Un profundo intercambio de saberes sobre los orígenes y la evolución de la cultura conga centró la celebración del XVII Festival Internacional de Rumba Timbalaye en esta ciudad, donde se subrayó la singular herencia del bantú, su transculturación y profundo respeto por la naturaleza.
Artistas y trabajadores de la cultura se dieron cita en el proyecto sociocultural comunitario Ranchón Cobango, en el este de la ciudad de Guantánamo, para compartir el conocimiento sobre este complejo religioso compuesto por tradiciones yoruba, palomonte, kimbisa y carabalí, como explicó Noel Torres Iríbar, metodólogo de la Casa de Cultura Municipal.
Refirió que la cultura bantú surgió en el África entre el 350 a.C. y el 500 d.C, y llegó a Cuba a través de siete tribus que se asentaron principalmente por La Habana y Matanzas, en los siglos XV y XVI, mientras arribaron a Guantánamo tiempo después de la mano de los santiagueros.
Se remarcó que, a su llegada, los practicantes del Bantú (conocidos como tatas o taitas) se encontraron con la comunidad afrodescendiente haitiana y su práctica del Vudú, lo cual resultó en un singular proceso de transculturación que enriqueció ambas tradiciones y definió la identidad religiosa local que aún perdura.
Durante el diálogo se enfatizó que, contrario a estereotipos, sus practicantes, no son "brujos o ñáñigos", sino paleros, tatas y yayis (mujeres), que se caracterizan por su amor a la familia y el respeto a la sociedad, sin discriminación de género, cuyo nacimiento espiritual implica una transformación positiva para sus comunidades.
Un pilar central de la religión que se destacó es su profundo amor y respeto por la naturaleza, y el festival, bajo el lema "¡Hay un congo cará!", se dedica este año al verde, un color que para el Tata Pedro Vidiaux refleja la relación sagrada con el medio ambiente, calificado de "divino, como la sangre que corre por las venas", como expresó mientras detalló los rituales de respeto para interactuar con las plantas.
El diálogo también abordó expresiones culturales como el bembé, un género espontáneo, y sus posibles fusiones con los toques del congo mientras destacaron que, aunque hay diversidad religiosa y cultural en el territorio, prevalece un sentido de hermandad dentro del sincretismo cubano.
Como resultado tangible del intercambio, el proyecto Cobango anunció que intencionará la "Ruta del Congo" en la comunidad, una iniciativa para revitalizar y preservar las acciones de religiosidad popular del legado africano, que consolidará el trabajo del Ranchón Cobango, como explicó Consuelo Duportay Moya, metodóloga provincial de Casas de Cultura.
Como colofón, se hizo entrega de la condición Tesoro Humano Vivo al Tata Pedro Vidiaux, por su vasta relación con las raíces culturales del territorio, y a Andrés López Hodelín, cultor de la cultura franco-haitiana, cuya labor es esencial para la permanencia y preservación de expresiones como la rumba, la música, la danza, la artesanía y la religiosidad popular.
La jornada de la rumba en Guantánamo cerrará con una exposición de instrumentos utilizados en las tradiciones de los congos y presentaciones de agrupaciones músico-danzarias; sus toques ancestrales demostrarán que el Festival Timbalaye no pasó por alto una verdad local: aquí la rumba no solo se baila, sino que se canta y, sobre todo, se siente.
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