Rendición de cuentas en democracia: primeras intervenciones


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Debate del Último Jueves de la revista Temas, dedicado en este mes de mayo a la “Rendición de cuentas en democracia”.

Debate del Último Jueves de la revista Temas, dedicado en este mes de mayo a la “Rendición de cuentas en democracia”.

27 de mayo de 2021

Vía Whatsapp

Panelistas invitados:

Patricia Arenas Bautista. Doctora en Psicología, Especialista en Psicología y Desarrollo Organizacional. Dirige el Grupo Cambio Humano (GCH) del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS)

Eduardo Reyes. Delegado del Poder Popular. Presidente del Consejo Popular Colon. Municipio  Centro Habana.

Gastón Martínez. Profesor. Departamento de Antropología social. Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Ciudad de México.

 Víctor Hugo Leyva Sojo. MSc. Profesor de Periodismo Universidad de Oriente. Director de Extensión Universitaria. Vicepresidente de la UPEC en Santiago de Cuba.

 Yassel Alejandro Padrón Kunakbaeva. Máster en Bioética Especialista en la Fundación Ludwig. Bloguero.


1. ¿Qué significa rendir cuentas? ¿En qué consiste? ¿Implica dar respuesta ante dirigidos? ¿También ante superiores? ¿Es una práctica solo de los órganos políticos representativos (circunscripciones, asambleas municipales, parlamentos)? ¿También de organizaciones sociales y políticas, asociaciones (sindicatos, gremios de ocupaciones, profesionales, etc.), instituciones (escuelas, comunidades, iglesias), empresas (públicas, privadas, cooperativas)? ¿Es una condición para que estas sean democráticas?

Patricia Arenas. Invito a pensarla, en primer lugar, de lo individual a lo colectivo. Rendir cuenta es una obligación, una responsabilidad, un límite a nuestra acción. Se plantea como una necesidad para cualquier interrelación entre dos o más personas. Supone hacer claro los motivos, las posibilidades, la utilización, los fines y resultados de las acciones. Por ende, la rendición de cuentas debe ser una parte inseparable de cualquier acción colectiva. Como límite, siempre estaría unida a cierto embarazo por lo que otras personas nos pueden devolver, criticar, impugnar en lo realizado y nuestras motivaciones. Desde el ángulo opuesto, se constituye en una protección personal y colectiva. En una retroalimentación que nos devuelve la apreciación de nuestro quehacer. Como conducta, precisaría de una educación para el comportamiento responsable desde la familia, la escuela y todos los grupos u organizaciones en las que nos insertemos.

Esta contradicción entre el embarazo y la protección, así como los déficits posibles entre las múltiples formas de educación, supone la necesidad del establecimiento de normas jurídicas que faciliten y obliguen al desenvolvimiento de las interacciones humanas. No puede quedarse simplemente en la espontaneidad y buena voluntad. Requiere de regulaciones para el ordenamiento de las interacciones.

Los elementos señalados de esta definición implican la consideración de la rendición de cuentas como una actividad constante y en todas las direcciones de cualquier grupo u organización humana. Es una de las condiciones de la democracia, pero también más allá de esta, lo es de todas las actividades que impliquen la coordinación: un buen gobierno, una alta eficacia para el logro de los fines, la colaboración y el disfrute de los resultados. Mientras más importantes y necesarias sean las organizaciones de todo tipo y sus niveles, más claridad y consecuencia deben tener hacia quienes se deben. En el plano individual, a mayor nivel de las personas y sus responsabilidades, más clara debe ser su rendición y, por ende, mayor será el reconocimiento recibido por las organizaciones y personas que la practican y su reflejo en un proceso reconfortante y estimulador: la confianza.

Cabría mencionar aquí al Che, como portador de un aspecto esencial que lo acompaña: el ejemplo personal: revísese su respuesta a un periodista mal intencionado, al inicio de la Revolución, sobre la fijación de su residencia en una lujosa mansión. Su ejemplo de vida se convirtió en un símbolo de mi generación.

Eduardo Reyes. Rendir cuentas de su gestión ante los electores es un acto genuinamente democrático de los delegados del Poder Popular en Cuba y representa el vínculo más estrecho, y a la vez más amplio, con la población de su demarcación. En ese momento se debe lograr un diálogo o un intercambio profundo, abierto y respetuoso entre ambos; por un lado, el delegado brinda una cantidad importante de informaciones sobre los diversos aspectos de la vida económica, política y social del territorio y, de manera particular, cómo su localidad se ve reflejada en esos planes, ya sea en mayor o menor escala, durante un período determinado. También aborda cómo se han atendido los planteamientos de la población desde el proceso anterior hasta la fecha y cómo se han atendido sus principales insatisfacciones, expresadas a través de quejas, denuncias y solicitudes. Por otro lado, los electores expresan su opinión y debaten sobre estos aspectos.

Es bueno señalar que el delegado no es un funcionario o representante administrativo del gobierno, sino un ente político que, a partir de su experiencia, conocimiento y preparación, realiza una valoración sobre cada planteamiento, que puede haber sido resuelto o no. Es vital para un buen entendimiento, el conocimiento y pleno dominio del delegado sobre cada situación planteada, para lo cual debe haber interactuado con anterioridad con la administración responsabilizada con el tema y haber debatido todas las posibles variantes de soluciones o sus alternativas. Es imperdonable improvisar sobre los temas planteados por la población o escudarse en las administraciones para abordarlos en las reuniones de rendición de cuentas, ya que este acto es legítimo del delegado y no de las administraciones. Es él quien rinde cuentas de su gestión, lo cual no quiere decir que no pueda darle la palabra al representante administrativo, para que pueda despejar cualquier duda que se manifieste.

También rinden cuentas de su gestión el presidente del Consejo Popular ante los delegados de su Consejo, el presidente del gobierno ante la asamblea municipal que lo eligió, y así sucesivamente todos los órganos electivos ante sus respectivos electores, incluido el presidente de la Asamblea Nacional ante los diputados.

