orquestas clásicas de la música latina, entre ellas las de Aldemaro Romero, los Billo Caracas Boy y los pujantes grupo Madera donde era figura importante el cantante y compositor Alí Primera, Guaco y La Dimensión Latina del gordo Cesar “Albóndiga” Monge donde entre otros era cantante y bajista Oscar de León, la más popular orquesta de aquel país en esos años.

La Dimensión comenzó a acaparar todos los espacios salseros del continente y hace historia en Puerto Rico en un memorable concierto junto a El Gran Combo que se repitió en la ciudad de Nueva York pero esta vez junto a las Estrellas de Fania. Entonces las cosas comenzaron a ser distintas para todo el continente, excepto en Cuba donde la salsa no era más que una referencia sobre lo que estaba pasando más allá del Caribe y que se consideraba una vulgar imitación de la música cubana.

En la Cuba de los setenta ya algunos músicos estaban atento a lo que ocurría con la salsa y entre ellos estaba Adalberto Álvarez que en sus primeras composiciones aplicaba aquellas variantes musicales, sobre todo armónicas, que diferenciaban la salsa de lo cubano tradicional; no obstante sería en el oriente de la isla donde mayor arraigo alcanzaría la salsa y con ello la figura de La Dimensión Latina; sin embargo el viaje de las Estrellas de Fania sería a La Habana meses después del paso de los venezolanos, que para ese entonces ya no contaban con el talento de Oscar de León y si con la voz de Andy Montañez en una operación comercial que hirió el orgullo de los boricuas.

Oscar de León vendrá a Cuba en 1983 y dejará sentado un precedente histórico insuperable para la música cubana. En esos mismos años Irakere y los Van Van de Juan Formell sentaban las bases del sonido timbero que definirá la música cubana de los años posteriores, mientras que la música salsa se comenzaba a alejar del universo del cubano medio, con la excepción de Rubén Blades primero junto a Willie Colón y después con Los Seis del Solar. La Dimensión, Fruko y sus tesos, la Sonora Caleña y otras tantas orquestas no disfrutaron en Cuba de la misma popularidad que disfrutaría un grupo como Guaco; aunque sus directores y algunos músicos hayan pasado por La Habana en los años noventa o recientemente; pero en la deuda con los cubanos debía ser pagada y eso ocurría la noche del 3 de septiembre de 2015.

La música salsa sigue su andar en el continente, hoy con nuevas voces y aunque los escenarios ni los públicos no son los mismos; en Cuba se acepta la salsa como música del continente, atrás quedaron las incomprensiones y algún que otro malestar y la música cubana sigue influyendo en el continente.

Lástima de que La Dimensión demorara tantos años en llegar a La Habana. Eso lo sabía el músico cubano Issac Delgado y por ello apostó por la memoria para entender el futuro


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