Un Son indígena de Ignacio Piñeiro: Tupi


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¡Sí! Aunque no lo crea, el maestro Ignacio Piñeiro creó un son cubano en 1928, que lo registró al ritmo de son-indígena, una de las tantas fusiones que realizará en aquella gloriosa “Época de Oro” de la expansión del son cubano al mundo.

Los motivos que llevaron a Piñeiro, El poeta del Son, a componer este son-indígena, fueron sus sentimientos antirracistas que promulgaban el gobierno de turno y sus acólitos, que pretendían “blanquear” la cultura cubana, negando nuestros orígenes africanos, debido a que la presencia norteamericana promovía las modas, gustos y toda su cultura social, política y económica, después de la intervención norteamericana de 1989, frustrando la Independencia de los cubanos, ganada al filo del machete. El gobierno de Gerardo Machado (1925 al 1933) tenía como ideólogo emblemático de la música cubana, un gran músico, compositor y director de orquestas, el maestro Eduardo Sánchez de Fuentes, creador de la emblemática “Tú” pionera del género musical habanera (compuesta en 1892) y la errada teoría musical del “Siboneísmo”.

El maestro Sánchez de Fuete, contradictoriamente influenciado por la música “negra” lo cual es evidente en el género habanera, pretendió con su teoría demostrar el origen indígena de nuestra música cubana y española, por sobre cualesquiera otras raíces, africana, china, etc. Por ello difundió y defendió, hasta su muerte, a toda costa su teoría siboneísta de la música cubana.

Haciendo una valoración, exacta y profunda, la musicóloga Zoila Lapique Bacali, expuso:

¿Cómo es posible que Sánchez de Fuentes rescatara el tan llevado y traído areíto en ese año tan tardío? La posición de Sánchez de Fuentes es clara y terminante, y responde como un ideólogo de una clase burguesa que no quería —o más bien— quería ignorar el aporte africano a la cultura nacional. […] Sin embargo, su reacción es negativa cuando enjuicia el origen de nuestra música. Para ello, tomó —como musicólogo— una posición reaccionaria racista acorde con la corriente ideológica blanqueadora, tendiente a denigrar al negro y negar sus aportes étnicos a nuestra nacionalidad y cultura. Esta situación falsa y engañosa se mantuvo a través de la República hasta los años 20 en que se puso en crisis esa ideología reaccionaria, que algunos ilusos pretendieron retomar por esos años en oposición a las tendencias negras que pusieron al descubierto la realidad de nuestro mundo mulato. El etnólogo Fernando Ortiz sería el encargado de desbaratarla al demostrar la falsedad de la corriente indigenista en la música.

Un movimiento cultural pro afro.

La reacción de todas las artes en la cultura cubana fue entonces un movimiento “Afrocubano” encabezado por Don Fernando Ortíz, reconocido posteriormente como nuestro tercer descubridor, y dentro de ese afrocubanísimo, los músicos populares desplegaron la mayor influencia, introduciendo hasta los salones de la burguesía los ritmos bailables, imponiendo el son, la rumba y la influencia predominante Carabalí en sus creaciones musicales, una etapa en que se consolidaron los Septetos de sones como formato instrumental de referencia. Uno de esos grandes músicos, que colaboraron con Fernando Ortíz, fue Ignacio Piñeiro, reconocido por sus obras y extraordinario aporte a la música folclórica afrocubana, en 1928, como: “El Poeta del Son cubano”.

A golpes de sones cubanos fue reconocida nuestras raíces africanas, como la predominante, en nuestros ritmos y géneros musicales, que debemos agradecer a Sánchez de Fuentes y su tesis de la raíz aborigen de nuestra música, cuando declaró:

[…] que los bailes como el son constituyen una lamentable regresión de nuestras costumbres. Y toma plena conciencia de su deber blanqueador cuando sugiere que a los ritmos afrocubanos no debe dárseles carta de naturaleza en nuestro presente musical, pero sí utilizarlos con inteligencia aprovechando su brillante colorido y su peculiaridad rítmica, pero —y hay otro pero— haciéndolos pasar por el tamiz depurador de un artista consciente para “. . .quitarles el barro del arroyo que la empequeñece”. El deber del artista —deber que se impuso Sánchez de Fuentes— era moralizar nuestra personalidad musical.