Rendir cuentas es un acto que requiere de toda la preparación, capacidad y valentía de los elegidos, a partir de las condiciones objetivas de crisis económica que vive el país.

Gastón Martínez. Soy, digamos, un neófito en los asuntos específicos de la rendición de cuentas, sin embargo, les quiero dar mi punto de vista. Me parece que es, en primer lugar, un instrumento fundamental que enriquece la vida democrática de una nación, y que, además, en países donde la llamada democracia representativa –en este caso, los capitalistas–, suele, en los hechos, alejar a la gente de la toma de decisiones, es fundamental la creación de mecanismos de regulación que obliguen a los servidores públicos a la práctica constante de la rendición de cuentas, así como a los organismos del Estado encargados de recoger los informes, y que eso permita la supervisión sobre la influencia de intereses particulares o de grupos de intereses en la toma de decisiones públicas.

   Pero la rendición de cuentas no se debe de realizar sólo al Estado, sino también debe de ser una práctica que abarque a los órganos políticos, económico-sociales representativos, y a todos los funcionarios y servidores públicos, y cuentas debe hacerse también a la población.

Víctor Hugo Leyva. Rendir cuentas es un proceso mediante el cual quienes toman decisiones sobre una gestión determinada, cumplen el deber de dar a conocer o responder a las personas que le eligieron, designaron o son destinatarios de la labor, de los resultados del trabajo que han realizado en un período determinado.

Aunque está definido como un acto público, en las organizaciones de carácter social o privado, forma parte de una tendencia que puede relacionarse con la actividad humana en general, en tanto las personas necesitan pasar revista, tanto a sus acciones como a la de aquellos de su entorno inmediato. Incluso, para la toma de decisiones personales, normalmente se hace un proceso de revisión de acciones, resultados, actos y hechos relativos al caso.

En un entorno más general, estas acciones de rendición de cuentas se producen no solo en los cargos de elección popular, sino también están relacionadas con la gestión de organismos gubernamentales, entidades empresariales y de carácter público, organizaciones sociales, y todo aquel entorno organizacional en que la acción y resultados de un sujeto, en un entramado de relaciones interdependientes, condicionan los resultados y acciones de los demás.

El carácter de la rendición de cuentas está determinado por el entorno de su realización, en sentido general, y por la gestión de un individuo o institución, pero se particulariza por las características de esta, según el contenido sea político, económico-financiero, científico, educativo o social.

Este proceso ha sido identificado, de alguna manera, como garantía de un funcionamiento democrático, y eso es cierto en tanto facilita determinados niveles de transparencia en la gestión, y de respeto a individuos o personas que dependen de ella, pero eso solo es así si el interés es el bien común y no se antepone lo personal o lo político sobre lo colectivo. Cuando comienza a ocultarse información, entonces pierde sentido la propia realización del proceso.

Yassel Alejandro Padrón K. La rendición de cuentas, como práctica política institucional, es el requerimiento para que los representantes respondan frente a los representados sobre el uso de sus poderes y responsabilidades, actúen como respuesta a las críticas que les son señaladas, y acepten la responsabilidad en caso de errores, incompetencias o engaños. ¿Quiere esto decir que sólo existe una forma de rendición de cuentas?, para nada.

La rendición de cuentas tiene muchas modalidades, que se relacionan con diversos factores como quién rinde cuentas, a quién y en qué condiciones. En ese sentido la literatura se distingue entre una modalidad vertical y una horizontal. El primer caso es el paradigmático de los representantes, en lo alto del aparato gubernamental, que le rinden cuentas a los representados, en este caso la ciudadanía. El segundo, es una forma de control interinstitucional, como, por ejemplo, la que podría ejercer la Contraloría General de la República sobre cualquier empresa.

Como vemos, el concepto de rendición de cuentas nos lleva a ahondar en otro muy relacionado, el de control; este cuando se realiza en un marco institucional se clasifica en externo o interno. El externo, que se ajusta perfectamente al ejemplo de la Contraloría General, es el que ejerce una institución sobre otra dentro del entramado de instituciones del Estado. El interno, que se complementa casi siempre con el externo, es el que se ejerce dentro de una misma institución o empresa, e incluye la posibilidad de que los funcionarios o empleados rindan cuentas frente a sus superiores. Sin embargo, nada de esto sustituye la importancia del control popular, que se ejerce por parte de la ciudadanía sobre el entramado de las instituciones.

La rendición de cuentas de todos los actores con responsabilidad pública es una excelente herramienta democrática, pero no se deben descartar formas de democracia directa que la hagan superflua, en un determinado nivel.

2. ¿Cuáles son sus requisitos de funcionamiento? ¿Transparencia, revocabilidad, informacíón abierta, acceso público? ¿Obligatoriedad de responder a reclamaciones y preguntas? ¿Una determinada frecuencia, o periodicidad? ¿Qué otras prácticas complementan las rendiciones de cuentas? ¿Pueden ser reemplazadas por auditorías u otros controles administrativos? ¿Por qué?

Patricia Arenas. De inicio, hay que identificar y difundir lo que se pretende hacer, los modos a seguir en las acciones, las normas y las formas de control para sus logros. Debe seguir la búsqueda constante, el logro y mantenimiento de una alta transparencia. Descansar en la ideología de que todas las personas, grupos sociales y organizaciones son importantes y favorecer los mecanismos más eficaces para incorporarlas a la concepción, ejecución y control de lo que se ha de realizar. Todas las preguntas son válidas y las respuestas deben ser consecuentes.

A tono con la definición y claridad, es preciso elaborar normas jurídicas que controlen todo el proceso, las penalidades y el logro de los resultados. Llevar a norma los pasos fundamentales que componen el proceso y la obligatoriedad de respuestas por parte de quienes tienen las responsabilidades de dirigir, normar, ejecutar y controlar. El establecimiento de las penalidades ante los incumplimientos, a tono con los niveles y responsabilidades. También deben difundirse los mecanismos de estimulación de las buenas acciones y sus resultados. Garantizar la flexibilidad para el análisis de los castigos, así como de las buenas prácticas, y establecer mecanismos sencillos y ágiles para los criterios de la población y sus vías de retroalimentación.

