Habla la Araucanía: Diálogo con la poeta chilena Olga Toro en la Casa de las Américas


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El pasado viernes primero de agosto, en la sala Manuel Galich de la Casa de las Américas tuvo lugar un conversatorio con la poeta chilena Olga Toro Muñoz, presentada por el escritor e investigador Jorge Fornet, el especialista de la Casa de la Poesía, Karel Leyva y el poeta Balesy Rivero, todos acompañados por las voces y las guitarras de los trovadores Tato Ayres y Yhosvany Palma.
Con su habitual y humilde lucidez, Fornet presentó a la invitada de honor, y señaló que Toro representa una voz disonante dentro de la tradición chilena. En un oficio donde la herramienta de todos es la lengua, Olga ha sabido hallar su propia voz mapuche para narrar las historias de su nación y resguardar las memorias de sus ancestros.

El investigador afirmó que «Chile es un país de poetas», sin demeritar la gran prosa poética, y los libros de Olga son fiel evidencia de ello. 

Por su parte, Karel Leyva hizo una caracterización del poemario El linaje de la lluvia (2025), uno de los tantos en que defiende sus raíces mapuches, que los colonizadores y los sistemas autoritarios que les han sucedido intentan silenciar todos los días.

Leyva destacó que en su poesía habita un «ser que tiene miles de años; renace cada vez que llueve y cada vez que nace el sol», y celebró la riqueza de la lengua mapuche, en la que Chile tiene muchos nombres. En la voz de Olga, ese ser dice:

Vengo del corazón de la tormenta

donde el lago encabritado

exhibe al sol el filo de sus cuchillos

donde el volcán por sus costuras

vomita en piedras la historia.

El joven resaltó que el libro muestra dos viajes que contrastan: uno a la vida y otro a la muerte. No obstante, se trata de un ciclo que culmina siempre en el renacimiento, pues Olga  aborda la muerte como otra puerta más, un paso intermedio hacia otra vida eterna, una reencarnación continua. 

En otro momento, el también bardo Balesy Rivero presentó el poemario Sinfonía del canelo, que le inspiró el poema Sinfonía para la poesía, dedicado a la autora. El primero es un diario poético en el que la autora mapuche nos lleva a recorrer la tierra de su niñez, en una búsqueda de la reconexión con un ser que pareciera haber sido olvidado.

A propósito, Toro comentó: «Sinfonía del canelo pretendió ser un libro autobiográfico, que tiene que ver con el sentido ético de hacer poesía, pero no pudo ser libre de su tiempo».

El poemario expone cómo la política colonizadora provocó desarraigo en los mapuches respecto a sus tierras originarias; sin embargo, su pueblo enfrentó la expulsión con la unión en la lucha y la vida cotidiana para proteger sus seres y maneras de habitar la tierra.

La de Toro es una poesía que usa todos los colores de la lengua para denunciar, y coloca los recursos literarios al servicio de la lucha. De ahí que poemas como «Viaje al destierro» revelen las particiones injustas que hicieron los colonizadores, al asignar las tierras más productivas a los colonos extranjeros, y las más pobres e improductivas a los mapuches.

El libro es una secuencia de imágenes que revelan las flores, los olores, las texturas y las almas que habitan la Araucanía, en el centro sur del país. Rivero lo atestigua: «Olga es como una artista de la plástica; va dibujando». Por necesidad y por convición, la idea del renacimiento emerge de forma constante:

Masco con un placer insano

la única verdad

después de cada muerte

un renacimiento.

Olga leyó algunos de estos poemas en los que cumple la responsabilidad de contar las historias de las comunidades más apartadas, ignoradas y maniatadas: «Soy militante de la lluvia y sus revoluciones de Sur», reza uno de sus poemas. La chilena agradeció a la Casa por presentar un pedacito de la Araucanía en sus espacios.

El público pudo disfrutar de reconocidas canciones latinoamericanas como «Volver a los 17» ―un homenaje a la también chilena, tan querida en la Casa, Violeta Parra― y «Para Bárbara» ―de Santi Feliú― gracias a los trovadores Tato Ayres y Yhosvany Palma.

La presencia de Ayres legitimó aún más la necesidad de una poesía resistente y de denuncia, al tratarse de un chileno que sobrevivió a las torturas del régimen dictatorial de Augusto Pinochet. Pero esto no lo contó esta mañana, prefirió cantar «Si de tus ojos nace la bondad / de abrirme en el verso un palpitar / no me dejes ir», siguiendo la máxima poética de Olga: renacer.

La Casa agradece a la poeta la donación de un ejemplar de cada uno de sus libros, los cuales pronto estarán disponibles para su consulta en nuestras bibliotecas.


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