En La Habana, como en todo nuestro país, se hacía promoción por todos los medios posibles de la influencia indígena, con más fuerza entre 1923 al 1929, se hacía pensar como el siboneísmo defendía nuestra cultura ante todo lo peninsular y americano, los temas relacionados desempolvaban los indios Siboneyes y Tainos , los Areítos, las piraguas, caneyes, los caciques, Hatuey, Anacaona, Caonabo, Jagua y otros muchos, y su llegada a nuestra inhospital isla desde el Amazonas y otras Isla del Caribe, la clave de que se desmintiera la afirmación del Areito, la aportó Don Fernando Ortíz cuando demostró magistralmente, su origen Haitiano. 

No todo esta guerra intercultural ha sido desentrañado y expuesto pues finalmente salió a la luz nuestra herencia africana como la mayor de todas las llegada a nuestro país desde los cuatro puntos cardinales, me refiero a los orígenes, evolución y desarrollo del son cubano como ritmo y posteriormente como género musical, que hasta hoy mantiene dividido en criterios y teorías a los músicos, estudiosos de la materia y que como dijera nuestro más reciente desaparecido Leonardo Acosta, nos mantiene en un espejismo y aferrados a una posición geográfica-diacrónica por buscar los verdaderos orígenes del son cubano.

Tal caso es “Son de la Má Teodora” como origen y o el primer son cubano, ya el propio Alejo Carpentier seguidor de Don Fernando Ortíz, en su obra “La música en Cuba” de 1928, nos advertía de la dudosa referencia de ese primer son, cuando nos señalaba … como nos llegó la existencia de la Má Teodora …” (ver 1. Edición), transcripta y recreada por Laureano Fuente en Santiago de Cuba tres siglos después de su supuesto origen y defendida por Eduardo Sánchez de Fuentes, pues a la luz de nuestros días, apreciamos que dado a los indígenas de la etnia Tupi, emigrados a La Española (Santo Domingo), procedentes del Amazonas, habían llevado ese ritmo “son” mediante Teodora Gines y otros, al oriente cubano, como aspecto demostrativo de la influencia siboneísta de nuestra música y su aparición en la Habana, toda una leyenda y fantasía.

Esta tesis quedó destrozada, magistralmente por el musicólogo cubano Alberto Muguercia en la década de 1970, y enfocada a lo planteado por Don Fernando, a pesar de haber sido desmentida “El son de la Má Teodora” todavía en este siglo XXI sigue siendo utilizada por muchos músicos, estudiosos y hasta musicólogos del tema como cierta, trayendo como consecuencia, que, en el año 2018, las autoridades de Cultura en República Dominicana, ¡estén solicitando la “Paternidad del Son” le sea reconocida como patrimonio intangible de la Humanidad! Debido a la conexión de músicos del oriente cubano con la República Dominicana, como es el caso, de Sindo Garay, entre otros, y Miguel Matamoros al atribuirse en su bolero-son, Lágrimas negras, en un texto de la poeta dominicana Aurora Golibar, la cual estuvo enamorada -según se cuenta- del reconocido sonero oriental.

Porqué Tupi, un son indígena.

El son-indígena, Tupi, se refiere a la leyenda difundida sobre la etnia Tupí uno de los principales grupos sudamericano indígenas, relacionados con los guaraníes que habitaron la selva amazónica y que en su expansión llegaron hasta las Islas del Caribe. En Tupi, describe, Ignacio Piñeiro y recrea una de las leyendas llegadas de un cacique guaraní llamado “Tupi” que supuestamente por su varonil figura y atuendos deslumbrantes de colores en bellas pumas y caracolas, unidos a su irresistible personalidad y liderazgo, conquista a Anacaona.

