Saudade: bien que se padece y mal que se disfruta


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Saudade: bien que se padece y mal que se disfruta

«Un paisaje habitable,

que seduce como un nido incubador

de morriñas y saudades»

Unamuno

 

Dentro de las llamadas lenguas romances es probable que, como la portuguesa «saudade», ninguna otra palabra contenga tantas significaciones y derivas. Implicancias que sobrepasan los análisis etimológico, literario, fonético, la perspectiva antropológica, filosófica, histórica y cultural asociados al vocablo. Y creería que, desde la danza, Saudade (el espectáculo recién estrenado) tampoco se deja apresar en la supuesta figuratividad aparencial de su dramaturgia centrada en la imagen. Imagen gestual, corporal, sonora, visual e imaginal. Desánimo, hipocondría, melancolía, mal de corazón y de la razón, sí; pero, igual, esperanza, ilusión, suerte de cántico en retorniello que rechaza la interpretación de un algo estático para mostrarse con íntima eficacia situada en los rizomas propios del existir y de lo que está por venir.

Con una dirección a cuatro voces: Sandra Ramy (en la concepción coreográfica), Sandra Lopes, Inti Herrera y X Alfonso, en Saudade parecería que aquel relato del surgimiento del racionalismo cartesiano en la teoría de la danza, ahora nos propone una categorización filosófica distinta al pretender reinterpretar el tratamiento riguroso del arte de poner el cuerpo en movimiento (tensión/acción, resignación/protesta, juego/abyección, crítica/renuncia) en tanto vehículo de cambio. Y en estas duplas sería donde se escapan razones al querer sobre-interpretar los hechos sin admitir que la imagen disuelve el tiempo y construye una temporalidad otra en su permanencia y durabilidad. Un algo que, existiendo, deja de existir para desvanecer la visión de la danza mimética en la que el cuerpo del performer es concebido como un microcosmos; otorgándole así una autonomía adjunta a la coreografía, siendo y no siendo una escritura indivisa, pues todo el entramado paralelo opera en tejido dinámico y cómplice. Proyecciones audiovisuales, sonoridad, enunciación verbal, imaginería corporal, desmitifican el espacio escénico planimétrico que, al igual que el cuerpo danzante, no resiste los principios de orden y medida más allá de los elementos técnicos en criterios de claridad y distinción. La lectura de este sistema escénico en Saudade consideraría que se asienta, por igual, en la polifonía semántica del término.

No es casual que el lector-espectador entre en conexión desde lo sensorial que puede suscitar el acontecimiento escénico mismo. Hay en la arquitectónica espectacular de Saudade un progreso apacible en profundidad e intensidad, al vivenciar las estrategias contaminantes de una dramaturgia compleja en la configuración de los dispositivos que va conjugando la pieza. En ella, no sabría si la danza es centro, quizás lo sea en la conjunción de las imágenes que ella ensambla con el videomapping y el ambiente sonoro, con las texturas de las hojas que caen y se acumulan cual manojo de reminiscencias; a lo mejor, puede ser, en los trozos de poemas desgarrados en voz de mujer que reinstalan recuerdos, fugas y distopías. Sensopercepción del gesto y del movimiento danzante, de las trayectorias y sus trazos; delineaciones animadas que hablan del mar y su inmensidad, del aislamiento, de la emigración o la insolidaridad social; de un paisaje maternal, del regreso subconsciente al seno materno y hasta del retorno corpóreo de lo ido.

Dícese que «la saudade» implica diversos intentos de regreso a la seguridad básica mediante el instinto de la muerte, de la añoranza al expresar un sentimiento afectivo primario próximo a la melancolía, estimulado por la distancia temporal o espacial a algo amado y que implica el deseo de remediar esa distancia. De ahí que, en la grafía espectacular de la pieza, presagio una vocación expresa o metafórica de dialogar con el vocabulario sentimental del idioma, con el valor sónico de la palabra dicha. Quizás por ello, como las voces que sirven para ir diseñando la maqueta de la dramaturgia sonora, la imagen también semeja estados sentimentales contenidos en la presencia de los intérpretes, en la cualidad de sus movimientos, en la calidad locuaz de sus acciones, aun así, la concepción global de la obra hiciera como si nos privara de la inmediata claridad significativa para conseguir fijeza y transparencia especulativa. A lo mejor, entre la literalidad subyacente del hecho escénico total, presumo que en ocasiones se esbozan contenidos con palabras otras y a veces se interpone la propia expresión «saudade» para formular, proponer, sugerir sentimientos lindantes.

