Hoy Reynaldo González Zamora, Premio Nacional de Literatura 2003, uno de los más acreditados intelectuales cubanos contemporáneos cumple 80 años y por lo que se ha de celebrar su admirable trayectoria literaria y una rica historia de vida que comenzó en un casa pobre en «Chincha coja», Ciego de Avila.

El autor creció rodeado del amor de su madre, mimado y a la vez marcado por el rigor de la pobreza; desempeñó varios oficios: limpió pisos, vendió naranjas, aguacates o pasteles, pero desde pequeño sintió una gran atracción por las palabras.

Reynaldo González, narrador, ensayista y periodista, es uno de los sabios escritores que han llegado a la esencia de lo cubano y del alma de sus compatriotas; una perspectiva absolutamente humanista, aguda y valiente caracteriza su producción literaria, compuesta por   novelas, cuentos, testimonios, ensayos, trabajos periodísticos y un solo libro de poesías Envidia de Adriano, unos hermosos sonetos de amor quevedianos, prologados por el extraordinario  poeta cubano Pablo Armando Fernández en el año 2003.

La vida social de este narrador fue muy activa desde el mismo triunfo de la Revolución; en 1960 ingresó en la Asociación de Jóvenes Rebeldes; al año siguiente se incorporó como alfabetizador a las Brigadas Conrado Benítez y también fue miembro del Comité Provincial de la Unión de Jóvenes Comunistas en Camagüey.

Ha fundado, dirigido y también colaborado  con muchas de las más importantes publicaciones culturales del país, entre ellas Pueblo y Cultura, Revolución y Cultura , La Gaceta de Cuba, El Caimán Barbudo, Casa de las Américas, Revista de la Universidad de La Habana, y Cine Cubano.

Durante más de diez años dirigió la Cinemateca de Cuba, con lo cual se agenció un gran respeto por su labor en esta institución.  

Este escritor se ha ganado el derecho a ser Miembro de Número de la Academia Cubana de la Lengua (ACuL) y una de sus más importantes novelas Al cielo sometidos, aceleró, según su opinión, su entrada a tan respetada academia, pues en esta narración González juega con la lengua española al uso en el siglo XV, por lo que parece escrita en español antiguo.

En varias ocasiones  Reynaldo González ha evocado su experiencia del triste “Quinquenio Gris”, en el cual le prohibieron injustamente publicar durante diez años, sin embargo, no desertó de sus principios ni de  la Revolución, según sus propias palabras.

Mantuvo una estrecha relación en esta etapa con José Lezama Lima, afectado también por los burócratas al mando; el último texto de este autor, La cantidad hechizada, sobre la poesía y la pintura cubana del siglo XIX, fue editado por González, quien en muchas ocasiones compartía su penuria alimenticia con el fundador de Orígenes, en lo que este llamaba «la pobreza irradiante».  

Luego en el año 2003 recibe el Premio Nacional de Literatura, como una reivindicación de su valía como escritor, y en la ocasión pronuncia un célebre discurso en el que recuerda una frase que su madre primero y luego su hermano mayor le repetían: «hay que hacerse gente», como una conminación a no dejarse caer ante los golpes de la vida, no quejarse, y salir adelante.

Como parte de los homenajes por el lauro nacional se reeditaron muchos de sus títulos y se presentaron en la Feria Internacional de Libro; uno de ellos, de los más leídos del autor, fue la novela Siempre la muerte su paso breve a la cual para ser presentada al concurso Casa de las Américas en el año 1968, donde recibió mención, el escritor  tuvo que eliminarle todas las páginas en las que parecía uno de los tres protagonistas, Silvestre, un joven homosexual; por suerte el autor guardó a buen recaudo estas cuartillas que pudo incorporar finalmente a la edición que se presentó en la cita literaria.

De Reynaldo González se han destacado en múltiples ocasiones durante su prolija vida,   su ingenio, talento, conocimientos y particular sagaz sentido del humor.   Recibir una de sus conferencias, o apreciar su presentación de un libro o de la revista Siempre viva, que dirige hace varios años, es un festejo para el espíritu.

Del respetado intelectual, ese otro sabio de la cultura cubana, el profesor Manuel Moreno Fraginals, destacó que las afirmaciones que el narrador plantea en su texto   Contradanzas y latigazos « siempre responden a la necesidad de decir, de comenzar a decir, de expresar criterios soslayados, manipulados en la historiografía tradicional. Se trata de comenzar a entregar la visión de la cultura cubana que debe tener la Revolución, sin mixtificaciones».

El escritor homenajeado hoy por arribar a sus 80 años, cuenta con más de una veintena de libros publicados,   con muchos de los cuales ha recibido lauros importantes como el Premio Nacional de la Crítica Literaria por Contradanzas y latigazos (1983), Llorar es un placer (1988),   Lezama Lima el ingenuo culpable, (1989), Al cielo sometidos (2001), El bello Habano (2005), y por Cine cubano, ese ojo que nos ve (2010).

Asimismo le fueron conferidos, Premio Juan Rulfo de Cuento (1993); Premio Italo Calvino de novela, (2000); Premio de la Academia Cubana de la lengua (2005); Premio Nacional de Periodismo Cultural (2007), y la Distinción por la Cultura Nacional.