Teatro de Las Estaciones, orgullo del teatro cubano


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Cuba vivía una compleja situación a inicios de los años noventa del pasado siglo y ante esas circunstancias, directivos de cultura en la ciudad de Matanzas encabezados por Cecilia Sodis y Mercedes Fernández, lanzaron un llamado a artistas del territorio, convocándolos a la realización de proyectos y espectáculos que animaran la ciudad y revivieran el panorama cultural matancero ante la compleja situación que se vivía. Ante ese llamado, un grupo de inquietos jóvenes se sumaron a la iniciativa y enfrentaron las escaseces materiales del momento, sobreponiendo la pasión por el arte y los deseos de crear y así surgieron espectáculos como “Viva el verano” y otros que le sucedieron y tomaron al Teatro Sauto como escenario, logrando devolverle el brillo y esplendor a la cultura matancera; es así como nace el 12 de agosto de 1994 Teatro de Las Estaciones, un colectivo que a sus 26 años de fundado, se ha convertido en referente indispensable en el teatro de títeres en Cuba y fuera de nuestras fronteras.

El rescate y preservación del legado de los grandes exponentes de la escena titiritera en Cuba, ha sido y es en la actualidad, una premisa fundamental desde la creación de la agrupación dirigida por Rubén Darío Salazar con el apoyo constante del diseñador Zenén Calero, quienes han conformado una escuela, un sitio de encuentro con las esencias del teatro de títeres en la isla, un espacio vital para el acercamiento al arte del retablo y su historia en Cuba.

A 26 años de su fundación, el colectivo matancero se sitúa en la vanguardia teatral del país con un trabajo constante y distinguible que es testigo de la pasión y empeño de quienes conforman la agrupación. Su amplio repertorio acoge obras de prestigiosos autores como Lorca y dramaturgos puntales de la isla como Martí, Dora Alonso o Norge Espinosa, uno de los autores más recurrentes en el catálogo de espectáculos de Teatro de Las Estaciones.

Desde su fundación hasta nuestros días, Teatro de Las Estaciones pudiera catalogársele como un laboratorio de investigación, un espacio de confluencia de las artes y los artistas. Sus creaciones dialogan con las demás expresiones del arte, y tal vez por eso, la riqueza de sus espectáculos, donde la danza, el canto, las artes visuales u otras manifestaciones han tenido una reiterada presencia. Quienes han asistido a la sala Pepe Camejo, sede del colectivo, u otros espacios de presentación a disfrutar de obras como Canción para estar contigo, o Todo está cantando en la vida, han podido percatarse de esa magia con la que hacen el teatro, unido a la singularidad de concebir las obras y dialogar con otros creadores como Bárbara Llanes, William Vivanco, Rochy Ameneiro o Elvira Santiago o, contar con el asesoramiento danzario de Lilian Padrón o Yadiel Durán, así como recurrir a la estética del maestro de la plástica Alfredo Sosabravo en montajes como Pedro y el lobo.

El trabajo de la compañía va más de las puestas en escena, por eso protagonizan cada año el Taller Internacional de Títeres de Matanzas, que, con el paso del tiempo, se ha convertido en una gran fiesta bienal que ratifica a la Atenas de Cuba como principal plaza titiritera del país, a la que llegan creadores de las diversas latitudes del mundo para confrontar estéticas y modos de crear y hacer.

Quienes han pasado por Teatro de las Estaciones, han dejado una huella constante que perdura en el tiempo junto a los nuevos rostros que conforman hoy la agrupación, logrando una gran familia que apuesta por la defensa del arte titiritero, a pesar de los obstáculos de la vida.

Para Rubén Darío el teatro es parte de su vida, por lo que defiende su permanencia “cada uno de los frutos alcanzados tiene como base la disciplina, la entrega y, por supuesto, la inquietud intelectual, porque si no permaneces atento a lo que pasa a tu alrededor, al aquí y al ahora, si no sigues creciendo, enriqueciendo tus perspectivas, no se podría hacer nada, nos quedaríamos estancados”.

El director teatral aseguró asimismo que el trabajo con los títeres adquiere una importancia en la contemporaneidad, “constituyen un reducto de lo que es la esencia del ser humano, en medio de ciertos efectos del acelerado desarrollo tecnológico y de otros procesos que conducen a la alienación; los títeres nos mantienen con un vínculo físico, emocional entre todos, nos mantiene pegados a la tierra, porque está hecho desde las manos, desde la artesanía, desde lo más prístino que tenemos”.

Por su constante desempeño, apego inseparable a la escena cubana y huella dejada en las nuevas generaciones, sus fundadores, el director Rubén Darío Salazar y el diseñador escénico Zenén Calero, merecieron el Premio Nacional de Teatro 2020; un reconocimiento que es testigo de su ardua labor en la escena cubana y en la compañía Teatro de Las Estaciones, que por 26 años ha prestigiado el arte del retablo en Cuba y el mundo.


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