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Para bailar en “Bailando en Cuba”


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Programa televisivo Bailando en Cuba

El programa televisivo Bailando en Cuba, llegó al final la noche del domingo 19 de marzo y hoy podemos afirmar que con más glorias que penas, pues logró revertir la no aceptación del público en sus inicios y se convirtió en un espacio estelar seguido y disfrutado por una gran tele audiencia.

¿Quién gano?, sin dudas una vez más la cultura cubana, pues se demostró cuanto se puede hacer si de música y baile se trata.

Logró ser instructivo, con la invitación de figuras estelares que ofrecieron clases magistrales de danza. Se comentó en la sección conducida por Roslán ritmos como el cha-cha-chá, el mambo, el danzón y el casino, entre otros; los miembros del jurado, especialmente, el Maestro Santiago Alfonso, recordó en más de una ocasión a figuras emblemáticas del baile popular en Cuba.

El vestuario en sentido general resultó equilibrado, elegante acorde con los ritmos que se interpretaban, coherentes con los colores, los zapatos, el peinado, etc., aunque es justo señalar que también en ocasiones obstaculizó el baile de algunas parejas y fue un elemento criticado por el jurado.

En una crítica anterior afirmé:

Bailando en Cuba no empezó con un buen pie, se hicieron dos programas de presentación que lejos de atraer al televidente, lo ahuyentó. Habría que preguntarse por qué y seguro un elemento fuerte a tomar en cuenta es que el público se sintió traicionado al encontrarse con parejas de baile “profesionales”. Y no es que me equivoque, porque en realidad, aunque las 16 parejas estén formadas por un bailarín profesional y uno aficionado, el público las ve como profesionales que se han dedicado a “estudiar danza” y por supuesto que como a tales les van a exigir mucho más de lo que haría un jurado…

Ahora, sin dudas, lo más criticado por un público no conocedor de técnicas, pero sí muy exigente, lo fue la cantidad de “cargadas” que, además de poner tenso a los propios bailarines, impidió ver “bailar” prácticamente ritmos como durante décadas lo ha hecho un país que lleva el baile en la sangre y cuyo pueblo ha sido su principal ejecutante.

Y creo que esto fue el talón de Aquiles de este programa, porque aun cuando los organizadores sabiamente trataron de equilibrar el hecho de que el baile popular en cada coreografía cedía espacio a la inventiva de los coreógrafos técnica, bella, original y casi siempre elegante; en la mayoría de los casos poco o nada tenían que ver con los pasos básicos de nuestros bailes populares y se demostraba en los popurrís que los jóvenes tenían poco conocimiento de los mismos.

Fue una competencia para profesionales, donde primó la danza, el bailarín sobre el bailador de barrio, las cargadas sobre los pasos típicos de guaguancó, rumba, son, casino, conga, pilón, changüí, entre otros que son los que nos identifican como país; a pesar de que en la selección musical prevaleció la música cubana de todos los tiempos.

El público fue sabio y premió a la pareja número 12, demostrando qué es lo que querían ver.

En el programa final hubo muchos “baches”, como si de repente los guionistas no supieran qué hacer. Creo que pudieron llevar a seis parejas, eliminar a tres en esta competencia y el suspenso pudo ser mayor. También elegir un sitio para visitar que tuviera más que ver con el baile; adoramos a nuestros científicos, pero hay que ser más coherente con la propaganda, hay casas de culturas, movimientos comunitarios, escuelas públicas donde el entusiasmo pudo ser mayor.

La decisión del jurado, como siempre, va a hacer aceptada por un grupo y rechazada por otros; hay muchos factores que llevan a un público a inclinarse por un concursante u otro desde el regionalismo, … Personalmente pienso que si de danza se trata pudo haber ganado la número 8 como sucedió, una pareja que desde el inicio representaba el ideal de este programa o la 10 con un bailarín que sin dudas fue el mejor de la competencia y una muchacha, estudiante de la Escuela Nacional de Arte, que se creció hasta la brillantez.

Apuesto por esta oferta y felicito a todos los que hicieron posible el programa. Se ha demostrado lo efectivo que resultan las competencias y lo bien que le viene al arte cubano descubrir nuevos talentos. ¿Qué sigue? Es un reto, tal vez nuestros niños que son la esperanza del mundo.


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