La melodía del son indígena, es lo más atractivo, de esta composición musical, pues en ella, después de la introducción clásica del Tres que caracterizan los sones habaneros de Piñeiro, el Tres en respuesta-contrapunteo con el bajo, acentúan el ritmo en el segundo compás a contratiempo con la clave, un elemental y sencillo ritmo repetitivo en 2X4,  a la manera, supuestamente, indígena, sumándose una lenta melodía cantada por Bienvenido León, a exageración de su barítono profundo o amplio alargando las palabras, como Rodrigo de Triana cuando anunció, “¡Tierra a la vistaaaa!” todo una intención de Piñeiro en recrear el ambiente de la llegada de la conquista española. Peor aún más innovador el tránsito, como siempre genial de Piñeiro, en el cuerpo de son y hacia al coro e improvisaciones, del falsete de Joseíto Núñez, cambiando el motivo del ritmo a tiempo, casi imperceptible, como corresponde a un son tradicional habanero, donde el bajo hace la síncopa, anticipando el cuarto compás, ósea el sabor para bailar el son.

Aunque parezca inocente demuestra musicalmente que la clave y el ritmo está contenido en la música africana, cuando pasa o como dirían los músicos, el ritmo lo viran o pone en clave a tiempo y sincronizado, muestra de los fundamentos musicales carabalí de la tradición sonera para bailar. Aquí mostramos una parte de la partitura.

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            Tupi

                  Son indígena.

                  Ignacio Piñeiro / 1928.

 

¡Oh! Que preciosas mujeres,

Me incitan a amar,

Sólo esta tierra que hermosa,

Nos brinda esta opción,

Son como luz,

Que Dios bendijo,

Con alma y con dulce pasión.

 

Tu Naciste en cabaña reluciente,

Como el Sol,

Ordenanza,

Misterioso,

Dulce soñador,

Sonriente.

 

Tupi, tú que has conquistado corazones,

Tupi, di porqué se rinden las mujeres,

Tupi, tú que a la ciudad llegaste sin quimeras,

Tupi, déjame por Dios mi compañera.

 

¡Hay!, los indios llegaron. (coro)

 

Rivera del Amazona,

Donde Tupi se crió,

Mas luego se enamoró,

De la bella Anacaona.

 

¡Los indios llegaron, a Cuba llegaron!

 

Dulce Samba brasilero,

Todos los frutos fecundos,

Me tiene meditabundo,

Tus triunfos en el mundo entero.

 

¡Oh!  Que preciosas mujeres,

Me invitan a amar,

Sólo esta tierra que hermosa,

Nos brinda esta opción,

Son Ninfas sagradas,

De mi religión,

Que Dios bendijo,

                       Con alma y dulce pasión.

Las grabaciones de Tupi.

Las grabaciones encontradas del son indígena, Tupi, de la autoría de Ignacio Piñeiro, corresponden a:

1.- Septeto Nacional en 1933 realizadas en Chicago el 12 octubre para la RCA Víctor (BS 76901    8/12/33    V 32014    CH ). Con la participación de: Ignacio Piñeiro, contrabajo; Bienvenido León, Voz segunda y maracas; Francisco “Panchito Chevrolet” González, Tres; Lázaro Herrera, trompeta; Eutimio Constantín, Guitarra; Alfredo Valdés, cantante guía-claves y Miguel Ángel Portillo, bongo. También Agustín Gutiérrez (Bongo- bailarín).

2.- Sexteto Caney. Cantando Alfredito Valdés y Machito. 1939. TCD-38 TUMBAO RECORDS – JORDI PUJOL. [SEXTETO CANEY.  Fernando, Tilde, Elio, Cheo.  Cantan: J. Pereira y Daniel Sánchez. 1938. Dyn-1317 / NY / Tupi / s / IP /  JL,DS / TCD-38 ( Colección Diaz Ayala, SECCIÓN 01)]

3.- Septeto Nacional de Ignacio Piñeiro: Cantando Bienvenido León y Joseíto Núñez. Tiene saltos la grabación. Realizada en 1972-76. Archivos pasivos de la EGREM. Nunca fue editada.


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