También deben establecerse los límites de tiempo para los diferentes pasos, pero además ser creativo para implementar nuevas maneras en que pueden recogerse y responderse los criterios. Los motivos y mecanismos de revocación a quienes ejecutan las diferentes responsabilidades deben estar establecidos. Es preciso actualmente estudiar todas las posibilidades que brinda la alta conectividad y los medios digitales. Unido a todo, hay que desarrollar el control y responsabilidad social para quienes se pronuncian.

En todas las organizaciones deben concebirse diferentes mecanismos de control para garantizar la rendición de cuentas, tanto en las organizaciones, como en los órganos externos correspondientes y sus auditorías, buscando garantizar la no fusión del juez y la parte. Pero ello nunca puede significar que se sustituyan unas por otras. Son mecanismos complementarios.

Todo el proceso debe basarse en hechos y datos, más que en discursos y arengas. Primero, entregar la información por quien rinde cuentas, y luego dar un tiempo para que sus receptores/as lo procesen en pequeños grupos y, finalmente, retroalimenten sobre los resultados.

Eduardo Reyes. En el caso específico de la que realizan los delegados del Poder Popular, el acto debe estar presidido por los símbolos patrios, la bandera de la estrella solitaria, el escudo de la palma real y el himno de Bayamo; deben estar presentes, además del delegado, representantes de las organizaciones de masas y líderes formales e informales de la demarcación. Para lograr un orden y una disciplina social adecuada y un diálogo coherente y preciso, la reunión no debe exceder las 120 personas.

La información que se brinde debe ser clara, oportuna y precisa, actuar con toda transparencia y sinceridad. Los temas que se aborden deben ser de orden público o comunes; los privados o particulares se tramitan en el despacho del delegado. Si un elector plantea algún elemento nuevo, y el delegado no tiene toda la información, lo más sensato es recoger el planteamiento, esclarecerlo con quién corresponda y luego dar respuesta al elector, o conciliar un encuentro entre las partes implicadas en el tema para su atención y respuesta.

Las rendiciones de cuentas del delegado constituyen un acto legítimo, solemne, público y político y no pueden ser sustituidas por ningún control, auditoría o proceso administrativo.

A veces no coinciden los problemas e intereses de la población de un área determinada o la complejidad de la situación social amerita realizar más de una reunión.

Gastón Martínez. Los requisitos para la rendición de cuentas deben tomarse del conocimiento y la experiencia de varios países, sobre todo a partir de las condiciones históricas presentes que han construido un tipo particular de Estado, y de prácticas públicas, conforme a las realidades y necesidades sociales en cada país. No deben aplicarse recetas internacionales que no se compadezcan con la realidad históricamente generada en cada Estado; por lo tanto, la rendición de cuentas es específica, tiene que tener una condición histórico-social concreta, y establecerse conforme las condiciones de cada país.

Cada Estado, a pesar de tener similitudes –como, por ejemplo, en América Latina–, es diferente, porque tiene una historia y ha sido forjado de manera distinta, y su condición, su estructura, su forma de organización, su desarrollo, depende de las características de su población, las formas de desarrollo elegidas, etc.

Víctor Hugo Leyva. Lo primero es la veracidad, como condición indispensable, como también lo es la definición real de su contenido, indicadores, períodos, alcances, causas y consecuencias. Ello ofrece la posibilidad de la precisión y no divagar con elementos superfluos que enturbien la compresión y el resultado que debe tener el proceso.

Como es natural, si se trata del análisis de una gestión, debe estar sometido al escrutinio de los destinatarios, a que puedan cuestionar, preguntar, aclarar e incluso disentir, si poseen información sobre el tema.

En el cronograma de los organismos políticos o gubernamentales es importante definir la periodicidad con la cual se debe rendir cuentas, siempre en dependencia de la complejidad de la gestión que se somete a análisis.

Otros requisitos que deben ser tomados en cuenta para las rendiciones de cuenta son la transparencia, la precisión, la definición de consecuencias, el nivel de los resultados, las debilidades que inciden en no alcanzar las metas y, especialmente, la definición de soluciones, estrategias u otros medios para el perfeccionamiento de la gestión.

Aunque no es aplicable en todos los casos, es importante que, ante un proceso de rendición de cuentas en cualquier tipo de organización, se establezca un mecanismo de contrapartida, que puede estar relacionado con controles administrativos, entrevistas u otros, y debe complementar la efectividad de ese proceso. Agrego este factor, porque el proceso mide niveles de eficiencia y pertinencia, y cuando se trata de individuos, su capacidad, sus niveles de preparación y compromiso, y por tanto es útil un mecanismo paralelo que facilite una visión de la confiabilidad de la información.

Yassel Alejandro Padrón K. El principal requisito para una rendición de cuentas efectiva es, a mi parecer, que se complemente con la práctica de la transparencia en la gestión pública. No basta con que los dirigentes ofrezcan información sobre el desarrollo de su gestión si los ciudadanos no tienen forma de contrastarla. Esa práctica incluye la existencia de fuentes abiertas, de acceso público a la información y de herramientas para garantizar su fiabilidad.

Otros mecanismos pueden confluir para otorgar solidez al proceso de rendición de cuentas, como puede ser estipular una periodicidad en su desarrollo y una obligatoriedad de ofrecer respuestas a las preguntas. También pueden crearse mecanismos para dar seguimiento a los planteamientos, pero lo principal sigue siendo la interrelación con la existencia de un clima de transparencia.

