“El exilio de José Martí y Fidel Castro en México”, fue el tema de la conferencia dictada por el doctor Adalberto Santana, profesor e investigador titular mexicano y director del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe, de la Universidad Autónoma de México (UNAM).
Como “fecundo exilio", referido al de José Martí y Fidel Castro en México, en épocas distintas, calificó el académico la estancia de ambas figuras en su país, luego de relacionarlos analíticamente.
“En el prólogo de su libro Surtidor, forja y lectura de José Martí como proceso cultural, la investigadora cubana doctora Marlene Vázquez, afirmó que “hago mías las palabras del profesor y filósofo mexicano Adalberto Santana a quien escuché decir en el Coloquio José Martí, pensamiento y acción, efectuado en noviembre del 2007: “José Martí no es el más universal de todos los cubanos; es el más universal de todos los latinoamericanos”, a lo cual yo le sumaría ahora a Fidel Castro. Son los dos latinoamericanos más universales”, destacó para subrayar que “podríamos agregar otros personajes, como Simón Bolívar, por su obra política e independentista que lleva a cabo en nuestra América, pero la lectura de las obras de Martí y de Fidel (a mi entender), por las ediciones, traducciones, ensayos y escritos sobre ambos, estimo –a prueba de demostrarlo--, que su lectura va a ser superior en diferentes lenguas y países. Es por ello que los considero los más universales, sin soslayar a Bolívar como primera figura mas no así por el número de obras que se han publicado sobre él”.
Rememoró el doctor Santana que “en la primera llegada, por la vía marítima de Martí a México como exiliado, su amigo mexicano Manuel Mercado lo estará recibiendo; paralelamente la llegada de Fidel a mi país, él la hace por vía aérea –de La Habana hacia Mérida--, de esa ciudad partirá hacia el puerto de Veracruz, hasta arribar por ómnibus a Ciudad de México donde será recibido por un grupo de exiliados. Tiempo después, de allí partirá en una expedición, el yate Granma, una embarcación turística con capacidad para tan sólo ocho o diez personas, sin embargo, en ella embarcaron ochenta y dos hacia las costas orientales cubanas.
“En el caso de Martí hay que recordar la presencia de su familia en la Ciudad de México; su reencuentro con ella en aquella segunda mitad del siglo XIX, lugar que mucho ha cambiado. Igualmente con Fidel ocurre que en dicha ciudad se hallan lugares, pasajes, calles por los cuales caminó Martí. Toda una memoria histórica. Por ejemplo y tras su estancia en Guatemala, donde se casa el Apóstol con Carmen Zayas Bazán fue en el Sagrario Metropolitano –cercano a la catedral capitalina--, y, de igual manera, Fidel estará en ese escenario con vista a la realización de contactos, en especial, cuando conoce a Ernesto Guevara de la Serna quien, en su carta de despedida cita “aquellas noches frías de la Ciudad de México cuando te conocí en casa de María Antonia”.
“Al mexicano Alsacio Vanegas, amigo de María Antonia y uno de los involucrados en los preparativos del Granma, tuve la oportunidad de conocerle y fue uno de los que tuvo que ver con la presentación del Che a Fidel”, acotó el doctor Santana. “Alsacio cuidaba la casa de aquella, por cuestiones de seguridad --fue uno de los que entrenó al Che y a otros combatientes--, y fue testigo de la primera reunión entre ambos. El Che vino de Guatemala a México, junto a un grupo de exiliados de esa nación centroamericana, luego del derrocamiento del gobierno izquierdista de Jacobo Arbenz.
“En una decisión simbólica Fidel decide junto a un grupo de futuros expedicionarios rendir tributo a los Niños Héroes de Chapultepec, en el parque que lleva ese nombre. En esos momentos, un joven estudiante mexicano –de origen hondureño--, Guillén Zelaya se paseaba en esos momentos por el parque de Chapultepex y presenció el homenaje. Escuchó entonces a alguien realizando una arenga sobre aquellos niños héroes, además de la defensa de las ideas martianas. Interesado en conocer a ese joven, le responden que su nombre era Fidel. Y fue a partir del discurso de aquel joven que Guillén Zelaya se convence sobre la justeza de la lucha patriótica de Fidel y de sus compañeros revolucionarios y le manifiesta sus deseos de incorporarse a la lucha en Cuba. Aquel fue el único combatiente mexicano que viene en el Granma. Era sobrino de Otto Guillén Zelaya, intelectual y combatiente hondureño quien fue el primer combatiente que confeccionó el primer Manual del Guerrillero en América Latina, del cual toma más tarde Che Guevara una serie de aspectos fundamentales para redactar otro de su autoría.
“Guillén Zelaya viene en el Granma. Tras el triunfo de la Revolución ocupa diversos cargos dentro del Gobierno, entre ellos el de presidente del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP)”.
En otra parte de su intervención Santana trajo a colación la compra del Granma y cómo Fidel “un día caminando por la calle Mesones –coincidentemente por donde siempre lo hacía Manuel Mercado, amigo de Martí--, pasa por una armería cuyo dueño nombrado Antonio Conde (El Quate), le vende el armamento y, al mismo tiempo, pasa a formar parte de la lucha revolucionaria en Cuba”.
Así entre anécdotas e interrogantes diversas de los asistentes –doctores Ana Sánchez Collazo, directora del CEM y el doctor Pedro Pablo Rodríguez López, al frente de la confección de la Edición Crítica de nuestro Héroe Nacional--, fue transcurriendo el conversatorio del profesor universitario Adalberto Santana, otro leal amigo mexicano quien, al igual que Manuel Mercado, Alsacio Vanegas, Guillén Zelaya y El Quate han escrito y continuarán escribiendo la nueva Historia de América Latina: la que siempre trasciende viva gracias a las figuras de Martí y Fidel.
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