El encanto de una Villa que ha facilitado el desarrollo artístico. Una ciudad prospera que se restaura y crece en construcciones arquitectónicas. Un paseo por la historia y su contemporaneidad, nos acerca a la tercera ciudad fundada en Cuba, la  Villa de Trinidad y a una de sus ilustres hijas: Yudit Vidal Faife.

El amor por esta ciudad hace posible que sus piezas se pueblen de un espíritu que da nuevos y buenos bríos en su hacer; pues personajes del pasado reaparecen en escenario contemporáneo, y el retrato femenino y el paisaje se entremezclan en un instinto por conservar la belleza.

Ésta reconocida artista plástica, otorga especial énfasis al trabajo de restauración y conservación, al diseño de ambientación de interiores, la pintura, la fotografía, pero también está su labor en varios proyectos socio-culturales con niños.

En sus cuadros queda atrapada la sutileza del entorno, de modo que los lienzos dejan sentir el encanto de su mundo.

 A su hacer asoman creaciones que realzan la sensualidad de disímiles épocas, la dedicación a las manualidades tradicionales, y el encanto arquitectónico de la villa trinitaria. Un universo que se engalana con obras inspiradas en fotos antiguas de paisajes de la ciudad, ejecutadas con técnica mixta sobre lienzo, a los que se une el retrato de damas de época insertadas en paisajes recurrentes de Trinidad; todo para dar fe de la identidad de esa centenaria ciudad cubana.

Trabajos poblados de recuerdos especiales y representaciones en donde asoma la vida citadina y de campo. Y es que no podría ser de otro modo cuando se combinan el encanto de una ciudad y el ingenio de una artista. Una creación que muestra un hacer en constante evolución y que se viste de gala al regalarnos la propuesta de una visión muy particular de su pequeño mundo.

En él todo se reanima, y se impregna de vida. Los personajes parecen contar historias y leyendas escondidas, pero se muestran complacientes al dialogar con nosotros y dejarnos entrar en sus interioridades; a la vez que se sirven de una estética para aludir a sus preocupaciones u obsesiones sobre el mundo actual.

Cuidadosa de no despreciar la riqueza espiritual y cultural que le caracteriza, Vidal manipula y reinterpreta cada matiz y expresiones particular de la sociedad en que vive, y a través de esta revela el vínculo entre lo desconocido y lo vivencial.

Por ello, su paleta es liberadora, fluctúa entre lo colorido y las tonalidades sobrias según la concepción de cada obra, e interpreta y crea su propia historia. Lo virtuoso de su hacer, es la capacidad con que se apropia de diferentes iconos; pues son sus vivencias y las de su gente el núcleo de su discurso, y a partir de allí incursiona con libertad en las problemáticas sociales y culturales que le interesa.