La rendición de cuentas no puede ser sustituida por auditorías y controles administrativos, pues cualquiera que sea el nivel de compromiso que los funcionarios deban tener frente a las leyes y a sus superiores, su principal responsabilidad es con sus representados, los que han depositado en ellos el poder para hacerse cargo de los asuntos comunes, y como tales, son los encargados de evaluarlos, y en última instancia de revocarlos, si incumplen con su encargo.

Además, la rendición de cuentas como mecanismo de democracia participativa permite aprovechar la creatividad de la ciudadanía en el proceso de gestión pública.

3. ¿Qué papel tiene la rendición de cuentas en un orden socialista? ¿En qué medida se diferencia de su función en un sistema capitalista? ¿Cuánto incide en el fomento de la prosperidad? ¿El desarrollo sostenible? ¿La participación democrática? ¿La independencia nacional? ¿La interacción entre dirigentes y dirigidos? ¿El control desde abajo? ¿El arraigo de las instituciones en la sociedad civil?

Patricia Arenas. La rendición de cuentas, como necesidad y mecanismo humano, es válida tanto en una sociedad capitalista como en una socialista. Pero cambia su esencia y formas entre una y otra. A continuación, me referiré específicamente a la que nos concierne, como sociedad socialista, país pequeño agredido y bloqueado.

El socialismo, como sistema, vela por el bien común de la mayoría. Su finalidad es contribuir a la justicia y equidad social, más allá del dinero y el predominio de las personas con poder. Requiere, por tanto, de una acción más consciente. Con esto estoy aludiendo a decisiones que trascienden los intereses individuales. Por ende, en este tipo de sociedad, la rendición de cuentas debe ser sistemática, y garantizar una amplia participación, donde funcionen tanto los mecanismos de arriba hacia abajo como a la inversa, que pruebe la democracia. 

El desarrollo sostenible, la independencia nacional, tienen la constante necesidad de una efectiva rendición de cuentas, porque para que exista compromiso, las personas tienen que ver y sentir que se les tiene en cuenta y se les mantiene al tanto de cualquier toma de decisiones.

La rendición de cuentas debe abarcar los puntos más importantes, entre ellos: el estratégico de gobierno, el aspecto económico y financiero, el político, jurídico, el garante de la salud y condiciones de vida, el de la seguridad y defensa, y el de la cultura entre otros.

Las diversas organizaciones políticas y de masas, así como las civiles, son un medio para la discusión e intercambio a niveles de base para la trasmisión de abajo hacia arriba y viceversa, pero deben analizar y cambiar permanentemente su funcionamiento para evitar su anquilosamiento o burocratización.

El carácter de país bloqueado y agredido condiciona, a veces, la circulación de la información, sería ingenuo desconocerlo, pero ello debe convertirse, más bien, en un elemento que impulse la búsqueda constante de una mayor creatividad y efectividad en la rendición. Luchar en todo momento porque ese aspecto no se convierta en un pretexto para la claridad que garantiza la confianza.

Eduardo Reyes. En un orden social socialista como el nuestro, la rendición de cuentas, en primer lugar, patentiza quién es el verdadero dueño de las riquezas y del poder y demuestra que nadie está por encima de la ley y del control popular. El propio proceso implica no solamente denunciar los problemas a través de los planteamientos, sino que, como elemento esencial, el pueblo participe en su solución. Se crean comisiones de vecinos para atender determinadas situaciones que los afectan, o se realizan ciertas gestiones con la participación popular. Se consolida el control popular sobre los procesos administrativos y sus dirigentes, se logra un nivel cualitativamente superior en la relación pueblo-administración, en el contexto de la administración pública.

Lo más importante es que el pueblo reconozca y ejerza su autoridad, que la rendición de cuentas es un mecanismo, una herramienta política que le permite ejercer está autoridad, a través de la figura del delegado y del Consejo Popular como representantes y observadores de sus intereses, de su poder y de su verdadera autoridad.

Gastón Martínez. La supervisión de los órganos del Estado y de los funcionarios y servidores públicos debe de ser más amplio y estricto cumplimiento en el socialismo, porque, a diferencia de lo que sucede en muchos países capitalistas, y particularmente en América Latina, la democracia representativa en los socialistas debe reforzarse y sujetarse en gran medida a la participativa; o sea, el pueblo no solo tiene derecho a saber sino a decidir sobre los asuntos del Estado y regular, a partir de organismos del propio pueblo, sobre el comportamiento y las decisiones que competen a todos, y que toma a veces de manera particular una dependencia o algunos funcionarios públicos.

Como no vivo en un país socialista, no me atrevo a opinar más sobre estos procesos y mecanismos de la toma de decisiones que desconozco, pero me parece que en el socialismo debieran ser una práctica sistemática, cotidiana y profunda, que tenga que ver directamente con mandar obedeciendo, en lo fundamental.

Víctor Hugo Leyva. En principio, la rendición de cuentas debe cumplir la misma función en cualquier sistema; su necesidad y pertinencia, asociadas al cumplimiento de una función o gestión determinada, es útil y factible en cualquier sociedad. Claro, la forma en que se enfrente, se organice, su impacto y resultado, así como el alcance que pueda tener más allá de los entornos institucionales, y la connotación política que se le pueda dar, puede establecer la diferencia, al igual que el cumplimiento de los requisitos para su desarrollo.

En nuestra sociedad, como método, no solo rinden cuentas a nivel parlamentario los organismos de la administración del Estado, sino también otras estructuras de carácter estatal y empresarial, o de las propias organizaciones políticas. El caso más visible es el de las rendiciones de cuentas de los delegados del Poder Popular, pero no es el único.

Considero que este mecanismo puede, junto a otros, facilitar el seguimiento de la gestión a cualquier nivel, y con el debido control, perfeccionar los niveles de actividad en cualquier espacio. La participación, no solo de los públicos directamente implicados, sino de la población que recibe de manera indirecta los efectos de esos resultados, en el conocimiento de ese desempeño, en sus fortalezas y debilidades, puede garantizar mayores niveles de compromiso, incluyendo la posibilidad de un espectro mayor de soluciones.

