La voz chiringuito es un cubanismo, un vocablo de uso coloquial que significa, según el Diccionario del español de Cuba (2001), de Gisela Cárdenas Molina y Antonia María Tristá, ‘trago de una bebida alcohólica de alta graduación’. En el libro de Argelio Santiesteban, El habla popular cubana de hoy (l985), no aparece registrada esta palabra. Tampoco en el Diccionario cubano del habla popular y vulgar (l998), de Carlos Paz.
Sin embargo, creo que siempre le he dado a esta palabra también otra significación, pues, por lo menos, es con la que la he entendido. Un chiringuito es, para mí, y quizás para otros muchos, ‘una pequeña cosa, una parte pequeña de algo, un poco o un poquito de algo’.
Otro “sin embargo”: En el diccionario académico de 2001, dice de la voz chiringuito lo siguiente: ‘Quiosco o puesto de bebidas al aire libre’; y en Canarias es: ‘Chorrito menudo’.
Ahora bien, la primera acepción del Diccionario de la Real Academia Española, ¿acaso es de uso puramente en España? Vamos a investigar.
¿Y cómo fue que llegó esta palabra a España y por qué se le definió de tal manera?
Pedí algunos datos que me faltaban a la escritora cienfueguera Mirtha Luisa Acevedo Fonseca, mi prima política, de visita en Barcelona, quien, de paso, me hizo llegar las dos fotos que acompañan este trabajo, aunque una de ellas, una tarja en azulejos, puesta en la pared del bar-cafetería Chiringuito, que se refiere al escritor González-Ruano, no dice lo cierto acerca de quién inauguró en Barcelona, en Cataluña, el nombre del cafetín Chiringuito.
Pues bien, en l913 un catalán, el capitán apellidado Calafell —quien estaría ya licenciado del Ejército, y que había estado en Cuba durante años y vivía para entonces en Cataluña— fundó en la localidad de Sitges, al sur de Barcelona, casi al borde del mar, un cafetín sin pretensiones, un café con una vasta cristalería como paredes —por la cual entraba una deslumbrante cantidad de sol—, pintado de blanco y azul, en el Paseo Marítimo de Sitges.
Y fue de tal forma atractivo que, desde su fundación, comenzó a competir con un restaurante aledaño que estaba erigido con todas las de la ley, con todo lujo, llamado “Pabellón del Mar”, al cual visitaban los ricos indianos —indiano: ‘español enriquecido en «las Indias», en este caso en Cuba, de vuelta en España con sus riquezas’—, que se habían asentado en Sitges, muchos de ellos catalanes, pero también de otras regiones españolas.
Por ejemplo, uno de estos últimos fue Antonio López del Piélago y López de la Madrid, I marqués de Comillas y Grande de España, quien había nacido en Comillas, Cantabria, en l817, y emigró a Cuba en l831, con apenas catorce años. Llegó a establecerse en Santiago de Cuba y, con el tiempo, se convirtió en uno de los más importantes negreros, e hizo una cuantiosa fortuna con la trata. Después se residenció en Barcelona e invirtió en una poderosa compañía de transporte marítimo y otros negocios. Murió en l883. Sus hijos y nietos continuaron con el negocio marítimo. Durante muchos años, los viajes de España a Cuba, y viceversa, se hicieron en el vapor Marqués de Comillas.
Pues el caso es que Sitges, desde algunos años antes del comienzo del siglo XX se había convertido en un lugar turístico de preferencia en Cataluña.
Pero eso era, en definitiva, lo que hubo de fundar el capitán Calafell, un cafetín, y en nada quiso el antiguo militar competir con el Pabellón del Mar, mas, sin quererlo, se fue robando buena parte de su clientela, ya que era algo más popular, más acogedor.
¿Y cómo bautizó Calafell a su cafetín? Pues: Chiringuito.
Adujo que, en los cafetales cubanos, este nombre se le daba a un poquito de café, chiringo, el cual se colaba por un calcetín —que en Cuba se le llama media—, y el café salía en forma de chorro. Pero según Calafell dijo, el café se tomaba por medio de una caña, es decir, por el ‘tallo hueco que tienen algunas plantas’, como por ejemplo, la cañabrava, lo cual, en el siglo XIX, me parece algo fuera de lo común.
