“Ramona”, ¿Otra novela de José Martí?


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Helen Hunt Jackson fue una escritora estadounidense de sólida formación académica, impulsada por su padre, un profesor de griego y filosofía que alcanzó gran éxito con esta novela publicada en1884. Publicó treinta libros y muchos poemas y artículos, impulsada, entre otros escritores, por su amiga Emily Dickinson, y fue incluida por Emerson en una antología de versos. Gozaba ya de renombre literario en 1879, cuando se convirtió en defensora de los pueblos originarios de la América del Norte.

A Century of Dishonor (Un siglo de deshonra) fue, en 1881, su primera obra con aquel propósito y allí denunció la violencia a que eran sometidos aquellos pobladores y el incumplimiento de los tratados firmados con el gobierno de Estados Unidos para proteger sus derechos y sus tierras. Ese mismo año viajó a California enviada por la prestigiosa revista The Century Magazine a fin de escribir acerca de las misiones jesuíticas establecidas allí durante la dominación española. Dos años después fue comisionada por el gobierno para evaluar la situación de las comunidades indígenas en esas antiguas misiones.

Dentro de su estrategia a favor de los indios la novela Ramona, A Story fue publicada en 1884 y en menos de un año vendió más de15 mil ejemplares, una cifra alta para entonces. Esa fortuna editorial y su tema, sobre todo, entusiasmaron de tal manera a Martí que pronto se dedicó a traducir la novela al español, que finalmente apareció publicada en Nueva York en julio de 1888, bajo el título de Ramona, Novela americana.

Con esta obra, cuyo costo de impresión cubrió él mismo, Martí dio inicio a su proyecto de publicar “libros útiles para Hispanoamérica”. La traducción tuvo buena acogida por el Continente, según se desprende de las palabras del propio Martí en su correspondencia y de que el año siguiente ya se estaba imprimiendo una segunda edición.

En las varias colecciones de las Obras completas del Maestro siempre se ha incorporado Ramona, la más reciente en el tomo 21de la edición crítica de sus obras. Hay varias ediciones cubanas y Radio Progreso, emisora cubana de alcance nacional, también la trasmitió dramatizada hace algunos años.

Desde hace varios meses circula en Estados Unidos una nueva edición crítica de la novela, preparada por los profesores Jonathan Alcántar y Anne Fountain e impresa en Doral, Florida por Stockcero Inc. En ella se sigue la versión del tomo 21 de la edición crítica a cargo del Centro de Estudios Martianos, sin aclarar en notas las erratas ortográficas advertidas por esa edición que cotejó la edición príncipe de 1888, aunque mantiene las peculiaridades de la puntuación martiana.

Ambos editores estadounidenses la consideran una novela martiana, de su autoría, por lo que debiera ser llamada la segunda novela del cubano después de la titulada Lucía Jerez, publicada por entregas en el quincenario neoyorquino La América, en1884.

Las razones para este criterio las basan en la labor creativa del traductor, en las formas en que Martí codificó la estructura, modernizó el lenguaje, afinó su mensaje e hispanizó la obra; enmienda errores lingüísticos y culturales de Helen Hunt Jackson sobre la historia de California; y el cambio del título original y del protagonista. Además, los nuevos editores agregan que Martí redujo los capítulos de veintiséis a veinticuatro, unió en uno solo los dos originalmente dedicados al matrimonio de los protagonistas y eliminó las secciones donde uno de los personajes habla en jerga colonial sureña, posiblemente por lo sumamente difícil que resulta volcarla al español.

Los editores estadounidenses afirman, rotundamente, que la traducción de Martí es “una versión que supera el texto original” en inglés de la Jackson.

Es curiosa semejante opinión cuando estamos tan acostumbrados a leer el refrán italiano de “traduttore, traditore”, que califica de traición la traducción de una lengua a otra, aunque, sin embargo, cada vez más se ha ido imponiendo el punto de vista de considerar la labor traduccional como un acto de creación.

Por otro lado, la excelencia del desempeño martiano como traductor ha sido reconocida frecuentemente, y los editores estadounidenses, Alcántar y Fountain se apegan a las palabras de Roberto Fernández Retamar, quien señaló que la Ramona martiana no es “un simple facsimilar en español del texto en inglés”, y de Gonzalo de Quesada y Miranda, en cuya edición de las Obras completas del Maestro por la editorial Trópico sostiene que Ramona muestra “el sello inconfundible del estilo de Martí.”

En el campo particular de los estudios martianos, y en los referidos a las traducciones y a la creación literaria, seguramente que la estimación de Ramona como una pieza de autoría martiana, como su segunda novela, traerá debates. Mas lo que nadie podrá poner en duda es la singular originalidad y la destacada creatividad de Martí en la práctica de la traducción.


1 comentarios

imara
27 de Agosto de 2018 a las 18:24

quiero comprar el libro ,por favor decirme donde ,pero en espanol.

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