Si ello incide en el mejoramiento de una actividad económica, de carácter ejecutivo, político o social, entonces existe la posibilidad de asistir a un mejor esquema de desarrollo.

Mirándolo desde el estado ideal de las cosas, la relación de las diferentes jerarquías de la estructura social y económica con el pueblo, tiene en las rendiciones de cuenta una posibilidad de interacción, y si se produce con los niveles necesarios de confiabilidad, veracidad y vocación de servicio, entonces se facilita en gran medida la democracia socialista.

Yassel Alejandro Padrón K. Cuando hablamos de un orden socialista nos referimos, sin dudas, a una sociedad en transición socialista; esto es, guiada por un proyecto que incluye la más completa democratización de las relaciones sociales.

A diferencia de las sociedades capitalistas, donde se espera que el poder público exista yuxtapuesto a grandes poderes privados, que escapan a su control y en el fondo lo dominan, en el socialismo todo se subordina, en primer lugar, al bien público, comenzando por la economía. En general, se considera que existe una relación de total complementariedad entre el bien común y el de cada individuo; por tanto, en un orden socialista la rendición de cuentas como mecanismo de una democracia participativa debe penetrar en todos los ámbitos, comenzando por el mundo del trabajo, con la de los directivos de las empresas ante los colectivos de trabajadores. Si existe un ámbito en el que esta no puede faltar, es en el plan de la economía. Aquí ese proceso debe darse en todos los niveles, en las instancias del Poder Popular, en las organizaciones políticas, en los sindicatos, y de todos estos, con la masa de trabajadores.

En un orden socialista se debe ser más enfático en la búsqueda de la democracia participativa de lo que jamás se podrá plantear en un contexto capitalista. En el orden liberal, los aspectos democráticos del sistema son neutralizados progresivamente por una desustanciación de lo político; en el socialismo, por el contrario, debe ser aprovechada toda oportunidad de activar la participación popular, pues solo ella, ejercida de manera consciente, como modo de apropiación de la realidad, garantiza la victoria cultural, y en esa democratización auténtica tienen un papel fundamental herramientas como la rendición de cuentas.

Sabemos, sin embargo, que en la práctica del socialismo, tal como ha existido históricamente, no siempre se ha avanzado lo necesario en términos de democracia y socialización del poder. Esto está relacionado con la entronización y abuso de la lógica de la vanguardia en muchos contextos, de ahí que se imponga la búsqueda creativa de nuevos paradigmas para las relaciones que deben establecerse entre dirigentes y dirigidos, las cuales deben basarse en el control popular.

En el contexto cubano, un buen primer paso para avanzar en esta dirección sería desarrollar todo lo posible los mecanismos de rendición de cuentas, que ya cuentan con cierto arraigo en nuestro ordenamiento institucional.

 

4. ¿Qué problemas afectan la rendición de cuentas? [En otros países, en Cuba]. ¿Qué consecuencias mayores puede tener que la rendición de cuentas no funcione?

Patricia Arenas. Hay que estudiar muy bien los mecanismos psicológicos a nivel individual, grupal, organizacional y social en la base de las rendiciones de cuentas, las dinámicas de las interacciones para cada uno de estos niveles. La actividad humana, dadas las consideraciones que expresé en la definición de rendición de cuentas, tiene diversos mecanismos que pueden llevar a que se rehúya de las mismas, o que se conviertan en actividades formales, camisas de fuerza, mecanismos externos para ser burlados.

Si se siguen los discursos de los políticos fuera de Cuba en sus campañas, salta a la vista el conocimiento de principios y valores aceptados por los seres humanos, encaminados a atraer votos y personas partidarias. Ello descansa en la promesa de satisfacer las necesidades de los seres humanos, lo que es una cuestión universal. En Cuba, nos libramos de todo el montaje financiero y propagandístico de quienes basan su poder en el dinero. Pero salta a la vista la existencia de personas y organizaciones que pretenden utilizar las posibilidades del discurso para evadir las responsabilidades.

Cuando se formalizan y burocratizan los mecanismos, se esquematizan las respuestas, se utiliza el verticalismo y se ejercen mecanismos diversos de presión para acallar y sancionar a quienes se pronuncian, se debilita la retroalimentación a corto plazo. Pero, en el largo plazo, su efecto es más demoledor, al erosionar la confianza y la legitimidad, y hacer crecer el desinterés y el compromiso. 

Hace poco oí a un contador de un banco que decía: “diariamente se recolecta mucho dinero en el país y yo no sé dónde se mete ese dinero”. Las respuestas a ese tipo de comentario deben venir de rendiciones de cuentas sistemáticas, transparentes y, a la vez, producidas en un lenguaje claro para un público diverso. A veces, la información que brinda el periódico tiene un lenguaje tan alto, que incluso para mí, una estudiosa de las ciencias sociales, se hace incomprensible.

La claridad, sencillez, sinceridad y ejemplos apreciables por la población son elementos claves para mejorar la rendición de cuentas, además de la utilización de los medios y las nuevas tecnologías. Quienes tienen una responsabilidad de cualquier nivel, deben seguir el ejemplo del presidente Miguel Díaz-Canel y establecer un diálogo físico y constante con las personas a quienes dirigen y rinden cuentas.

Eduardo Reyes. Existen muchos elementos que afectan las rendiciones de cuentas y que, de hecho, se producen sistemáticamente y que generan desmotivación, falta de credibilidad y de reconocimiento social del delegado en la comunidad y del propio proceso político; entre ellos, la mala organización y preparación de las reuniones, con bajo poder de convocatoria, que no estimula la participación popular; pobre preparación de los delegados sobre los temas a debatir, lo cual le imposibilita enfrentar de manera adecuada el diálogo e intercambio con el pueblo, y desemboca en erróneas improvisaciones; falsas respuestas a los planteamientos de la población.