El nombre lo obtuvo Calafell de sus vivencias cubanas, sobre todo en los cafetales, cuando pedía: “Ponme un chiringuito”.
Entonces sí —en algo— cabe la acepción usada en Canarias de ‘chorrito menudo’. Pero, reviso el Diccionario de canarismos (l999), del trío que integran Antonio Lorenzo, Marcial Morera y Gonzalo Ortega, y no encuentro registrada la voz chiringuito, ni tampoco chiringo.
Así las cosas, la cafetería Chiringuito no solamente se hizo famosa en Sitges, sino que a través de los años se fueron fundando cafetines, para la venta de alimentos y bebidas, cercanos a las playas de la costa del este de España, desde Cataluña hasta Andalucía, los cuales tenían y tienen como nombre genérico el de “chiringuitos”.
Existen dos variantes de estos chiringuitos: Una de ellas es una construcción fija, y son los que están asentados en las playas y otros lugares turísticos, donde puede entrar la persona acabada de salir del mar, en ropa de baño, alternando con cualesquiera otras en ropa de calle que hayan decidido ir a visitarlo para consumir algo. Por lo general, estos establecimientos tienen mesas y sillas para el uso de sus clientes.
La otra variante se trata de quioscos o casetas hechos de manera que pueden ser desmontados cuando se quiera, esto es, su construcción no es fija, sino provisional, que se retira cuando termine la temporada, por ejemplo, en fiestas populares o en ferias, que se celebran en determinadas fechas, como sucede más en Andalucía. Los de esta variante, no tienen mesas ni sillas para atender a sus clientes, sino que son atendidos en el mismo mostrador.
Pero el fundado en l913 tiene como carta de presentación la siguiente: “Primer chiringuito de España”, también anunciado en otros idiomas para los turistas extranjeros. No sé, me imagino, que ahora que está tan enraizado el nacionalismo catalán, tenga un letrero en ese idioma: “Primer á Espanya”.
Desde l913 en que se fundó, hasta hoy, el Chiringuito de Sitges ha tenido diferentes dueños, como es de suponer. Desde antes de la década del cuarenta del siglo pasado, ya tenía las mesas del interior del café cubiertas con azulejos, así era mejor para secarlas de algún líquido que se derramara en ellas, además de darle un vistoso ambiente al lugar.
De todas formas, a pesar de los arreglos que se han hecho en el tiempo en el cafetín Chiringuito, su aspecto de comienzos del siglo XX está vigente.
Una de sus mesas, durante casi cuatro años, entre l943 y l946, tiempo todavía de la posguerra española, fue el escritorio escogido por un intelectual español de renombre, César González-Ruano, quien allí escribía día por día, porque el lugar le parecía idóneo, ya que decía que era “[...] como un pabellón de cristales [...] para escribir cada mañana”. Desde el Chiringuito escribía sus crónicas para diferentes periódicos y durante ese tiempo emborronó cuartillas y cuartillas de su novela La terraza de los Palau.
Ahora bien, me he dado a la tarea de averiguar en zonas que en el siglo XIX existían magníficos cafetales en Cuba, como Santiago de Cuba y Guantánamo, principalmente, y no he podido dar con alguna noticia en que se recuerde se le llame chiringo o chiringuito a un poco de café. Es más, en tales provincias no se conoce en el presente esta palabra y su diminutivo. Para esto, logré la ayuda de mis compañeras en la esfera del Libro, Consuelo Muñiz, en Santiago de Cuba, y Yaimara Diéguez, en Guantánamo.
Sin embargo, en otra zona de la región oriental cubana sí se conoce, y ampliamente; me refiero a la provincia de Granma: En el pueblo de Mabay, según me reporta Nelly Calzada Liens, y también en las ciudades de Bayamo y Manzanillo, así como en otros lugares de la provincia, un chiringo o un chiringuito, allí es una especie de coctel que se prepara con zumo de naranja agria, un poco de sal, un poco de agua —si es efervescente, mejor—, y un poco de ron. También se puede servir con un trocito de hielo o sin él.
Sin embargo, para los vecinos de Consolación del Sur, en la provincia de Pinar del Río, el chiringuito se prepara de otra manera muy diferente, según me informa Juan Rodríguez Cabrera: Un poco de ron, agua, jugo de limón, y azúcar, y hielo si así se prefiere. En esta zona también hay quien llama chiringuito a un trago de ron puro, pero en pequeñas cantidades.
