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Una cuestión de talento


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Aruán Ortiz.

Ya se ha hecho tradición que la bienvenida al nuevo año en nuestra Patria, sea eminentemente musical, con una nutrida cantidad de actuaciones en plazas populares a lo largo de todo el país de nuestras orquestas de música bailable, lo que puede interpretarse como un símbolo de regalar al pueblo uno de nuestros tesoros más preciados, como divisa de prosperidad para enfrentar el primer día del resto de su vida.

Este año, con una connotación especial por el regreso de Los Cinco y comienzo de una nueva era de coexistencia y respeto entre Estados Unidos y Cuba, constituye una esperanza para que el formidable talento musical de la isla, entre tantas otras cosas, pueda ser reconocido ampliamente en el mercado mundial. Para nadie es un secreto que una vez establecidas las relaciones, aunque tenga que pasar un breve tiempo más para que el levantamiento total del bloqueo sea completo, los scouts de las más importantes firmas fonográficas, editoriales, bandas sonoras para filmes, actuaciones en vivo ocasionales o en tourneés planificadas, van a frecuentar Cuba, honrando el legendario y casi místico talento cubano y si trabajamos como tenemos que hacerlo para el bien de todos, apoyando a los artistas con medios de promoción y publicidad, resaltando sus virtudes y posibilidades, colaborando con agilidad y asistencia para la legalización de contratos e información, que corresponde a esta etapa más civilizada que comenzamos a vivir, Cuba que nunca pecará de ingenua, sí será más flexible y honrará pública y notoriamente el título que ostenta de potencia musical, por más que haya quienes se empeñen en negar y desacreditar.

En este inicio de año, miles de personas se congregaron en las plazas populares para bailar con las orquestas más prestigiosas del país, pero hubo quienes nos sentimos atraídos por un evento musical, que sentíamos que valía la pena ver. Aruán Ortiz, un pianista cuyo nombre hace ya algunos años viene sonando en el difícil y prestigioso mundo del jazz, santiaguero de nacimiento y jazzista universal, está en Cuba y quiso dar una sesión de jazz con distinguidos invitados en el Café Teatro Bertolt Brecht, a la que dedicamos la primera noche del 2015.

Aruán comenzó a llamar la atención con aquel ambicioso proyecto de la disquera Magic Music: “La Isla de la Música” que seleccionó por todo el país  a talentos de distintos géneros y estilos en 1996, cuando se establecieron, en sociedad con el estado cubano varias disqueras de matriz foránea.

Aruán, que es egresado del Conservatorio Esteban Salas de la capital santiaguera, viajó a Europa aún muy joven con el Maestro Bobby Carcassés y Marta Duarte, la directora del grupo Zarabanda y una vez radicado en España estudia con el profesor Cecilio Tieles. Luego, cuando pasó a París, empezó a tutearse con el éxito y cuando llega a una ciudad de la importancia jazzística como Nueva York, redondea sus estudios en el Brooklin College of Music y ya despega definitivamente.

Recuerdo que el primer disco que tuve de Aruán fue Aruán Ortiz Trío, de la firma AYVA Records de Cataluña, un disco grabado en el 2004, con el también cubano Francisco Mela, en la batería y Peter Slavov, en el bajo, con piezas bien logradas que pude poner en más de una ocasión en el  programa En Primer Plano, en Radio Taíno, un programa que mantuve en el aire por 13 años, que no he podido recuperar por falta de espacio en la programación de la emisora.

Claro, ha llovido de allá a esta altura del partido, pero la esencia de su estilo se mantiene aunque ha acrecentado su prestigio con obras como Santiarrican Blues Suite, parafraseando el mote (despectivo para algunos, pero entrañable para la mayoría) que se les da a los puertorriqueños nacidos y/o criados en Nueva York, además de otros discos bien recibidos por crítica y público.

El Jam Session en el Bertolt Brecht tuvo a excelentes músicos invitados en un formato original que no tuvo más ambición que ofrecer jazz del bueno con magníficas improvisaciones. Dos baterías: Oliver Valdés y Rodney Barreto, dominio de la técnica y buen gusto a raudales; el trompeta Alejandro Delgado, que llevó con soltura el peso del famoso standard Caravan de Ellington y Tizol al estilo de Aruán y el siempre bien recibido David Álvarez, que cantó una versión de Juramento, de Don Miguel Matamoros, que me imagino tendrán que grabar en algún momento, porque sencillamente encantó.

