Festival de danza callejera, unidades de sentidos


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Escasos días nos separan de la edición 29 del Festival de Danza en Paisajes Urbanos: Habana Vieja, Ciudad en Movimiento, que cada final de abril llega a distintos escenarios del centro histórico habanero, gracias al empeño decisivo de la maestra Isabel Bustos, su compañía Danza-Teatro Retazos y a la gestión de un grupo de instituciones culturales y emprendimientos. En recién conferencia de prensa se compartía todo lo que ocurrirá en las jornadas del Festival y en otros eventos asociados al mismo. Si acordamos que lo específico de la danza fuera la presencia de cuerpos danzantes en escena, quizás nos quedaríamos cortos con la magnitud, dinámica y alcance de la programación venidera.

Mucha y variada danza será en principio el centro de atención del Festival, al punto, las acciones que, teniendo a la danza como pretexto, atraerán a las artes visuales, a la música, a la literatura, la oralidad y a los encuentros temáticos, sean modalidad de talleres de animación, intervenciones urbanas, residencias creativas, debates teóricos o clases maestras, etc. Lo plural y diverso que genera la danza como plataforma para el intercambio entre profesionales, estudiantes y los públicos más variados, es convicción que extralimita la presencia de cuerpos danzantes en escena, para llegar a una comunidad que danza en su colectividad toda, en la variedad de culturas, países y tipicidades dancísticas.

 La Danza de los tazones en la cabeza, es una forma única dentro de las danzas tradicionales mongolas, posee una profunda riqueza cultural y un alto valor artístico. Fotos: Nestor Martí

Quizás, tal como asegurara el maestro Ramiro Guerra, refiriéndose al libro Siempre la Danza, su paso breve…, leerlo es “saber gustar de su sabiduría, es entrenar el paladar para una real apreciación de la danza tan necesaria”; semejante invitación podría verse como autoreflexión pomposa, a sabiendas de que es él mismo, el autor de tan importante compilación. Pero, lejos del menor auto-halago, el padre de la danza moderna cubana no estaba equivocado, pues solo con el título del libro podemos advertir cuán importante es que la danza, en su escritura espacio-temporal, sea capaz de ser breve y concreta para dejar marcas, señales, trazos, huellas, imágenes. Y es que, en nuestros modos perceptivos del hecho danzario, somos, pese a la invasión de imágenes, una civilización de la escritura. “Percibir lo que una sustancia significa es, necesariamente, recurrir a la segmentación de la lengua: el sentido no puede ser más que nombrado, y el mundo de los significados no es más que el del lenguaje”, nos diría Roland Barthes (uno de los autores preferidos de Ramiro), para quien, todo sistema semiológico se vincula con el lenguaje, en tanto conjunto sistemático de convenciones necesaria para la comunicación, para la expresión.

Tal vez, de modo intencionado, los organizadores de la anunciante conferencia de prensa del 29 Festival, ofrecieron un particular regalo como antesala de los programas conciertos que, entre los días 25 y 27 de abril se podrán disfrutar en los escenarios enclavados en la Plaza de Armas, la Plaza Vieja y en el Jardín de Las Carolinas, sede de la compañía Retazos; la actriz-bailarina Zhang Lin, proveniente de Mongolia Interior en la República Popular China bailó el solo Danza de los tazones en la cabeza. Pieza corta, en escasamente cinco minutos la danzarina ataviada de vestuario, calzado, maquillaje y aditamentos típicos, sintetizó en la brevedad de su danzar, la certeza de su paso firme.

 La actriz-bailarina Zhang Lin, proveniente de Mongolia Interior en la República Popular China.

