Telenovela “Imperio” y el padre Cícero (Segunda parte y final)


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En 1914, año en que había fallecido en enero la beata María de Araújo, irrumpió lo que después se le llamó la “Sedición de Juazeiro”, contra el gobernador interventor Franco Rabelo, es decir, “interventor” por ser impuesto por el gobierno federal, pero Rabelo comenzó una persecución contra quien era su vicegobernador y alcalde de Juazeiro, el padre Cícero. Sin embargo, el pueblo fue a luchar contra las tropas estatales y logró derrotarlas en Juazeiro, y estas se vieron obligadas a refugiarse en la capital del estado, en Fortaleza, pero hasta allí fue el pueblo levantado en armas y logró vencerlas, y se destituyó al gobernador.

Después del fallecimiento del padre Cícero, o de Padim Ciço, como siempre se le llamaba, el 20 de julio de 1934, su popularidad fue aumentando cada vez más, hasta convertirse en una de las figuras religiosas más importantes no solo del Nordeste brasileño, que incluye a varios estados, sino que de todo Brasil. Y tan así es, que son muchísimas las peregrinaciones religiosas que ha recibido la ciudad de Juazeiro do Norte. Miles y miles de peregrinos de las romerías (como se le llama en portugués a las peregrinaciones religiosas) van a pagar sus promesas. Estas romerías llegan tanto a la casa donde murió o a la propia habitación en que falleció y también para visitar su tumba, que recibe muchas flores y velas que depositan aquellas personas devotas de él, esto es, los romeros, en portugués, que acumulan más de dos millones de peregrinos todos los años. Los devotos del padre Cícero, toman tierra y arena de su túmulo o sepultura las cuales son usadas como remedio para cualquier enfermedad y hasta como amuleto.

El 24 de marzo de 1924, en ocasión de cumplir Cícero 80 años, fue inaugurada una estatua de bronce suya, esculpida por el artista Laurindo Ramos, la cual es objeto de veneración de los devotos. En definitiva, la inauguración oficial tuvo lugar en la plaza Almirante Alexandrino (actual plaza Padre Cícero), en Juazeiro do Norte, el 11 de enero de 1925. Fue a iniciativa popular que se erigió.


Foto 3. Primera estatua del Padre Cícero, por Laurindo Ramos, en la plaza Almirante Alejandrino (actual plaza Padre Cícero), en Juazeiro do Norte.

Otra escultura, que en un principio se planeó que tuviera unos siete metros de altura, quedó finalmente esculpida con una altura de 27 metros, e inaugurada el día 1 de noviembre de 1969, en la Colina del Horto, en Juazeiro do Norte, y se debe al escultor Armando Lacerda. En ella se ve al padre Cícero vestido con su hábito religioso, su sombrero alado —entonces parte del hábito— en la mano izquierda y un largo cayado en la mano derecha. Es una escultura de un tamaño asombroso, descomunal, casi del tamaño de la Estatua de la Libertad, de Nueva York, medida desde los pies hasta la corona, que son 33 metros. Y esta causa, su altura, también es parte de la gran atracción de los peregrinos.


Foto 4. Estatua del padre Cícero, por Armando Lacerda, en Colina del Horto, Juazeiro do Norte.

A su vez, en muchos municipios de diferentes estados del Brasil, como Pernambuco, Alagoas, Río Grande do Norte, Minas Gerais, Sao Paulo, Río de Janeiro y otros más, se han levantado estatuas y monumentos dedicados al padre Cícero, así como se ha denominado con el nombre de este sacerdote infinidad de plazas.

También se venden millares de medallas de oro, de plata y de aluminio con la efigie del padre Cícero, así como pequeñas figuras del sacerdote, que es un santo “canonizado” por el pueblo.

Cuando viajé a Brasil en 2013, vi en la ciudad de Recife, en el estado de Pernambuco, una pequeña estatua del padre Cícero, en la misma esquina de las calles Gastão Vidigal y Joaquim Ribeiro, avenida muy concurrida, y esta avenida es la que une el municipio de Recife con el de Camaragibe, y la pequeña estatua está casi en los límites con ese otro municipio. Por el lado de la estatua pasan personas a pie y en automóvil, y se persignan.


Foto 5. Estatua del padre Cícero en Recife, Pernambuco.

Un amigo brasileño muy querido desde hace más de cincuenta años, Anatolio Julião, tiene en su casa una pequeña imagen del padre Cícero, de quien es un fiel devoto. Varias veces pasé por el lado de esta pequeña estatua. Y ahora pedí que la fotografiara a mi amiga brasileña Anatailde de Paula Crêspo, mi condiscípula en la Escuela de Ciencias Políticas, de la Universidad de La Habana.

Por cierto, el metro de Cariri, en su Línea Central, de Crato a Juazeiro do Norte, en Ceará, tiene entre sus nueve estaciones una denominada “Padre Cícero”.

Además, en las ciudades de Juazeiro do Norte y Aquiraz, ambas en el estado de Ceará, hay una estación de radio, respectivamente, que lleva el nombre del sacerdote. Y el famoso cantante Tim Maia (1942-1998), considerado el padre del soul brasileño, le dedicó una canción al padre Cícero.

En 2014, la iglesia de Cariri homenajeó a la beata María de Araújo por el centenario de su muerte. Durante la misa en memoria de la religiosa, el obispo don Fernando Panico dijo de ella que: “[...] fue colocada en situaciones para que negase ese hecho. Ella prefirió silenciar. Es una mártir del silencio. Pasó por muchas privaciones. Pasó por serias dificultades. Sufrió injusticias, fue ofendida en su dignidad de mujer, más todo lo soportó con amor”.

Después de nueve años, el Vaticano atendió el pedido del obispo don Fernando Panico de reconciliar al padre Cícero con la Iglesia y, en diciembre de 2015, la Iglesia Católica emitió un documento, de unas ocho páginas, el cual fue firmado por el secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Pietro Parotin. Allí se relata que ese documento se emitió: “[...] por voluntad expresa de su santidad el papa Francisco [...]”. El documento fue leído por altos funcionarios del obispado de las principales ciudades de Ceará, en sus más importantes parroquias y plazas, y su objetivo fue perdonar al padre Cícero de las diferentes sanciones impuestas por la Iglesia Católica entre los años 1892 y 1926, y así, posibilitó la rehabilitación de este importante líder religioso, que atrae anualmente a más de dos millones de peregrinos a su estado natal, y todo esto, según se afirmó, tratando de buscar la unidad de la Iglesia Católica.

Con esta reconciliación, no hay otros motivos que impidan que el “santo popular” del interior de Ceará sea beatificado o canonizado, según palabras del canciller de la diócesis de Crato, Armando Lopes Rafael.

Entonces, cuando en la novela Imperio vuelvan José Alfredo, Manuel y don Antonito a invocar al padre Cícero —que ojalá haga sus milagros y los ayude—, ya está explicado brevemente quién fue.


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