Otros problemas que afectan los procesos de rendición de cuentas y que provocan estados de opinión negativos, desconfianza y falta de credibilidad del pueblo en este importante proceso político son la autoajudicación de la solución de determinados problemas por parte del delegado, ignorando o desacreditando la participación popular y administrativa en ello; expresiones de populismo; desarrollo de reuniones con poca o excesiva participación popular, lo cual no garantiza, en ninguno de los casos, que la información necesaria llegue a los electores, ni un adecuado debate o discusión de los temas presentados; suspender o posponer los encuentros previstos, cambiar el lugar de la reunión sin previo aviso y no tramitar los acuerdos adoptados en las reuniones.

Gastón Martínez. Específicamente sobre Cuba y otros países latinoamericanos me abstendría de comentar porque no tengo suficientes elementos, pero sí quiero dar mi punto de vista sobre México. En mi país, en esta nueva situación¸ el régimen político está sufriendo profundos cambios, los intereses privados están siendo desplazados de la toma de decisiones. Hay un sector compuesto por decenas de miles de funcionarios y millones de servidores públicos, que ejercen una resistencia a estas nuevas reglas, cuyo principal objetivo es la lucha contra la corrupción y la presencia dominante de los intereses privados en la llamada esfera pública. Esto ya se está revirtiendo. En México se le llamó “la puerta giratoria” a cómo los empresarios se vuelven participantes de puestos gubernamentales, y cómo en esta época neoliberal, muchos funcionarios públicos, y hasta expresidentes, al término de sus gestión se colocaron en los más altos cargos de consorcios monopolistas privados nacionales, e inclusive conglomerados transnacionales, internacionales, que en alguna medida se han beneficiado de la información que ya tenían estos funcionarios, debido al área donde trabajaban. Ahora, con el gobierno de López Obrador, que ya tiene dos años y medio, se ha hecho una modificación constitucional que puede llevar a los funcionarios que realicen esas prácticas a la inhabilitación de por vida y hasta a la cárcel. Hoy la corrupción es un delito grave en las nuevas leyes promulgadas en esta nueva etapa del desarrollo de México.

Víctor Hugo Leyva. Uno de los problemas que afecta la utilidad de la rendición de cuentas está relacionado con la falta de veracidad de la información. Esto, asociado a los niveles de formalismo con que se realiza, subvierte el propósito de mejoramiento de este tipo de procesos. A ello hay que añadirle la falta de sistematicidad y el seguimiento de las deficiencias que puedan enunciarse en su ejercicio. A veces se hace un análisis y en esos espacios se conforman con enunciar los problemas y, lo que es peor, en esbozar justificaciones que lastran la posibilidad de resolverlos. Cuando se enuncian términos como “explicada la causa de no solución”, como sucede en las rendiciones de cuentas de los delegados en las circunscripciones, significa que no se va a seguir insistiendo en resolver esa situación.

Súmese a eso el hecho de que cuando se trata de una gestión afectada por factores ajenos al funcionario u organismo que hace la rendición de cuenta, y no se establece legalmente la opción de que esas instituciones den respuestas en ese mismo espacio, entonces se crea una especie de limbo circunstancial que opaca cualquier resultado anterior.

Cuando tuve la posibilidad de ser delegado del Poder Popular y los planteamientos de mi circunscripción estaban relacionados con empresas o instituciones que no se presentaban durante el proceso, perduraba la sensación de impotencia, que se traducía en una percepción de incapacidad para los electores.

Las causas, al igual que las explicaciones que se ofrecen a los problemas, se malinterpretan olímpicamente cuando, tratando de no crear estados de ánimo de desencanto o insatisfacción, se esgrimen posibles problemas políticos para ocultar las deficiencias, o se acude a problemas económicos para encubrirlas.

Es imprescindible comprender la necesidad de la transparencia, la eficiencia y un sentido autocrítico real, cuyo análisis deba tener como fin último el desarrollo. Si el proceso se organiza bien, se solicita suficiente información, se comprueba, se le da seguimiento y se implican todos los factores que inciden en esa gestión, entonces no se generará insatisfacción y, por ende, se garantizará que ese proceso sea una vía para el perfeccionamiento y el desarrollo.

Yassel Alejandro Padrón K. Son numerosos los problemas que aquejan a las rendiciones de cuentas en el contexto cubano. Muchos tenemos la experiencia de que estas se han convertido en un formalismo vacío, poco más que un elemento dentro de una ritualidad política que poco tiene que ver con la participación efectiva de la ciudadanía; por tanto, es posible definir este como un primer problema.

Dirigentes y dirigidos han terminado por considerar la rendición de cuentas como un paso más, algo que se debe hacer porque está establecido, sin preocuparse excesivamente por algo que debería estar en cualquier reflexión al respecto, su calidad. Esto sucede, entre otros factores, por una cultura política escorada hacia el burocratismo, por no contar con el pueblo y por el afán de cumplir con lo establecido.

Uno de los principales problemas que influyen en la baja calidad de la rendición de cuentas es el de la falta de transparencia. Al no existir un diseño institucional y jurídico que apuntale su ejercicio en la gestión pública de un modo eficaz, constante y satisfactorio, se afecta la calidad y la capacidad de los ciudadanos para contrastar la información, de tal modo que, en la mayoría de los casos, no les queda más remedio que quedarse con la versión que exponen los dirigentes.

A eso se suma un historial de problemas planteados en las rendiciones de cuentas que no han encontrado solución. Esto puede tener muchas causas, que van desde el mal desempeño en la gestión hasta la falta de recursos en los diferentes niveles, asociados a los problemas que generan las sanciones económicas norteamericanas. No obstante, el saldo general es que, por un motivo u otro, los problemas no se solucionan, lo cual afianza la percepción del mecanismo como un mero formalismo.

Quizás otro de los problemas es la debilidad de los mecanismos para dar seguimiento a los planteamientos en las reuniones de rendición de cuentas, las cuales podrían ser una excelente herramienta de democracia participativa.

