Esta una historia de la gente de mi barrio. De los vecinos que nos encontramos todos los días en las calles, gente común que integran una comunidad y aún sin proponérselo van conformando desde sí, la esencia de un país.

Hoy estaremos cerca de Carolina, que quiere ser artista. No indagaremos mucho desde antes, con una niña de 7 años basta el presente, p ues la intensidad de esa personita nos arranca una sonrisa con su primer saludo parlanchín.

Carolina quiere ser artista, quizá bailarina como su papá, o actriz, como un día quiso ser su mamá. Y así será. Viéndola, podemos aventurarnos a hacer vaticinios: Carolina ha de ser lo que quiera ser. Y no solo porque cada persona se labra su camino o porque nuestra sociedad crea facilidades para el futuro desarrollo de las personas. Todo eso también y más, porque es que dentro de sí, Carolina tiene esa fuerza intensa que se percibe desde lejos, para llevar gigantes empresas, ahora y en el futuro.

Ella es espontánea y locuaz hasta el cansancio. Inteligente, de pícaros ojos y piel trigueña. Es particularmente observadora y con un don para la comunicación impresionante. Desinhibida, bailadora, creativa, y con vital toque de simpatía en su carita siempre feliz, atenta al menor movimiento.

Hoy Carolina cursa el segundo grado en la Escuela Primaria Ignacio Pérez en el poblado de Santa Fe, en Playa y cuenta orgullosa como dio la bienvenida al nuevo curso escolar en el acto provincial, ante la mirada de cientos de expectadores y las principales autoridades del territorio. Ese será para ella un recuerdo inolvidable y ya lo cuenta entre sus “experiencias” en la escena.

Carolina asombrosamente ya ha conseguido establecer un espacio habitual para sus actuaciones donde debuta con un personaje que ella misma se ha creado y recreado: una payasita que juega con los niños y hace piruetas, canta, baila, …, todo un espectáculo allí, en el Círculo Social Marcelo Salado, donde la esperan los pequeños asistentes al lugar.

En la escuela y en el barrio también es una “figura” conocida. Es la niña que no tiene miedo para actuar, la de las respuestas fáciles y para todo, la que inspira a creer en el futuro y reta con sus expresiones desde su pequeña altura.

Carolina, es el espíritu vivo y alentador de una persona con un motor de entusiasmo. Sin embargo, apenas se distingue integrada en las labores colectivas o cuando atiende atenta a su maestra, porque así de bien han de portarse los niños y las niñas, y porque así de bien se lleva con sus amigos.

Quizá dentro de poco pueda entrar en una escuela de arte para desarrollar su vocación o tal vez será psicóloga, o periodista, pero hoy es un aliento fresco en el barrio, una alegría y una esperanza. A Carolina le agradecemos su risa contagiosa y su ternura, su fuerza y su entrega. Nos enorgullese, en fin, cuando nos emocionamos ante la vehemencia conque nos habla de la Revolución o de los héroes de todos los tiempos con esas poesías recién aprendidas.

Así es nuestra Carolina, la de este barrio y por suerte, sabemos que como ella hay muchas en otros tantos barrios de Cuba. Niñas y niños que transmiten su felicidad a todos, tal como un colibrí, incansables.