Los tiempos del teatro y otras obsesiones de Julieta Grinspan


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¿Cuáles son los tiempos del teatro?, ¿qué podría ser un teatro militante?, ¿cómo está enfrentando el teatro independiente en Buenos Aires la embestida de un gobierno que ha desguazado al país? Estas fueron algunas de las inquietudes planteadas en un encuentro con la actriz, directora y gestora teatral argentina Julieta Grinspan, el viernes 12 de septiembre en la Casa de las Américas.

Con la moderación de la directora de Teatro de la Casa, Vivian Martínez Tabares, durante casi dos horas se entabló un diálogo en el que Grinspan reseñó de forma general las dinámicas de trabajo del teatro independiente, el teatro oficial y el teatro comercial en Buenos Aires, con especial énfasis en el primero.

La también profesora de teatro describió un panorama general marcado por la embestida desfinanciadora del gobierno de Javier Milei en el sector cultural, pero optimista respecto a la movilización ante esta. De acuerdo con Grinspan, el teatro independiente está pasando a ocupar muchos espacios del teatro comercial, pese a enfrentar mayores retos en sus etapas productivas.

«Cada vez hay más espacios de formación, los actores y las actrices escriben, todo el mundo estrena. Hay mil proyectos al año», comentó para asegurar que la creación se revela indetenible, si bien no siempre es posible completar la producción de las obras.

No obstante, sin abandonar su optimismo, la también coordinadora de la revista de artes escénicas Teatro Situado, se mostró obsesionada con determinar tiempos de trabajo que permitan crear constantemente y, a la vez, reflexionar sobre la creación; así como resignificar continuamente los sentidos, objetivos y recursos con los que se trabaja, para representar los conflictos a los cuales —como trabajadores del teatro— intentan dar una solución desde la ficción, o al menos acercarse con respuestas escénicas que aligeren los corazones del público.

«¿Ese es el ritmo del teatro, o del teatro que queremos? (…) ¿Quién tiene tiempo en el largo plazo para pensar en eso? Eso que construye un movimiento con referencias artísticas, referencias de estilo. (…) A veces me da miedo estar mirando para un lado que ya no existe más», se cuestiona la directora, y comparte sus inquietudes con las tres decenas de estudiantes de teatro cubanos que conformaban el público del encuentro.

Se inclina a pensar que hallar alternativas a esa fugacidad del teatro es una labor colectiva. Más allá de ello, destacó el valor de numerosas «obras con poca gente, poca escenografía y gran dramaturgia del trabajo del actor», así como celebró las ventajas de las grandes puestas que incluyen decenas de actores y están más tiempo en cartelera, que no son tan recurrentes en el teatro independiente actual.

A propósito de los temas que la mantienen ocupada, mencionó un trabajo reciente sobre lo que denominó «el mundo del trabajo»: El mundo del trabajo me interesa un montón. Los actores y las actrices tenemos que conocer todos los mundos que podamos. Y allí se completa nuestra mirada sobre la gente, aseguró Grinspan, quien comentó además experiencias de otros teatros que considera necesarias para los argentinos en el momento que vive el país.

Entre otras mencionó una obra de Carlos Velloso que se acerca al sector de la construcción a partir de la vida de una mujer que trabaja como albañil y decide enfrentar a su compañía porque el pago que recibe es insuficiente. Según Grinspan, la obra logra generar empatía y romper estigmas respecto al «albañil que llega a mi casa y no es mi enemigo», en un país que ahora observa un «montón de casas vacías y gente durmiendo en la calle».

De este modo, asevera, el teatro no cuenta verdades, sino comprensiones de sus hacedores sobre los conflictos reales que vive la nación. De ahí el alto compromiso con que debe asumirse la profesión, pues también es alta la responsabilidad sobre las emociones del espectador y las acciones a las que estas lo puedan mover, punto clave en el cual reside el poder transformador del teatro.

 

Compartió, además, la invitación a participar en un espacio virtual de nuevas dramaturgias latinoamericanas al que fue convidada por Antonio Peredo de El Bunker, destacado grupo que radica en La Paz, Bolivia.

Se trata de encuentros que se realizan de forma virtual todos los domingos a las 11 de la mañana —horario sobre el que bromeó un poco—, en los cuales personas de varios países ponen la cabeza en la obra de una. Grinspan lo valora como un espacio noble, que pondera el tiempo de reflexión que conlleva una producción y se convierte en antídoto contra la prisa forzada.

Adelantó que el próximo número de Teatro Situado estará dedicado a esta experiencia donde se intenta que nuevos dramaturgos y teatristas muestren su trabajo y puedan recibir una crítica responsable que les ayude a mejorarlo, publicarlo o llevarlo a escena.

Al culminar su exposición y la ronda de preguntas Vivian, los estudiantes y profesores del público también le lanzaron inquietudes e impresiones. Fue otro de los gratos y útiles encuentro que la dirección de Teatro de la Casa de las Américas organiza, fiel a su vocación de aprovechar todo espacio posible para conversar sobre la actualidad del teatro en la región.


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