Cualquier intento actual de sacar a flote el sentido original de la rendición de cuentas choca con una mentalidad asentada en algo que podríamos llamar apatía. Los ciudadanos muestran cansancio por falta de expectativas a la hora de utilizar los mecanismos democráticos que están a su disposición. Esta es una actitud en la cual “la serpiente se muerde su propia cola”, pues consolida el formalismo que acecha a estos mecanismos y permite la reproducción de una situación de baja participación democrática. No obstante, sería un despropósito culpar solamente a la ciudadanía por su apatía, siendo este un resultado de problemas estructurales como los que tocamos con anterioridad, y también de otros.

En general, la falta de implicación en los asuntos comunes y el declive de la esfera pública son consecuencias recurrentes de situaciones en las cuales hay una baja participación efectiva y real en la toma de decisiones. Es ahí donde hay que buscar la causa de situaciones en las que se reproduce la apatía, y también hacia donde hay que mirar en la búsqueda de soluciones.

5. ¿Cómo garantizar el funcionamiento de la rendición de cuentas? ¿Qué acciones adoptar para que cumpla su papel? ¿De quiénes dependen estas acciones? ¿Qué hacer?

Patricia Arenas. Muchas de las cosas que he mencionado contribuyen a garantizar un mejor funcionamiento de la rendición de cuentas a corto plazo. Deben aceitarse los mecanismos de recolección de información y participación de todas las personas, tiene que estar el oído pegado a la tierra y producir las respuestas en consecuencia a través de todos los canales. En este aspecto, destaco como mecanismos fundamentales la circulación de información previa, la concesión de un tiempo para que las personas puedan procesar la información, primero de manera individual, después en pequeños grupos y medianos, como preámbulo al intercambio y retroalimentación.

El tratamiento de la pandemia en Cuba y la circulación de toda la información al respecto es un claro y digno ejemplo de una buena gestión de gobierno con una rendición de cuenta eficaz. Es preciso tomarlo como modelo para llevarlo a los diferentes niveles, a una forma de comportamiento cotidiano por personas, grupos, organizaciones sociales, políticas, empresariales y de la sociedad civil. 

Además, para el perfeccionamiento de la rendición de cuentas, es importante atender los pasos a dar para el largo plazo. Se precisa comprender su carácter de sistema y su complejidad, la integración de los factores que la atraviesan: económicos, sociopsicológicos, políticos, jurídicos, culturales y tecnológicos, entre otros.

El primer eslabón para el mejoramiento, a largo plazo, es que la rendición de cuentas debe ser llevada al proceso de enseñanza/aprendizaje desde la infancia. Ello requeriría la formación de maestros y maestras para que lo hagan desde la vivencia.

También se requiere de un cambio cultural humano; solemos vivir muy anclados en la búsqueda y penalización de lo mal hecho, ello tiende a que toda la energía circunde alrededor de los problemas y que las personas y organizaciones desarrollen mecanismos de evasión y ocultamiento de la información. El paso hacia una cultura que se enfoque en la apreciación, en la búsqueda de lo que mejor funciona y el premio como parte de la vida, puede conllevar a un cambio en las personas, grupos, organizaciones y en la sociedad en su conjunto. Ello se debe acompañar de un amplio proceso de indagación, exploración, de la búsqueda de los elementos fundamentales, la comprensión de lo que otras personas están sosteniendo, para alcanzar un sistema de comunicación que se constituya en una comunicación eficaz, que es en definitiva el soporte de la rendición de cuentas.

Eduardo Reyes. Garantizar un proceso eficiente de reuniones de rendición de cuenta no es fácil; por lo general, es bien complejo, porque es el resultado del trabajo diario, sistemático y consecutivo, que supone compromiso, preparación, entrega, responsabilidad, empatía con el pueblo, exigencia personal, social y hacia las administraciones, valor para enfrentar los problemas y para explicar. Supone modestia, humildad y disciplina, entre otras características.

Para garantizar su funcionamiento debemos, ante todo, ser valientes para hacer y decir lo que sea necesario, aunque no guste o duela. Aún cuando la responsabilidad es personal e indelegable, la rendición de cuenta se debe trabajar en equipo, ir de lo personal a lo colectivo. Las reuniones se organizan y se preparan, según un cronograma de ejecución, con encuentros de preparación por áreas, y recorridos sobre los planteamientos y las problemáticas existentes, se buscan las posibles soluciones o alternativas a los problemas acuciantes con el concurso de las administraciones y la participación popular, se elabora un plan de chequeos periódicos y su máxima expresión radica en su vínculo sistemático con los electores.

Se deben realizar contactos con los delegados de mayor experiencia, hacerse acompañar de las principales administraciones que inciden en la demarcación, así como los grupos de trabajo comunitarios integrados, que incluyen a todos los lideres formales e informales identificados, que puedan apoyar y aportar en el proceso. Se debe estimular los buenos resultados, así como como criticar todo lo que ha salido mal.

El proceso de reuniones de rendición de cuentas constituye un arma valiosa e importante si se organiza y conduce correctamente para lograr eficiencia en el trabajo de los delegados y del sistema del Poder Popular.

