Fernando Pérez y Camagüey: la historia de un amor recíproco


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Fernando Pérez en el rodaje de La pared de las palabras

La relación del destacado cineasta cubano Fernando Pérez con la ciudad de Camagüey es de un amor y respeto recíprocos, y así lo demostraron tanto él como el público en estos días, cuando el realizador llegó a la urbe para el estreno oficial de su más reciente filme, La pared de las palabras.

Aunque la cinta se exhibió durante el XXXVI Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, del cuatro al 14 de diciembre último en La Habana, el interés del director con su primera producción independiente es mostrarla en toda Cuba, así que comenzar por Camagüey fue para él un sueño hecho realidad.

“A finales de febrero deben iniciarse las presentaciones en el resto del país, de acuerdo a las negociaciones hechas con el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos, al cual cedí los derechos de distribución, pero ha sido maravilloso abrir en Camagüey donde tengo tantos amigos y donde se respira cultura tanto en sus calles como en su gente”, comentó a la prensa.

Durante dos días, Fernando Pérez no solo presentó el largometraje, reconocido con varios de los premios colaterales del evento cinematográfico, además dedicó dos momentos al intercambio y el debate con estudiantes de la filial de la Universidad de las Artes y con el público, que se reunió en el paseo temático dedicado al séptimo arte en el centro histórico de la urbe.

Ante un auditorio ávido de conocer detalles no solo de la cinta, sino también de otros momentos de la trayectoria del destacado cineasta, este señaló que el trabajo actoral fue una de las mayores motivaciones y uno de los elementos de más peso del filme, pues los intérpretes asumen los duros roles de representar personas con discapacidades mentales, en situaciones muy complejas propias de esas enfermedades.

Protagonizada por Jorge Perugorría, Isabel Santos, Laura de la Uz, Carlos Enrique Almirante y Verónica Lynn, La pared de las palabras aborda cómo una familia deviene disfuncional a partir de la discapacidad de uno de sus miembros, por la cual es incapaz de comunicarse verbal o físicamente.

Pero no solo a esos consagrados dedicó Fernando sus agradecimientos, también a los que encarnaron a los pacientes de la institución donde permanece Luis y quienes construyeron sus personajes desde el principio, pues no trabajaron con un guion, sino desde la improvisación. “A ellos les debo gran parte de la autenticidad, libertad y espontaneidad del filme”, destacó el cineasta.

Elogios especiales guardó Fernando para Maritza Ortega, una paciente con síndrome de Down que asumió el rol de la joven enamorada de Luis, y quien “con una sensibilidad muy especial y un gran talento, logró romper esa barrera de la presencia de la cámara”.

Con una fuerte y muy emotiva carga dramática, el argumento transcurre entre la institución siquiátrica donde permanece ingresado Luis (Perugorría) y la casa de la familia, que a través de su imagen de casi abandono simboliza la dejación que de la vida ha hecho su madre (Isabel Santos), para concentrarse en el cuidado del hijo discapacitado.

Reconocido como uno de los directores más relevantes en el cine cubano contemporáneo, Fernando Pérez posee una amplia filmografía con piezas de alto valor poético y sensibilidad, como Clandestinos, Madagascar, La vida es silbar, Suite Habana, y José Martí: el ojo del canario


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