Por su parte, según me reporta, también de la esfera del Libro, la compañera Acirys Espinosa, de Las Tunas, cuando mucho más joven oía llamar chiringuito a un trago, cierta bebida, pero consultó con su mamá, Berta Martínez Ramírez, quien le aseveró que antes se usaba mucho llamarle así a un trago que se preparaba con aguardiente y agua de coco, pero en la actualidad casi ni se oye mencionar.
Estos últimos cocteles o “tragos preparados” es lo que más se asemeja a la significación que está registrada en el citado Diccionario del español de Cuba, de ‘trago de una bebida alcohólica de alta graduación’.
Como dato curioso, diré que Esteban Pichardo, en su Diccionario provincial casi razonado de vozes (sic) y frases cubanas, el cual tuvo cuatro ediciones en el siglo XX, y la última en l875, registra la voz chinguirito, de parecida grafía, y dice que proviene de México (y así lo reporta Francisco J. Santamaría en su Diccionario de mejicanismos [sic], publicado en 1959), y significa ‘traguito de aguardiente o de otro licor’, pero nada dice de la voz chiringuito.
No obstante, seguí investigando acerca de la voz chiringuito, y me dijo la amiga escritora y poeta Carmen Candiot, residente en Palma Soriano, que de joven ella iba con su familia a pasar las vacaciones en la playa de Guardalavaca, en Banes, y allí oyó nombrar chiringuito a un tenducho, un kiosco mal construido, que así se le llamaba genéricamente a los kioscos que habían en esa playa. Claro está, de eso hace años, quizás unos cincuenta años, me dice Carmen.
Entonces me dirigí a la amiga, también de la esfera del Libro, Lourdes González Herrero, en Holguín, provincia que incluye al municipio de Banes, y me contestó que efectivamente, que por aquella zona se conoce con tal palabra a un ‘kiosco en el que se venden comidas ligeras, refrescos y bebidas’. Expresa Lourdes que en la ciudad es fácil escuchar a cualquiera decir, por ejemplo: “Monté (construí) un chiringuito”, “Compré el refresco en el chiringuito de la esquina”.
Esta última aseveración es coincidente con la acepción que ofrece el diccionario académico, la cual he apuntado antes.
Pero la amiga Lourdes me dijo que iba a averiguar con la historiadora del municipio de Banes, Yurasay Pérez Nakao, para corroborar la significación que allí tenía chiringuito, y a los pocos días me comunicó la respuesta de la historiadora banense: Se le dice chiringuito, en Banes, a ‘una cometa pequeña’.
Por cierto, en casi toda la república cubana se le llama a una cometa pequeña, pero hecha sin varillaje, chiringa, aunque en casi todo el territorio de las provincias orientales a esta misma pequeña cometa, de solo una hoja de papel, se le denomina papagayo. Entonces, la acepción que tiene la voz en la capital de la provincia de Holguín, no es la misma que en Banes, como hemos visto; tampoco en Banes, hoy por hoy, tiene la acepción de ‘kiosco’, como asegura Carmen Candiot tenía hace uno cincuenta años.
Quisiera decir que en Cuba los volantines reciben diferentes nombres, por ejemplo, mayoritariamente en toda la República la denominación general es papalote; en las cinco provincias orientales se le llama cometa, en las provincias de Camagüey y de Ciego de Ávila, el nombre que recibe es el de barrilete; en la provincia de Cienfuegos y algunos municipios aledaños de la provincia de Villa Clara se denomina catana; y en la ciudad de Trinidad es cantor. Pero su sinónimo volantín, a pesar de que en el diccionario académico se dice que es voz también de Cuba, no es así; en ningún lugar de la República se usa este nombre, de acuerdo con una investigación que realicé hace mucho tiempo.
Al hablar directamente con la historiadora de Banes, ella me dijo que ‘una cometa pequeña’, a partir de que en las antiguas provincias orientales se le llama cometa a estos juguetes voladores con varillas, casi siempre de güín, es a esta a la que le llaman chiringuito, aunque algunas veces se oye decirle chiringuita. Entonces, positivamente, no se trata del juguete volador hecho de una simple hoja de papel, sin varillaje, a la que en la mayor parte del país se le denomina chiringa.
Hasta aquí mis averiguaciones de la voz chiringuito en la Cuba actual.
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