Gastón Martínez. En México, un elemento adicional son las ahora ya tan populares “mañaneras”. Todos los días, durante aproximadamente dos horas, el presidente López Obrador aparece ante las cámaras de la televisión pública y por diversos medios digitales, y da informes sobre la situación del país, que tienen que ver con la seguridad, con los energéticos, con los problemas de legalidad, de ilegalidad, etcétera. En esas comparecencias se produce una especie de diálogo circular, donde periodistas que están de acuerdo con el proceso de cambio, y otros opositores, abierta y claramente, y críticos del gobierno, participan haciendo denuncias y señalando cosas. Es muy interesante porque toda la población puede ver los problemas del momento. Esto se ha hecho fundamentalmente porque los medios convencionales de información en México están en manos de empresas privadas monopolistas, muchos de ellos son de los más ricos del país, pues poseen además, empresas muy exitosas en el terreno económico. Gran parte de esos medios dependían del apoyo del Estado, que les compraba publicidad en grandes cantidades, y les pagaba inclusive a los periodistas, había una lista enorme de periodistas a los que se les daba mensualmente dinero para apoyarlos en su labor supuestamente, y era la manera a través de la cual se compraban. Hoy las “mañaneras” son la principal vía para contrarrestar la información de los grandes medios con otra proveniente directamente del gobierno. Participa funcionarios, incluso del ejército, la guardia nacional, la marina, los encargados de la agricultura, la energía, etc. Todos tienen que pasar por ahí y dar informes sistemáticos sobre lo que se está haciendo y cómo, cuánto se gasta y en qué, etc. Es una experiencia que tiene a la derecha mexicana de puntitas, o sea, están colgados de la lámpara, enojadísimos, porque dicen que esas “mañaneras” son labores de promoción del gobierno. En mi opinión, es lo que hacía falta en este país, y uno de los mecanismos más interesantes que han surgido en México.

Por último, acerca de quiénes deben garantizar el funcionamiento de la rendición de cuentas, creo que, en primer lugar, el gobierno mismo; sin embargo, los órganos legislativos deben funcionar como verdaderos representantes populares y estimular la práctica de la denuncia responsable. No obstante, la acción popular y las organizaciones sociales representativas de la mayoría de la población, y los sectores que tengan expresiones no mayoritarias como, por ejemplo, los trabajadores de la cultura, son quienes podrán, con su acción, garantizar el funcionamiento de una real rendición de cuentas. Es decir, este proceso tiene que partir también desde abajo, tiene que irse abriendo a la posibilidad de la participación de todos los organismos, de la gente, de los periodistas, de la gente de cultura, de todos absolutamente, para plantear los problemas nacionales, los que competen a cada una de las actividades y segmentos sociales, y plantearlos, discutirlos abiertamente, y que los funcionarios, el gobierno y los representantes, tengan, por lo tanto, la obligación de rendir cuentas sistemáticamente. No solo desde abajo, pero principalmente desde abajo es como se puede obligar a que esto se convierta en una práctica cotidiana, sistemática, normal, y que todo el mundo sepa con claridad y con absoluta transparencia todo lo que sucede en los ámbitos en los que a cada quien compete, y en el nacional, que es de todos.

Víctor Hugo Leyva. En primer lugar, debemos actualizar el marco normativo que establece ese tipo de procesos, no solo a través del ordenamiento que tiene el país en su sistema político, sino en toda su estructura social, para determinar la necesidad y pertinencia como método para medir la gestión, al tiempo que facilite la obligatoriedad de su correcta organización y funcionamiento.

En segundo, atendiendo a las características de nuestra sociedad, debe establecerse su concepción metodológica, sus parámetros generales, su secuencia de realización, los métodos de seguimiento, su frecuencia y adaptación a los diferentes entornos. Además, debe definirse, cuando se trata de una gestión determinada, el carácter vinculante de la participación de todos los implicados en ella.

En tercero, no solo debe organizarse desde las jerarquías institucionales, sino que debe establecerse el mecanismo para que los destinatarios de la rendición de cuentas tengan la capacidad de solicitarla, cuando existan elementos para el análisis de una gestión determinada. Por ejemplo, los delegados y los diputados rinden cuenta de su gestión, pero solo en ciertos momentos del año y en determinadas instancias. Debe existir la posibilidad de que el pueblo pueda solicitar un proceso de rendición de cuentas de cualquier funcionario o entidad pública, si es una necesidad de la comunidad.

En todo este proceso, hay que analizar bien los resultados de las rendiciones de cuenta, las acciones que se deriven de ella, los acuerdos que se promuevan para darle seguimiento y las consecuencias para un organismo o institución determinada, incluso cuando el resultado final de esa acción demuestre el incumplimiento de las funciones para las cuales fueron designados los funcionarios o las instituciones.

Es muy importante garantizar la información pública, que trascienda los marcos de la reunión en la que se realice la rendición de cuentas. Si hay un elemento que afecta este proceso es el secretismo. Todo el mundo conoce lo que hacen los delegados, pero a menudo se ignora, fuera de los retazos informativos que llegan, el resultado de la gestión de funcionarios e instituciones a otros niveles.

Yassel Alejandro Padrón K. Realmente no creo que exista una respuesta simple para esa pregunta, pues alrededor de la rendición de cuentas existen situaciones asentadas, problemas estructurales multifactoriales que son de difícil solución.

Sería necesario hacer un diagnóstico claro de la situación, reconocer los problemas que la aquejan, y la distancia con respecto al paradigma que queremos alcanzar. Entonces, en la búsqueda de soluciones no pueden subestimarse las acciones que puedan realizar las mismas autoridades políticas en lo que respecta a la transformación del diseño institucional para crear condiciones propicias a una rendición de cuentas de calidad.

El contexto de la reforma constitucional es óptimo para acometer transformaciones democráticas necesarias en este ámbito, “desde arriba”. Sin embargo, nada puede sustituir a la movilización popular, porque los mecanismos democráticos solo alcanzan efectividad cuando las personas, la ciudadanía, se apropian de ellos; esto es un proceso que puede ser impulsado por las organizaciones políticas, pero para que sea orgánico debe incluir la auto organización popular. Es el contexto de movilización por demandas populares el que garantiza el desarrollo eficaz de esos mecanismos.

La rendición de cuentas, por otro lado, puede funcionar como mediación efectiva de las organizaciones de la sociedad civil, los movimientos sociales que luchan, por ejemplo, por la protección ecológica, por los derechos de las minorías, etcétera.

Por último, no puede olvidarse el papel de la prensa como un mecanismo indirecto pero muy efectivo, a través del cual la ciudadanía ejerce el control sobre los poderes establecidos.

 


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