Ahora, en esta suerte de evento compacto, y regresando al perverso ejercicio de encontrar porqués, me alienta que, desde la concepción coreográfica (parecido a como ocurre desde la visualidad y el ambiente sonoro), el modo expresivo elegido para mostrar el «silencio» corpóreo que elabora el «hacer» de la danza a través de mil resonancias dispersas, favorece la hechura que un proyecto «difuso» (en tanto se cuece en la fusión interdisciplinar) puede «materializar» su aquí y su allá, sin límite ni ley, como otros tantos amontonamientos e imaginarios de «la saudade».

Saudade, figura ser trinchera, jurisdicción, aullido, dársena, afluente expandido en la inmensidad de las señales creadas por el mundo en sus narrativas danzantes, visuales, sonoras, textuales, híbridas. A modo de «teatro de la experiencia», la mise en scène, nos va conduciendo hacia una teatralidad que manipula lo real del aquí del ahora en directa confrontación como realidad y memoria. Corpus del sonido, de la imagen y del propio cuerpo danzante; el texto se me viene cual yugo que hiela la abstracción de la danza, aun impulsando a tomar conciencia de ella, a emanciparse y encontrar otros medios expresivos de embodiment y performatividad más allá de la danza misma. Y, en esta imagen totalizadora del acontecimiento, de la situación dramática, tal como anotara Laurence Louppe, la escucha de la danza se torna cosecha de fragmentos, destellos de visiones, acogidas de densidades, huellas de la percepción. «Saudade» («bem que se padece e mal de que se gosta», según el escritor portugués Manuel de Melo), tal vez, como las palabras que no nacen por explicación, menos aún de claves definitivas o de recetas que puedan dar acceso directo a algún sitio, resemantiza la potencia del término. Nuestra Saudade procura reunir en la imagen total de su ser en presencia, las voces y murmullos, los destellos y fulguraciones de los cuerpos en la elaboración de un texto vivo y múltiple. Realidad de un ayer migrante, de un presente afín, que igual clama por la belleza y perdurabilidad de la vida humana y los buenos afectos.

Textualidad y textura escénica donde la «narrativa corporal», trazada por la «escritura» en el espacio de cuerpos/objetos/escenografías/videos/músicas/luces que accionan e interactúan entre sí, aportan también lecturas proxémicas y cronémicas a la construcción de la obra. En ella, la multiplicidad de cuerpos llama la atención sobre sí y revindica su poder expresivo sin necesidad de apelar al racionalismo cartesiano de lenguajes con códigos precisos sin estimar el alto contenido de sus imágenes poéticas.

Saudade, el espectáculo, producción de Fábrica de Arte Cubano que quiere parecerse al mundo que se mezcla, se funde y argamasa al captar la atención de un lector-espectador como observación participante en el despliegue escénico de un cuerpo transfigurado, metamorfoseado, detenido y también prolongado. Producción que junta en su equipo creativo a jóvenes y consagrados desde la gestión cultural oportuna y solidaria; también desde el buen hacer de quienes se confabulan en virtud de un producto bien faite y alentador. Saudade, a lo mejor como signo de aquello que resulta difícil de expresar en la inmanencia del lenguaje verbal y se traduce desde su vivencia corpórea, a través del movimiento y la acción que formula sentimientos, emociones, sensaciones, «palabras» que muchas veces sólo el cuerpo sabe explicar. «Saudade»: bien que se padece y mal que se disfruta.

Foto de portada: René Arencibia

Foto de artículo: cortesía de FAC


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