Una sola mar y varias olas: amor a la profesión de instructor de arte.


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“Es un trabajo de mucho sacrificio”; “La labor de instructor de arte es muy bonita”; “Debemos trasmitir valores y crear conciencia”; “Vamos hacia delante y todos muy llenos de amor”. Sí, solo el amor engendra la maravilla y frases como estas. Por eso, éste 14 de febrero, Día del amor y la amistad, varias generaciones de instructores de arte, se reunieron en la Escuela de Danza Alejo Carpentier, en la capital, para hablar de esa pasión por la profesión.

El encuentro formó parte del programa de actividades de la Jornada Nacional por el Día del Instructor de Arte –18 de febrero, fecha de nacimiento de Olga Alonso, instructora a cuya memoria se dedica la celebración—, de la cual, La Habana, por su destacado trabajo, desarrolla por estos días el grueso de las acciones.

Cuatro voces distintas, pero coincidentes, dieron sus testimonios e impresiones sobre un trabajo que inspiró Fidel. De ese primer llamado que hizo el Líder Histórico de la Revolución se graduó Clara Castillo, destacada directora de programas. En esos inicios la convocatoria exhortaba el acercamiento a las comunidades campesinas, para ello se seleccionó  gente de la ciudad, comentó.

La profe Clara, como todos le dicen, llegaría a San Luis, poblado de Palma Soriano, en la indómita Santiago, con apenas 16 años. Conocería de ese lugar y su gente, “me acerqué a la comunidad y me reuní con las mujeres”, afirmó. En esa primera brigada de instructores, nombrada Raúl Gómez García, aprendió y consolidó experiencias en el trabajo cultural y humano que le servirían para su superación personal.

Habló también de Olga Alonso, “estudiaba pantomima, a mí me gustaba mucho esa especialidad y me le acerqué para aprender a pesar de la diferencia de edad entre nosotras, yo era sólo una niña”, dijo. Su desaparición física en lamentable accidente en el cumplimiento de sus funciones, la conmovió, “fue un golpe severo verla en ese ataúd vestida de rosado, fue muy duro”, subrayó.

Rememoró el homenaje, en el entonces, realizado a Olga Alonso, incluyó, dijo, una muestra fotográfica con imágenes de ella y sus poemas, “pude ver lo que ella escribía”, expresó.

Pero, también los jóvenes confesaron de ese ardor que atrapa la profesión, como es el caso de Carlos Castillo, vicepresidente del Brigada Nacional de Instructores José Martí (BJM), quien asegura continuar la responsabilidad y dedicación de sus predecesores.

En general, concluyeron todos, el papel del instructor de arte es importante en la escuela y la comunidad, es esa personita que despierta el interés del niño por la cultura en la escuela y lo consolida en su entorno familiar y barrial.

A pesar de los tiempos que corren y su cruel extrañamiento, la sensibilidad del instructor de arte, encargado de trasmitirla, sigue siendo la misma. Ejemplo de ella fue la actuación de la pequeña Amanda, bailarina de solo 6 años y futuro potencial artístico que demostró sus dotes a los presentes, resultado de su captación en los talleres vocacionales.


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