Adelito González estuvo espectacular, sobre todo en el solo largo que hizo llevando la clave cubana con el pie y mostrando sus dotes rítmicas e independencia, además del dominio de producir matices sonoros diferentes con las tumbas y el cajón, siempre con el apoyo del distinguido bajista, ya todo un señor maestro, Gastón Joya —hijo de otro excelente músico, lamentablemente desaparecido del cual lleva el nombre— con dominio del instrumento y depurada técnica para producir un bello sonido.

Aruán hizo gala de su información al día, su concepto armónico, donde la aridez de las disonancias y segundas menores se complementaban con el buen gusto de producir los acordes en los momentos precisos, además de las improvisaciones con dominio técnico, la rapidez de la idea y el sentido tan propio de los cubanos de las acentuaciones en los tiempos débiles, creando el marco ideal para las improvisaciones de los demás instrumentistas en un ambiente más allá de las habituales descargas de “jazz latino”, el resultado de maestría, unión e intención, desde un formato no habitual, con base en ritmos cubanos con el concepto de Aruán Ortiz, que es todo un compendio de influencias cosmopolitas enclavadas en el “Parque Céspedes”, corazón de Santiago de Cuba, por decirlo de alguna forma porque el origen no se olvida, fue una fusión muy interesante.

Evidentemente el fenómeno del piano en nuestro país es digno de ser detenidamente estudiado, por la cantidad de súper estrellas que tenemos en ese instrumento, por los que cualquier país del mundo lloraría por tener uno solo de ellos.

Se divirtieron tocando y nos hicieron disfrutar de su virtuosismo, por lo que debe ser esperado con ansia el próximo “Teclas con Paz de Piano” un evento que comenzó calladamente y ha ido despertando atención y entusiasmo y debe reunir una buena cantidad de lumbreras del más universal de los instrumentos en nuestro país este 2015.

Creo que se hace indispensable tener mayor información sobre los músicos nuevos o no tan conocidos por el público cubano aunque son producto de nuestro país, vivan donde vivan, además de que los músicos más jóvenes que vienen subiendo a planos estelares, deben ser conocidos y promocionados. Creo que todavía a pesar de la intensa programación a la que pueden tener acceso, no son suficientemente difundidos, por la necesidad de  publicaciones periódicas donde se pueda ir a buscar los más ranqueados en cada instrumento, repetir las crónicas publicadas en otros medios de prensa, sobre todo la digital, que reúne una amplia variedad de artículos pero no llega a todo el mundo.

Hace poco un amigo, el historiador Carlos Bartolomé Barguez, me dio un borrador de un libro que lleva años escribiendo sobre la música popular y que pronto estará en proceso de publicación: La Música en la Radio y TV de la década del 50. Me dio los dos primeros tomos que cubren desde el 50 al 56 y es maravilloso el nivel de información de quiénes eran los cantantes más populares, las orquestas, las canciones más famosas, en fin, un verdadero tesoro extraído de publicaciones que nunca consideramos serias, pero hoy en día, a pesar de las críticas que pudieran merecer, se han vuelto un testimonio histórico de gran importancia.

Hay que crear y/o revitalizar revistas que pueden ser coleccionadas por muchas personas que se interesan en la historia de nuestra música y alcanzar el objetivo primordial de ofrecer una información digna de nuestro talento musical, una verdadera hazaña en el ámbito mundial. Una colección de revistas, es capaz de convertirse en un conjunto de información capaz de vencer al olvido, como lo demuestra Carlos Bartolomé con su interesante obra.

La posibilidad —sobre todo en el jazz— de grabar en vivo las actuaciones para los artistas cuyo compromiso con disqueras lo permita debe trabajarse, amén de los consabidos problemas de presupuesto, porque cada vez que ocurre una presentación de este calibre, uno se lamenta de que no quede registrado para la historia, aunque sí el siempre oportuno y brillante realizador René Arencibia, filmó partes importantes del concierto.

Aruán, vuelve pronto y de forma tal que se te pueda hacer una programación donde podamos tener el placer de verte tocando junto a tu familia, los pianistas cubanos que viven en Cuba y que han sido dignos relevos de los grandes de otros tiempos, desde Antonio María Romeu a Chucho Valdés. Gracias a ti y a tus compañeros de escenario, por darnos el placer de comenzar el año con la satisfacción de un espectáculo que resulta un privilegio para cualquier espectador que ame la música.



Fuentes consultadas

Octavio Borges, entrevista exclusiva

Archivo personal


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