La Danza de los tazones en la cabeza, es una forma única dentro de las danzas tradicionales mongolas, posee una profunda riqueza cultural y un alto valor artístico. A través de las habilidades magistrales y los movimientos elegantes de la bailarina, se transfieren múltiples significados simbólicos y de gran expresión cultural: amor y alabanza por la vida, símbolo de habilidad y equilibrio, manifestación de etiqueta y hospitalidad, unión de la suavidad femenina y la fuerza, estampas de religión y creencias y transmisión e innovación de la Cultura Nacional. La pieza vista forma parte del patrimonio cultural intangible que, tras el paso del tiempo, ha visto cómo su forma de interpretación se fusiona e innova constantemente. Aunque conserva elementos tradicionales (como los trajes y la música), también incorpora técnicas de movimientos más contemporáneas, convirtiéndose en un importante vehículo para mostrar la confianza cultural y la vitalidad artística de los mongoles.

Zhang Lin, diplomada como actriz-bailarina del Instituto de Artes de Mongolia Interior y como licenciada en Actuación (en la especialidad de Dirección de Coreografía) en el Instituto Comando del Ejército de Nanjing del Ejército Popular de Liberación de China, ostenta el segundo nivel en la compañía Ulanmuqi, Xilinhot, Mongolia Interior. Con anterioridad ha bailado en el Grupo Artístico Ocean Spring Bay de Hongkong China Travel Group y en la Compañía Artística Hansheng, ambas radicadas en la ciudad de Zhuhai, provincia de Guangdong. En la presentación vista, la bailarina con tazas de porcelana platinada, acopladas en la cabeza, mantiene la estabilidad de los tazones mientras gira y salta, demostrando un control corporal y una habilidad de equilibrio excepcionales. Elemento que no solo es muestra de las capacidades histriónicas personales de Zhang Lin, sino también una metáfora de la tenacidad y la sabiduría ancestral necesarias para los mongoles en su vida nómada. Mantener la calma y la serenidad interior en un entorno inestable es evidencia manifiesta de etiqueta y hospitalidad, de respeto y entusiasmo hacia los invitados. Es un modo franco de expresar la virtud tradicional mongola: “tratar a los demás con cortesía”.

Esta danza, a través del elemento central del tazón en la cabeza, integra la vida, la habilidad, el ceremonial y la fe en un todo. No solo representa una elevación artística de los utensilios prácticos en la cultura nómada, sino también una interpretación viva de los valores éticos del equilibrio entre lo fuerte y lo suave y la armonía entre el hombre y la naturaleza en la esencia nacional. No solo es un placer visual, sino también una viva transmisión de la memoria histórica y la expresión emocional de la etnia mongola, más allá del respeto hacia los dioses y las fuerzas celestiales.

 “Esta danza, a través del elemento central del tazón en la cabeza, integra la vida, la habilidad, el ceremonial y la fe en un todo”. Foto: Nestor Martí

Zhang Lin ha venido en avanzada de la tropa de artistas provenientes de otros doce países a las jornadas del 29 del Festival de Danza en Paisajes Urbanos: Habana Vieja, Ciudad en Movimiento, tiempo hermoso donde la vieja ciudad abrirá sus puertas a los colegas de todo el país, de pueblos y culturas hermanas. Y, como anotara Ramiro en Siempre la Danza, su paso breve…, al retomar las consignas sobre el movimiento danzado de Doris Humphrey, en la brevedad de la danza se compendia el poder transformador de cada diseño y su forma determinada para producirse en el espacio, transcurrir en el tiempo y poseer una determinada energía. Todo ello, mientras la “forma de la obra”; o sea, la configuración formal que la obra total adopta en el tiempo-espacio de su materialidad, el aquí y ahora coreografiado, deberá siempre ser franco desafío en la dificultad estructural constructiva de la danza. No olvidar que una estructura es una unidad grande de sentidos, así sea un trabajo “meramente” formal. En Danza de los tazones en la cabeza, la actriz-bailarina, en el crescendo de sus giros sucesivos, en la fragmentación de la gestualidad, en la sintonía movimiento-sonoridad, en la manipulación y dominio sobre los objetos, ahí está el quid donde forma y significado hace entender que hay una gran estructura en la tradición y que en su interior contiene varias estructuras menores que son también, unidades de sentidos.

 


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